La Eutonía – textualmente tono correcto – es un método desarrollado por Gerda Alexander. Busca la flexibilización total del cuerpo físico, eliminando sus bloqueos e integrándolo a la personalidad verdadera del individuo, libre de imitaciones, modas u obstrucciones psicológicas impuestas al libre movimiento y expresión.
Gerda Alexander nació en Alemania en 1908, inclinándose tempranamente al estudio de la línea rítmica del método Dalcroze. Su primera motivación fue el baile, pero su mala constitución física y algunas graves enfermedades se lo impidieron. Se dedicó entonces a la formación de personas para el arte escénico en el área operística. También trabajó en establecimientos para niños y adolescentes con perturbaciones mentales.
Siempre se interesó en el movimiento. Realizó numerosos estudios sobre la posibilidad de ejecutar acciones con un esfuerzo mínimo. Disfrutaba observando el equilibrio tonal perfecto en los animales, en algunos malabaristas y en trapecistas de circos orientales, por su manera de efectuar movimientos perfectos sin cansarse, sin excederse, a pesar de la gran exigencia de sus disciplinas. Esto en contraposición con movimientos, incluso de profesionales del espectáculo, que se veían estereotipados, carentes de vida propia, reflejando tensiones excesivas.
Los métodos que ella desarrolló y aplicó con este propósito, a lo largo de muchos años, la llevaron a presentar sus experiencias en el Primer Congreso Internacional de Relajación y Movimiento Funcional en 1959.
La Eutonía se inscribe así como una más de las técnicas modernas que, en diversos ámbitos, tienden a encontrar caminos de integración de la persona vista como un todo indivisible, luego de la insatisfactoria experiencia de su parcelación por la ciencia occidental en los últimos 150 años. En vista de los frustrantes resultados percibidos en áreas tan sensibles como la psicología, la psiquiatría, la educación, la medicina, e incluso, la religión, se ha buscado reconsiderar al ser humano desde un ángulo más amplio e integral. Inspirándose en la cultura oriental, algunos investigadores han hecho suya esa sensibilidad que no aisla la dolencia física de la psíquica, que no secciona al problema del individuo que lo carga, ni al individuo del ambiente en el que se mueve. Tampoco lo desconecta del ambiente de sus relaciones con el resto del mundo y del cosmos. Esta visión integradora cuya modernidad se remonta a miles de años, y que se pone recién en práctica en el mundo occidental, ha dado productos tan valiosos como la Terapia Gestáltica, la Programación Neurolinguística, la Bio-energética, el Rolfing o la Eutonía, que son occidentales y contemporáneos, pero inspirados en conceptos eternos orientales. Esto gracias a personas capaces de mirar por encima de la ultraespecialización y tecnocracia que caracterizan a este lado del mundo.
Inserta en esta concepción amplificada del ser humano, la Eutonia no pretende ser sólo una terapia física, sino un acercamiento a través del cuerpo hacia la unidad total del individuo, permitiéndole alcanzar la expresión de todas sus potencialidad, tanto corporales como psíquicas, en el campo de su entorno social y adaptado a su vida cotidiana y a su época.
Ella pretende obtener el conocimiento y la expresión de la naturaleza de cada cual a través de una toma de consciencia profunda y completa de la propia realidad. Esto conduciría por sí solo a la liberación de las potencialidades creativas de la personalidad del individuo, integrándolo en sí mismo y sus circunstancias, y enriqueciéndolo en forma constante gracias a la flexibilidad adquirida. No se trata de un método rígido y establecido que se aplique de una cierta manera para todos. Por el contrario, es un sistema dinámico que debe adecuarse a cada individuo y a cada situación para permitir el crecimiento del alumno y su paulatina independencia, de modo que cada uno llegue a ser su propio maestro. Como todo buen sistema educativo, procura entregar las herramientas para un aprendizaje continuo.
La toma de consciencia corporal tiene un carácter expansivo hacia el entorno, hacia los demás, a diferencia del Hatha Yoga, que es introspectivo y dirigido, al basarse en una serie de asanas preestablecidos. Se diferencia también de otras técnicas corporales, como el Rolfing, en que en la Eutonía el alumno es activo. El explora sus posibilidades de acuerdo a sus propios límites y facultades de movimiento, desarrollándose paulatinamente en un progreso sin fin, de permanente descubrimiento, a lo largo de su vida. Se diferencia así mismo de las técnicas de des-acorazamiento de W. Reich las que, según Gerda Alexander, pueden ser peligrosas si son realizadas por quien tenga una percepción corporal pobre. Al estar tan relacionada la imagen física con la identidad de la persona, si se le quitan repentinamente sus defensas (corazas), cuando todavía no ha logrado asentarse en la realidad, puede sufrir una aguda crisis destructiva.
