Tomen, por ejemplo, un objeto como las piedras que pavimentan nuestras calles. Una breve reflexión nos mostrará que está lleno de interés. Es una piedra cuadrada de alguna formación geológica particular traída a la ciudad desde alguna distancia. Está trabajada de una cierta manera que implica el uso de ciertas herramientas. Es de un cierto tamaño y yace junto a las otras de acuerdo a un cierto diseño. Dado un simple pavimento de piedra en su actual situación, un pensador competente debería ser capaz de deducir casi la civilización de donde proviene. Pero este proceso es aun razonamiento y no observación. Las observaciones se hacen y la razón subsecuentemente las clasifica y organiza con el propósito de extraer conclusiones de ellas. Pero lo que queremos decir con observación imaginativa no es la obtención de series de hechos trabajosamente coordinados luego que han sido agotadas múltiples 1íneas de observación, sino una percepción simultánea en el relámpago de una mirada, de todo lo que hay que saber del objeto en cuestión.

Estamos observando un pavimento de piedra? Pues deberíamos tener en mente en forma inmediata y simultánea su naturaleza, su historia, su uso, el reino de la naturaleza al que pertenece y su futuro. Naturalmente que todas estas percepciones no pueden ser simultáneamente articuladas; pero la comprensión de todas ellas debería ser simultáneamente alcanzada. Necesitaríamos escribir un libro para consignar todas nuestras percepciones inmediatas; pero lo importante no es la articulación sucesiva sino la realización en el acto.

Debería ser lo mismo con todos los objetos a nuestro paso. No somos animales como para no ser curiosos acerca del mundo en que vivimos, sino que es nuestra función, y, por tanto, fuente segura de nuestro verdadero regocijo como humanos, el estar más y más plenamente conscientes de la naturaleza, atributos, historia, y uso de todo lo que nos rodea. Imaginen lo que la vida podría ser para nosotros si cada objeto, del más pequeño al más grande, fuera representado tal cual es en nuestra mente, con todos sus atributos y relaciones. Sería, verdaderamente, vivir como resucitados en este mundo.