Puede ser que aparezca ira, fastidio o frustración. Quédate con eso. Saborea esa emoción reflexivamente. Hazlo hasta que venga una sensación desde debajo de la emoción original, que puede manifestarse al principio como tensión o fatiga física. Al penetrar esa resistencia, la sensación puede intensificarse. Finalmente, la reconocerás como miedo. El miedo es elusivo. La mayor parte de nosotros no acepta fácilmente que el miedo guíe nuestras elecciones y nuestras acciones. El sentimiento de que controlamos nuestra vida es parte de nuestro querido yo-imagen, a quien queremos proteger. Nos sentimos seguros en nuestros condicionamientos establecidos, tememos que lo incierto y lo desconocido amenacen estos condicionamientos. Cediendo a este miedo, aunque no estemos conscientes de él, lo reforzamos. El miedo, entonces, crea más miedo, el que llega a ser una fuerza sutil que nos esclaviza. Lo que puede parecernos una situación sobre la que no tenemos control, puede realmente ser nuestro miedo a enfrentarnos con el miedo que hay dentro de nosotros, Este miedo puede saturar toda nuestra vida.
Cuando contactamos nuestro miedo y lo reconocemos, podemos ver que la mayor parte de nuestras racionalizaciones, nuestros mezquinos gustos y disgustos, aun los caprichos personales que tanto disfrutamos. son simples soportes del yo-imagen, tretas que sirven para ocultar nuestra caída en el miedo. Estas inclinaciones, aparentemente inofensivas, revelan su real poder como condicionamientos kármicos en acción. Ellos han ocultado nuestra verdaderas motivaciones tan sabiamente que hemos perdido la capacidad de ser verdaderamente honestos con nosotros mismos. Cuando logramos este discernimiento, podemos actuar en base a él, porque entonces tenemos el conocimiento y la oportunidad de quebrar nuestras limitaciones.
Para ello, debemos experimentar nuestro miedo directamente. Podemos desafiar el concepto de miedo mismo, penetrando en él por medio de la meditación. Entramos dentro de nuestro miedo. A medida que nuestra consciencia va dentro de la emoción, dejamos de nominar la sensación que estamos sintiendo como miedo y llegamos a darnos cuenta de que es simplemente energía. La tensión que la rodeaba se rompe, permitiéndonos relajarnos y liberar esa energía. Esta relajación nos calma y nos deja en paz con nosotros mismos.