Poco tiempo después Jung escribió casi lo mismo en una carta a Miguel Serrano (Septiembre de 1960): (La luz de la consciencia) es preciosa no sólo para mí, pero sobre todo a la oscuridad del Creador, que necesita al hombre para iluminar su creación. Si Dios hubiese previsto su mundo, sería tan sólo una máquina sin sentido, y la existencia del hombre, un capricho extravagante. Mi intelecto puede pensar esta posibilidad, pero todo mi ser le contesta No.

El valor que Jung le confirió a la plegaria surge de esta intuición religiosa, permeada de sentimiento, sobre una relación Yo-Tú entre el hombre y Dios. En una carta (Septiembre de 1943) dice: He pensado mucho en la plegaria. Esta es muy necesaria porque convierte al Más Allá imaginado en una realidad inmediata y nos transporta a la dualidad del ego y el Otro obscuro. Al escucharnos a nosotros mismos ya no se puede negar que nos hemos dirigido a Aquello. Entonces surge la pregunta: Qué sucederá Contigo y conmigo? Y el Tú trascendental y el Yo inmanente? Se abre así el camino de lo inesperado, atemorizante e inevitable, con la esperanza de un recodo auspicioso o un desafiante No pereceré bajo la voluntad de Dios excepto que yo así lo desee también. Sólo entonces así lo siento yo – la voluntad de Dios es perfecta. Sin mí es tan sólo su voluntad todopoderosa, una fatalidad aterrorizante aún en su gracia, vacía de vista y oído, vacía de conocimiento precisamente por esa razón. Yo me uno a ello, como un miligramo tremendamente pesado sin el cual Dios hubiese creado su mundo en vano

La declaración de Jung acerca de un creador que precisa al hombre tanto como éste lo precisa a Él proyecta una imagen que también se conoce en el misticismo y la filosofía y que se encuentra asimismo en la poesía moderna. El propio Jung gustaba de citar el Cherubinischer Wandersmann de Angelus Silesius (1624-1677). En Los Tipos Psicológicos cita los siguientes versos entre otros:

Sé que sin mí
Dios no puede vivir un instante.
Si yo muriera, entonces él
Ya no podría sobrevivir.
Para iluminar a mi Dios
Luz de sol debo ser.
Mis rayos deben irradiar
Su vasto océano sin color.