Desde luego, la Eutonía tiene las máximas diferencias con la práctica de cualquiera de los sistemas gimnásticos que desarrollan superlativamente la musculatura externa con escasa atención a la musculatura profunda, y sin ningún trabajo sobre la consciencia del cuerpo. Con respecto a la psicoterapia, la Eutonía es capaz de hacer revivir en forma emocional e incluso subconsciente las experiencias traumatizantes, aun las ocurridas en la etapa pre-verbal. Al eliminarse los bloqueos corporales y las fijaciones antiguas, junto con la acentuación de la sensibilidad tanto interna como externa, y al gran aumento de la flexibilidad, hay un aprovechamiento más sutil de cualquier actividad físico-psíquica. No olvidemos que la señora Alexander empezó trabajando con bailarines y actores, y que su propósito era, justamente, que ellos lograran una máxima libertad expresiva.
La Eutonía se preocupa prioritariamente del tono muscular, debido a que éste constituye uno de los mayores reservorios de la experiencia consciente o inconsciente. La vida transcurrida desde la concepción hasta el momento presente, ha determinado una serie de fijaciones vigentes en la actualidad sin que tengamos consciencia de ello. Las formas de relación, las enfermedades, la imitación inconsciente de los mayores o de los ídolos externos, todo va quedando fijado en una cierta tensión, en un cierto tono de algunos grupos musculares o de todo el cuerpo, y se expresa en actitudes recurrentes, en una determinada manera de respirar, un específico tono de voz, un particular comportamiento en situaciones similares. Por eso, el trabajo se va realizando en una toma de consciencia paulatina, descubriendo poco a poco ese yo que está detrás de la fachada, y que se refleja en esa forma de pararnos, de movernos, de hablar o de reaccionar.
El tono se define como la actividad de un músculo en reposo aparente. En estado ideal, debería ser homogéneo en todo el cuerpo, aumentando durante la actividad y disminuyendo durante el reposo, pero esto rara vez se presenta así. El tono es influido por todo aquello con lo que la persona toma contacto consciente o inconscientemente: las propias emociones, la imaginación, el ambiente con todos sus estímulos sensoriales y afectivos, además de los recuerdos del pasado. Hay personas más sensibles que otras, basta con que el día amanezca nublado para estar deprimidos e hipotónicos, por lo tanto, más pesados, con más dificultad para actuar. La Eutonía busca, a través de la sensibilización y de la consciencia corporal, el dominio voluntario del tono muscular, adecuándolo a la actividad requerida mientras ella dura, para luego adaptarse a la siguiente o al reposo. Además se aprende a filtrar aquellos estímulos que afectan negativamente al tono. Un músculo hipertónico se considera tan inadaptado como uno hipotónico. Los que están fijados en la hipertonicidad se sienten más livianos y activos, pero son hiper reactivos frente al medio y su agotamiento será rápido y frecuente. Los hipotónicos permanentes, en cambio, tendrán que hacer acopio de grandes cantidades de energía para realizar cualquier esfuerzo, pues su cuerpo estará pesado, pareciéndoles la vida en general como una carga gigantesca que los sume en la fuerza gravitatoria, Tal vez los casos más difíciles sean aquellos que se encuentran en la peligrosa fijación media de la tonicidad: ni hiper ni hipo, sino que fijos. Nada extremo en el actuar ni en lo emocional, excepto la permanente inmutabilidad, que es la menos vital de las tres posibilidades, pues a nivel psicológico revela la posición más defensiva frente al mundo.
Una de las prácticas desarrolladas por la Eutonía es la permeabilidad, entendiéndose por tal la posibilidad de hacer circular la energía entre dos o más puntos en los cuales existe consciencia corporal. Esto estimula la circulación sanguínea en áreas hipotróficas y aumenta la sensibilidad. Así mismo se practican ejercicios de inervación anticipada, aprovechando las conexiones nerviosas del hipotálamo, lo que significa generar un efecto motor con la imaginación. Con sólo imaginar mover tales o cuales músculos, se produce una respuesta local de preparación para el futuro movimiento: aumento del tono muscular e irrigación sanguínea. La causa de esta actividad es una parte del sistema nervioso llamada sistema Gamma, que está conectada con el hipotálamo y es influenciable por la imaginación. La práctica del movimiento anticipado mejora la circulación sin acumular toxinas en los músculos, ya que es realizado en forma postural, como un asana.
