Jung se percató de ello, pues continúa: No creo que mis reflexiones acerca del sentido del hombre y su mito sean una verdad final, pero siento que esto es lo que puede y quizá deba – decirse al final de la era de Piscis en vista de la próxima era de Acuario (el Portador de Agua), que posee una figura humana. Jung escribió estas palabras a los ochenta y cuatro años, contemplando el futuro distante. Podría concluirse que al final de su vida tuvo la sensación de haber descargado la responsabilidad cósmica del hombre lo mejor que pudo y de haber concluido la tarea de ampliación de la conciencia que se le había encomendado, al igual que nos es encomendada a cada uno de nosotros. En las memorias, el capítulo acerca de su obra finaliza con estas palabras: Tengo la sensación de que he hecho todo lo que podía hacer. Sin duda esa obra de vida podría haber sido aún mayor y mejor hecha; pero eso es todo lo que pude hacer

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Cuando en 1958 Erich Neumann leyó el borrador del último capítulo de las memorias, que contienen las últimas ideas de Jung acerca del sentido, le escribió una carta expresando su acuerdo general aunque manifestando algunos reparos. Los pasajes cruciales son los siguientes: Precisamente porque la psique y los arquetipos con su significado evolucionaron a lo largo de la evolución natural, su significado no es extraño a la naturaleza sino que pertenece a ella desde el comienzo, o así me lo parece Esto es lo único que me parece objetable: Para qué sirve la creación? La respuesta, aquella que brilla sólo en sí misma, cuando no es reflejada puede resplandecer con infinitas variedades, es tan vieja como el mundo, pero me satisface.

Jung vio el sentido en la relación recíproca entre la profundización de la consciencia de sí en el hombre y una revelación de la imagen de Dios (expresada metafóricamente como la consciencia de sí de Dios); para Neumann no existía este efecto retroactivo en Dios, ni tampoco era necesario que así fuera. La respuesta de Jung (marzo de 1959) nos ofrece una vez más el fundamento de su perspectiva o confesión. La carta dice en parte: Puesto que una creación sin la consciencia reflexiva del hombre no posee un sentido discernible, la hipótesis de un sentido latente atribuye al hombre una importancia cosmogónica, una verdadera raison dêtre. Si, por otro lado, el sentido latente se atribuye al Creador como un plan de creación consciente, surge la pregunta: Por qué el Creador produciría todo este fenómeno del mundo si ya conoce aquello en lo que se puede reflejar, y por qué debería reflejarse si ya es consciente de sí mismo? Por qué debería crear junto a su propia omnisciencia, una segunda consciencia, inferior: millones de espejillos empañados cuando ya sabe de antemano con exactitud cómo es la imagen que éstos reflejan?