En efecto, por una parte esta proclamación está demasiado alejada del lenguaje para ser expresada, y por otra parte: Debes saber – dice – que el hombre que proclama la Unidad de Dios se reafirma a sí mismo. Ahora, reafirmarse a sí mismo, es asociarse implícitamente a Dios. En realidad, es Dios mismo quien proclama su Unidad por boca de quien El quiere de entre sus criaturas.

El Pseudo-Denys, en un capítulo titulado De lo perfecto y de lo único, escribe: Único, lo es en el sentido que El es todas las cosas de forma sintética en la trascendencia de una sola unidad, y que lo produce todo sin salir de su propia unidad… Este Uno, causa universal, no es sin embargo la unidad de muchas realidades, ya que El precede la distinción misma de la unidad y de la pluralidad y es El quien define juntas unidad y pluralidad.

Numerosos místicos cristianos sienten también la necesidad de reafirmar a Dios como el Uno absoluto. Como dice el maestro Eckhart: Dios es el Uno absoluto sin que se le agregue la mínima multiplicidad de una distinción, aunque fuera un pensamiento, de modo que todo lo que está en El es Dios mismo. Y agrega: Es propio de Dios y de su naturaleza el ser incomparable y no asemejarse a nadie.

En otra tradición, la del Hinduísmo, Abhinavagupta también rinde un homenaje a este Uno cuya esencia es la inmutable Luz de todas las claridades y de todas las tinieblas, en el cual claridades y tinieblas habitan, el Soberano mismo, naturaleza innata de todos los seres.

Pero, como Denys, él se esfuerza en despojar a la única Realidad de nociones tales como dualidad, multiplicidad y unidad que se le imponen arbitrariamente, y él celebra esta Luz consciente, ilimitada, autónoma, verdadera, infinita, sin imperfección, eterna, espontánea que dispersa las tinieblas producidas por dos enemigos irreconciliables: dualismo y no-dualismo….

Recalcando el carácter inefable de la Realidad para expresar que nada puede revelar lo absoluto ni conducir a El ya que, siempre presente, El es la evidencia misma. Abhinavagupta utiliza el término anuttara, Insuperable, para designar a la Realidad, jugando con la rica etimología de la raíz de esta palabra: an-uttara significa incomparable – nada es superior a la Consciencia plena de la Divinidad – pero además inexpresable. Si damos a uttara su sentido de especificaciones verbales, el anuttara trasciende en tal caso cualquier distinción.