Tal vez los ejercicios más frecuentes realizados en Eutonía son los que se relacionan con el tacto y el contacto, que se refieren a la toma de consciencia, primero con el propio cuerpo y luego con el entorno. El contacto con cualquier zona corporal percibida conscientemente obliga a la persona a salir de su encapsulamiento y venir a la superficie de sí mismo. Una vez despierta esta toma de consciencia, se extiende, después del cuerpo, a los objetos, al suelo, y a las personas circundantes, quienes pueden ser sentidos y tocados sin que se pierda la individualidad. Aunque es propio de los niños pequeños esta falta de individualidad, en los adultos es un signo de inmadurez el desdibujamiento de sí mismo frente al otro (perderse en el otro), lo que debe ser subsanado previamente con ejercicios de asentamiento personal antes de trabajar en conjunto con otras personas. Todo este trabajo debe ser realizado en forma plenamente consciente, y esta consciencia parte por la propia identidad. Cada cual debe establecer primero su propia zona de radiación, y a través de ella, relacionarse con la de los otros.
El resultado más evidente de todo este trabajo, desde sus inicios, es la mejoría de la circulación sanguínea, el aumento de la sensibilidad de percepción, el equilibrio tonal y del sistema vegetativo y la regulación del metabolismo. Como consecuencia, se estabilizan las emociones, se armonizan las actitudes, los movimientos y el comportamiento. Se logra una consciencia corporal y un flujo energético que influye en todo el ser, tanto físico como emocional, permitiendo libertad de movimientos, de pensamientos y de emociones en todas aquellas áreas que estén bloqueadas o limitadas por experiencias previas, imitaciones o estímulos externos inhibitorios. Es de particular ayuda para quienes se dedican al trabajo corporal y artístico, pero es igualmente enriquecedora para todos aquellos que desean crecer como personas. Curiosamente, se ha observado que quienes presentan más dificultades iniciales son los que desarrollan más rápido la consciencia corporal.
Tal vez los resultados más espectaculares de la Eutonía han sido los obtenidos en la rehabilitación de pacientes con parálisis por daño del sistema nervioso central: hemiplejías, paraplejías, cuadraplejías, secuelas de poliomielitis, etc. gracias al aprovechamiento del sistema nervioso Gamma ya señalado, el que puede ser estimulado aunque las vías exclusivamente motoras estén destruídas o seccionadas. La mejoría en mayor o menor grado de estos casos, que la ciencia consideraba irrecuperables, son sólo una parte de la gran efectividad de la Eutonía en una variedad de dolencias crónicas como ser: alergias, dolores del miembro fantasma, artrosis, tics, tartamudeos, frigidez, trastornos del aprendizaje, ciática, impotencia, asma, etc.
Y aun dejando de lado la patología ya establecida como tal, la Eutonía viene a constituir una especie de acción profiláctica que nos atreveríamos a considerar como preventiva de futuras patologías. Es evidente que al existir en nuestro cuerpo – y mente – zonas en desuso, menos nutridas, cubiertas por una rigidez acorazada, en contraste con otras de hiperactividad y alto desgaste, estamos abonando el campo para futuras dolencias, cuyo tratamiento médico es por lo general un perpetuo paliativo de síntomas, sin posibilidad de una recuperación total. Así, la calidad de vida se ve menguada, además de la limitación propiamente tal, por la ingesta permanente de analgésicos, broncodilatadores, anti inflamamatorios, sedantes, y otros fármacos de acción sintomática.
De esta manera, la Eutonía se constituye en una buena opción para conectarnos en forma real con nosotros y nuestro entorno, enriqueciendo nuestra vida aquí y ahora, en lo cotidiano, que es la substancia misma de la existencia.
Loreto Morán
Más Información: Gerda Alexander.- La Eutonia.- Paidós, Violeta Hemsy.- Conversaciones con Gerda Alexander.- Paidós. Berta Vishnivetz.- Eutonía.- Paidós.
Ha llegado el momento de enfrentarse al Diablo. Como figura arquetípica pertenece al cielo, la parte superior de nuestra carta del Tarot. Pero cayó recuerdan? Según él renunció a su empleo y abandonó los cielos. Dijo que merecía una mejor oportunidad, ascender y gozar de más autoridad. Pero no es ésta la historia que cuentan los demás. La mayor parte de las leyendas que narran el incidente afirman que Satán fue despedido a causa de su orgullo y su arrogancia. Era despótico y ambicioso y desmesuradamente orgulloso de sí mismo. Sus modales, sin embargo, eran fascinantes y muy seductores. Sólo así podemos entender que consiguiera organizar una rebelión a espaldas del Jefe mientras que, al mismo tiempo, imploraba sus favores. Le gustaba pensar que era su hijo predilecto. Tenía celos de todo el mundo, especialmente de la humanidad. Odiaba a Adán y le irritaba pensar que fuera él quien gobernara el armonioso jardín del Paraíso. Para él la seguridad complaciente era – y sigue siendo – anatema. La perfección le fastidiaba y la inocencia le sacaba de quicio. La tentación era – y sigue siendo – su especialidad. Cómo disfrutó tentando a Eva y ocasionando su expulsión del Paraíso!
