A medida que nuestra comprensión del significado de la existencia humana se acrecienta, es posible ver que la muerte no es una conclusión sino una transformación. Al ampliar nuestra perspectiva, seremos capaces de comprender que la vida no puede perderse y no puede desaparecer. Vida y muerte son parte de un proceso continuado de sutiles cambios que involucran una re-creación. Este proceso es como una rueda que siempre da vueltas. Cuando empezamos a ser conscientes de ello, ya la muerte no parece tan aterrorizante porque sabemos que tendremos otras oportunidades, ya que la rueda continúa girando. A este nivel, muerte es justo una palabra para definir una experiencia. Nos reconocemos como parte del Ser, parte de la naturaleza del cosmos, en la presente vida y después.
Nuestros cuerpos humanos son preciosos vehículos, aptos para hacernos crecer a través de la experiencia, el único medio a través del cual podemos llegar a la iluminación. Debemos usar nuestros cuerpos para ese propósito, porque al momento de la muerte nuestro mejor amigo será una mente iluminada. Nuestra tarea, entonces, es fortalecer nuestra meditación, haciendo un cristal de nuestra mente, de modo que no haya separación entre lo interno y lo externo. Con el discernimiento de la naturaleza de la iluminación, todos los miedos se disuelven, aun el más poderosos de todos: el miedo a la muerte. Se abren los canales hacia la iluminación y todo nuestro ser cambia. Antes estábamos durmiendo un miedoso y agitado sueño, ahora estamos despertando, y tan pronto como despertemos totalmente, tomaremos consciencia de la luminosidad de nuestra mente natural.
Traducido y extractado por Sonia Ramírez de
Tharthang Tulku.- Openness Mind
Dharma Publishing
California.- USA