Hay quienes llegan a decir que Dios es tan bueno que jamás hubieran podido ocurrírsele las diabólicas triquiñuelas que utilizó para poner a prueba a Job de no haber sido inspirado por Satán. Otros, por el contrario, afirman que el Señor es omnisciente y todopoderoso y que, por consiguiente, es el único responsable de las torturas a que sometió a Job. La polémica sobre la responsabilidad del sufrimiento de Job ha durado muchos siglos, todavía no se ha llegado a ninguna conclusión definitiva y es muy posible que jamás se llegue a ella. La razón es muy sencilla: el Diablo confunde porque está confundido. Si echamos un vistazo a la imagen de esta carta del Tarot comprenderemos por qué.
La imagen del Diablo se nos presenta como un agregado incoherente de rasgos completamente dispares. Tiene cornamenta de ciervo, garras de ave depredadora y alas de murciélago. Se refiere a sí mismo como un hombre pero tiene pechos de mujer – o, mejor dicho, porta pechos de mujer – porque esos pechos parecen estar pegados o pintados. Ese ridículo peto, sin embargo, resulta muy poco protector. Quizás constituya un emblema para ocultar la crueldad, tal vez sea una alusión simbólica a su uso de la ingenuidad y la inocencia femeninas para lograr introducirse subrepticiamente en nuestro jardín.
La ley de los contrarios o de la unidad de los contrarios que gobierna las cosas y los fenómenos es la ley fundamental de la naturaleza, de la sociedad, y, además, del pensamiento. Un va y viene incesante, es la interpenetración mutua. Tal es la definición que da un antiguo clásico chino, el Hi-Tseu, del movimiento perpetuo en acción, en el juego de la vida. Movimiento y cambio, metamorfosis de los elementos, transformación de cada situación, de cada evento. Cada día, cada momento son diferentes y los chinos sabían bien que es preciso aprehender la existencia en el estado de espíritu ideal que se encuentra en un juego. Pues no se trata únicamente de dejarse llevar por el flujo y el reflujo, sino también de asir la oportunidad de la acción justa: Una vez abierta, una vez cerrada, así es el ciclo de la evolución, dice el Hi-Tseu, comparando los aspectos positivos y negativos que se pueden presentar a una puerta abierta o cerrada.
Las palabras positivo y negativo no deben ser tomadas en el sentido moral de bien y de mal, sino en tanto que polaridades eléctricas, (+ -), polos indisociables que fundamentan la circulación de la energía. En ésto los chinos habían comprendido que si todo es mutación en las operaciones de la naturaleza, estas se basan, no obstante, en el principio dualista que se encuentra en las revoluciones del Sol y de la Luna. Es decir, el día y la noche, el calor y el frío, lo seco y lo húmedo, lo claro y lo oscuro, lo pleno y lo vacío, lo masculino y lo femenino, el yin y el yang. Pero ninguno de estos términos puede ir sin el otro, tal como las dos caras de una moneda.
Un tiempo yin, un tiempo yang. Un costado yang, un costado yin. Allí está el Tao.
El Tao puede ser considerado como el Todo, pero también como el Uno. La presencia global del universo y la visión una que lo percibe. Pero también la Vía del Medio, tan cara al extremo-oriente, que engloba las contradicciones sin rechazarlas, busca equilibrar la situación y encontrar el camino y la conducta justa en todo evento, y la reacción apropiada a los diversos estímulos. Todo esto respetando el orden de las cosas, y teniendo en cuenta los ciclos del tiempo y de las fluctuaciones de la energía cósmica.
Este concepto del yin y del yang goza hoy día de una gran aceptación en occidente. En efecto, él expresa de manera simple la alternancia presente en el curso de las cosas. Por lo demás, no limita el espíritu a un dualismo estrecho, su símbolo gráfico lo prueba:
Blanco y negro, las energías se interpenetran, como el día y la noche.
Yin, yang, imagen de la vida, símbolo perfecto de lo pesado y lo liviano, de lo grave y lo agudo, lo largo y lo corto, de la colina y el valle… El Eclesiastés dice: Hay un tiempo para llorar y un tiempo para reir, y también Hay un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse o Hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir. Todo es así, brilla el sol, después se nubla, o viceversa. Los negocios caminan, después se atascan, se está triste, después alegre, la dicha y la desdicha van y vienen como la dificultad y la facilidad. Un texto zen dice:
La oscuridad existe en la luz, No veas sólo el costado luminoso. La luz existe en la oscuridad, No veas sólo el costado oscuro.
He aquí la filosofía del yin y el yang y el Tao. Una vía del instante presente, que viene y pasa, simplemente.
Sobre estas nociones de mutaciones rítmicas e incesantes se basa no solamente un lenguaje de sabiduría que se puede considerar como el más elaborado del mundo, sino también reglas de acción y de modulación que se puede comparar con la retroalimentación de la cibernética y con el principio del termostato en maquinarias, y que es aplicable a toda situación social, psicológica y biológica.
Se podría decir que demasiado yang, fuego, quema, demasiado yin, humedad, apaga. Pero esto no hay que considerarlo como una visión lineal y limitada, todo es una interdependencia en espiral. Porque los antiguos chinos habían comprendido que en el control de las situaciones es donde se encuentra la libertad de acción, y que es preciso saber modular las energías latentes y las actuantes, las ocultas y las manifiestas. Para crear un nuevo ser – o el amor – el hombre y la mujer deben mezclar sus esencias sexuales. Igualmente el ser humano es considerado como el producto del matrimonio del Cielo y la Tierra. La vida brota de la fusión de los contrarios y complementarios. La noción de juego es un terreno ideal para la observación de estos principios y ritmos.
Substancias, fuerzas y géneros, el yin y el yang son todo esto indistintamente, son la imagen de una totalidad moviente. Y en este movimiento, la sabiduría china supo encontrar los elementos y los números:
El Cielo vale 1, la Tierra vale 2, el hombre vale 3. Así comienza la alquimia de los números, que serán los signos de los ciclos; ellos señalan las situaciones repartidas en el espacio-tiempo. Son los emblemas que encontraremos actuando en el sistema adivinatorio más elaborado que existe, este tratado sapiencial que figura entre los seis más grandes clásicos chinos considerados como conteniendo todo el conocimiento habido en la historia de la humanidad.
Al hablar del I Ching, este extraordinario sistema adivinatorio, es necesario señalar algunas aproximaciones sorprendentes, algunas analogías que prueban que milenios antes de nuestra era, los sabios chinos habían tenido la intuición de la globalidad de nuestro modelo biológico y de su interdependencia osmótica con el universo.
De partida, sus 64 hexagramas son la base de la escritura china. Cada uno de ellos significa una idea fuerza, nominada en forma pareja por toda la China. Parece que estas 64 ideas-signos son aún anteriores a la escritura, que se remonta a más de 3.000 años. Sobre ellos se fijan las claves del lenguaje, primeros ideogramas (base de los diccionarios chinos) que se descomponen en morfogramas (imágenes simples, representaciones) dactilogramas (signos sugiriendo ideas abstractas) y agregados lógicos (signos donde la yuxtaposición crea nuevos sentidos). Ejemplo de esto último: je (sol) unido a yue (luna) significa ming (luz). Los signos que explican los oráculos dan nacimiento a signos explicando el desarrollo de la vida cotidiana. Lo que parece lógico, porque la interrogación sobre el mundo ha debido preceder a la enunciación escrita de este mundo.
Pero los descubrimientos científicos actuales arrojan luz sobre hechos bien sorprendentes: el físico Schrödinger fue uno de los primeros en mostrar que la teoría de la informática podía aplicarse a la herencia porque cada cromosoma contiene, de una cierta manera codificada, el esquema entero del desarrollo futuro del individuo y de su funcionamiento en estado natural. Cada grupo (fibra) cromosómica contiene el código entero. De allí se deduce que un sistema funcionando a la manera del codigo morse, con puntos y rayas, sería suficiente para dar cuenta de la inmensa diversidad del mundo viviente. Y los biólogos, para los cuales la herencia ha llegado a ser informática, mensajes, códigos no pueden negar este hecho. El premio Nobel Francisco Jacob dijo:
El codigo genético es hoy día enteramente conocido. Cada unidad protéica corresponde a un triplet, es decir, una combinación particular de tres de las cuatro unidades nucléicas. Como existen 64 combinaciones posibles, el diccionario genético contiene sesenta y cuatro palabras. Tres de esos triplets aseguran la puntuación, o sea indican, en la cadena nucléica, el comienzo y el fin de las frases que corresponden a las cadenas protéicas. Cada uno de los otros triplets significa una de las unidades protéicas. Como el número de esas unidades está limitado a veinte, cada una de ellas responde a muchos triplets, a muchos sinónimos en el diccionario, lo que da una cierta flexibilidad en la escritura de la herencia. Parece en fin que todos los organismos, desde la bacteria hasta el hombre, son capaces de interpretar correctamente no importa qué mensaje genético. El código genético parece universal y su clave es conocida por todo el mundo viviente.
Triplets, 64 combinaciones posibles de tres unidades nucléicas, sistema binario: el I Ching habría percibido, codificado, las bases fundamentales de nuestro patrimonio genético y, por lo tanto, de nuestra acción? En todo caso, Francisco Jacob continúa:
Regresando de China, unos misionarios jesuitas mostraron el I Ching a Leibniz. Este quedó muy sorprendido al constatar que este orden natural definía un sistema de numeración binario muy semejante al que él acababa de inventar. Puede ser que más sorprendido todavía estuvieran los biólogos del siglo XX al descubrir una extrema analogía entre el orden natural del I Ching y el código genético. Pues si se asimila convenientemente cada uno de los cuatro diagramas chinos a cada uno de los cuatro pares de radicales químicos que componen el A.D.N., cada hexagrama equivale a uno de los triplets genéticos. Puede ser que sea necesario estudiar el I Ching para captar las relaciones entre la herencia y el lenguaje.
El más viejo libro de oráculos del mundo será también el más viejo tratado de ciencia fundamental? Se puede decir en todo caso que el juego de sus 64 hexagramas es la imagen del juego de la vida.
Marcel Granet en su obra El Pensamiento Chino dice: Estamos habituados a considerar el lenguaje como una simbología especialmente organizada para comunicar ideas. Los chinos no colocan el arte del lenguaje separado de otros procedimientos de señalización y de acción. Les parece que es solidario de todo un cuerpo de técnicas destinadas a situar a los individuos en el sistema de civilización que forma la Sociedad y el Universo… El lenguaje pretende actuar antes que nada. Pretende menos informar que dirigir la conducta. Se encuentra en forma evidente este movimiento dinámico en el I Ching. Cada hexagrama está explicado por un título, después por una sentencia (el juicio) seguido de la interpretación (la imagen), todo esto rodeado de comentarios.
Cómo es que el I Ching nos va a dar un oráculo? Las maneras de tirar las varillas o monedas son rigurosas, no hay ningún error de cálculo. El sistema entero está en las manos del consultante. En efecto, sus gestos expresan su personalidad y su estado interior presente (físico, emotivo, cerebral). Si en este momento preciso él pasa por un Test: hace un dibujo, elije un color entre otros o selecciona un símbolo o una lámina, su acto testimoniará su ser tal como es aquí y ahora. Sucede lo mismo con la manera de tirar preconizada por el I Ching.
El uso de las varillas es infinitamente más aconsejado que el de las monedas, pues el acto de concentración es más largo en el viaje al interior de sí mismo y en la ejecución de los gestos de tiraje. De ahí se deriva una respuesta más profunda, según afirman todos los comentaristas desde hace milenios. Nosotros compartimos su punto de vista. El hecho de usar algo objetivo pero abstracto (ni las varillas ni las monedas suscitan alguna imagen) permite el surgimiento del inconsciente oculto en sí mismo. Podemos hablar aquí del fenómeno de la sincronicidad puesto en evidencia por C. G. Jung en una obra fundamental. La sincronicidad es un principio conectivo acausal, entonces paralelo (o transcendiendo) al continuo espacio-tiempo. Es el azar objetivo de que hablaba André Bretón. La intuición, la premonición, la telepatía y todos los fenómenos denominados paranormales suceden en este plano, en esta onda, se podría decir. Jung decía que la sincronicidad podía definirse así:
a) una imagen inconsciente aparece en el umbral de la consciencia sea directamente (en forma literal) o indirectamente (de manera simbólica o sugerida), ya sea por un sueño, una idea, una intuición, una premonición.
b) esta imagen-idea va a corresponder a una situación real futura.
Ejemplos: camino por la calle pensando en X de quien no tengo noticias hace ya tiempo, minutos más tarde tropiezo con X. Sueño con Z, al día siguiente encuentro una carta suya en mi casilla. Cada uno de nosotros, si presta atención a ello, experimenta centenas de veces este fenómeno de la sincronicidad bajo diversas formas. Un poder despertado por nuestras facultades conscientes está actuando allí. Se la llama coincidencia, azar, intuición… palabras que no hacen más que ocultar la relatividad absoluta del espacio-tiempo y de todo el sistema de la realidad. En efecto, místicos, filósofos, magos y hechiceros de todos los tiempos lo saben bien. Todas las cosas están en correspondencia, dependen estrechamente las unas de las otras, lo que, en un mundo compuesto de átomos en movimiento no tiene nada de sorprendente. Y Jung propone, respecto a este factor de la sincronicidad, ampliar nuestra visión limitada del universo. De acuerdo con el físico nuclear Pauli, trazó el esquema siguiente, en disposición cuaternaria:
Así son tomados en cuenta, integrados en un esquema único, el sistema de la creación y de su funcionamiento, su objetividad, su realidad. Se sabe hoy día que el vacío es el último componente de la materia, verdad que el Buda había descubierto mucho antes que nuestros sabios modernos, al enunciar en el Sutra de la Gran Sabiduría: El vacío engendra los fenómenos, los fenómenos engendran el vacío.
Pero el interrogante permanece: qué es aquello llamado vacío? La respuesta dada por Lao-Tse no resuelve nada, pero aclara la interdependencia universal: El vaso está hecho de arcilla, pero es de su vacío interno que depende su uso.
Todas las artes adivinatorias juegan con el principio de sincronicidad. En el acto adivinatorio, esta concentración desemboca, como en el caso del I Ching, sobre una abstracción calculada que vacía el contenido de la psiquis (consciente e inconsciente) en el gesto de tirar las varillas o las monedas. El consultante se entrega al juego que interpretará su situación presente y le aconsejará sobre su futuro, siguiendo su código y sus reglas milenarias. Jung, que se fascinó con los resultados del I Ching, escribía. El I Ching, que podemos considerar como una base experimental de la filosofía china clásica, es uno de los métodos más antiguos para conocer una situación en su totalidad y reconsiderarla frente a una ley cósmica: la del juego permanente entre el yin y el yang. Juego eterno entre los dos términos de la dualidad que fundamenta y marca el ritmo de la marcha de nuestro universo.
El I Ching es un tratado taoísta que recomienda el noble camino medio y la ley del eterno retorno, tan bien puesta en evidencia por Mircea Eliade.
Este rápido resumen da cuenta sólo superficialmente de las riquezas de este tratado adivinatorio y de sus múltiples interpretaciones. Cuando se consulta el I Ching, ocurre ese momento sagrado en todo juego en que la creatura pasa a ser creador. Digamos que este acto adivinatorio es un espejo: el sujeto proyecta allí sus angustias, fantasmas, esperanzas y potencialidades diversas. El espejo le devolverá su imagen. Esto es finalmente verdadero para toda acción ejecutada en plena consciencia del aquí y del ahora. El I Ching conduce, más que toda otra mancia, a develar este momento eterno del instante presente, donde el Todo se encuentra contenido: las imágenes-experiencias del pasado y los gérmenes del futuro y, sobre todo, uno mismo, frente al universo que contemplamos y que nos contempla. Percepción percibida …
Marc de Smedt
Traducido y extractado por Farid Azael de Question de, N 55 Editions Retz París
Más Información: Helena Hoffman.- I Ching. – Cuatro Vientos. Richard Wilhem.- I Ching.- Con Prólogo de C. G. Jung.- Sudamericana. Helmut Wilhem.- El Significado del I Ching.- Paidós.
La historia del Tarot, como la del pueblo bohemio al cual está tradicionalmente asociado, es tan misteriosa como incierta. Sucesivamente se le ha dado como origen la India, Grecia, Egipto, Caldea, la Judea, China… Se ha ensayado relacionarlo con todas las grandes tradiciones que han marcado al Occidente. En efecto, la ausencia total de pruebas – que se ha justificado por la ley del secreto – y una documentación extremadamente magra, no permiten ninguna conclusión seria. Todas las hipotesis formuladas hasta ahora son más el fruto de intuiciones personales que de descubrimientos históricos reales. Esta incertidumbre, lejos de perjudicar su valor, sin duda ha enriquecido su contenido. Los escritores y los místicos del siglo XIX que se han dedicado al estudio del Tarot, han ido consecutivamente aclarando evidencias de múltiples tradiciones. Sus interpretaciones, que se podrían juzgar hoy día como fantásticas por su exceso, han contribuído a la amplificación del simbolismo de las cartas. Ellas han conseguido, gracias a todo un sistema de relaciones y correspondencias, hacer más claro el acceso a las enigmáticas láminas, las que constituyen actualmente una base para comenzar toda investigación a su respecto.
En lugar de querer dar arbitrariamente un origen único a las cartas, parece más justo abordarlas como el producto de un sincretismo. Las cartas, o mejor dicho, lo que nos ha llegado de ellas, son en efecto el resultado de empréstitos diversos, de la yuxtaposición y del maridaje de elementos de todo tipo, fundidos en un conjunto original. Las referencias egipcias, zíngaras, hebráicas o alquímicas, citadas en sus interpretaciones, no deben ser tomadas en cuenta como referencias históricas, sino como simples indicaciones para aclarar su sentido.
El origen del nombre, Tarot, ha sido objeto de innumerables tesis, las que, sin haber logrado imponerse definitivamente, han ayudado a la comprensión general del asunto, Sucesivamente, se ha supuesto que era una corrupción de los nombres de dos dioses egipcios Ptah y Rá; el primero Maestro de la Creación y el segundo, el Dios Sol, al que los bohemios han adorado siempre como su principal divinidad masculina. También que la palabra era un anagrama de Rota que significa Rueda o Círculo y que se había agregado una T a fin de mostrar que el principio y el fin son semejantes. Que era una deformación de Thot, nombre del dios de las ciencias esotéricas del antiguo Egipto, cuyo equivalente griego es Hermes, y a quien se ha tomado como inspirador y patrón de las cartas. Que se derivaba del hebreo Thora, la Ley, palabra que designa los cinco primeros libros de la Biblia, identificando así las cartas a un texto sagrado. 0 todavía que venía del sanscrito Tar-ó, la Estrella polar, el guía. 0 del latín, Orat, él reza invertido.
Qué es la Unidad desde el punto de vista sufí y como realizarla?
Los sufíes consideran que no hay más que una sola Existencia, y todo lo que existe es una manifestación de esa Existencia. Este principio que se llama comúnmente el Principio de la Unicidad de la Existencia no se origina simplemente en el campo de la fe o de la doctrina sino en el campo de la experiencia directa. No se puede comprender verdaderamente la Unicidad de la Existencia más que por la experiencia de esta Unidad al nivel más profundo del ser; una experiencia que revela la naturaleza divina que hay en nosotros, y nos hace descubrir que cada partícula del universo es la manifestación de la Presencia divina. La única aproximación que hace posible realizar esta experiencia es la del amor. En efecto, el amor es el principio unificador del universo y el único guía en el cual la humanidad puede confiar en su búsqueda de la verdad.
Si en su nivel más elemental el amor puede traducir la unión afectiva y sentimental entre dos seres, en su nivel más sublime él engloba de manera incondicional toda la creación divina, y conduce a la experiencia de la Unicidad de la Existencia. Según los sufíes, la experiencia de la Unicidad anula todas las distinciones convencionales entre las diferentes religiones, y hace saltar en pedazos todos los principios, reglas y leyes que dividen a los hombres. Quien ama a Dios descubre entonces que no hay más que una sola Existencia que se manifiesta a través de formas diferentes y variadas.
Al desaparecer la ilusión de la realidad individual, no se puede menos que constatar que no hay nada más que Dios, y como Hallâj, el sufí mártir, gritar lo que nos parece una expresión blasfema: Yo soy la Verdad .
Al alba del siglo XXI, somos testigos de un mundo que está llegando a ser más y más consciente de su multiplicidad, y que rechaza la unidad artificial y a menudo ilusoria con que algunos han querido investir diferentes momentos de la historia, ya sea por la dominación racial, religiosa, ideológica o cultural. En esta sociedad global debemos admitir un principio en el cual han insistido siempre los maestros sufíes, a saber que hay tantos caminos hacia Dios como individuos hay, y que todos esos caminos diferentes llevan al mismo punto: la Verdad absoluta que es una y la misma para todos. Toda otra aproximación parcial o reductiva no podrá sino agravar los conflictos y los desequilibrios del mundo de hoy.
Rumi, el gran poeta y maestro sufí, ilustra este punto con una historia: Se le dio a cuatro hombres de países diferentes, que no hablaban la misma lengua, con qué comprar en común lo que desearan. Cada uno de ellos quería comprar uvas, y lo dijo en su lengua que era incomprensible para los otros. Pensando en que querían cosas diferentes, cada uno intentó imponer su voluntad y terminaron en una disputa sobre aquello que había que comprar. Finalmente, pasó uno que hablaba todas esas lenguas, les compró uvas y puso fin a la querella. Así, según Rumi, sólo los hombres de Dios conociendo el lenguaje del corazón pueden salvar a la humanidad de sus divisiones y antagonismos.
En realidad, esta visión global que más allá de las palabras y de las apariencias abraza el sentido verdadero de las cosas, no es el patrimonio del sufismo sino que constituye la esencia de toda espiritualidad verdadera. Krishna expresaba en la Bhagavad-Gita: Liberados de la pasión, del temor y del odio, colmados de Mí y tomando refugio en Mí, purificados por el fuego de la sabiduría, son numerosos aquellos que s unen a Mi Ser. Cualquiera que sea la manera en que ellos vengan a Mí, Yo los recibo con los brazos abiertos, porque cualquiera que sea el camino que ellos emprendan, estarán en Mi Camino.
El amor es la sola vía que puede conducir a los seres humanos a esta comprensión. Es solamente por la fuerza unificadora del amor que la humanidad puede sobrepasar sus discordancias y llegar al estado de Unidad. Aquellos que conciben la espiritualidad a través de otro camino que el amor provocan inevitablemente desorden y conflicto en el mundo.
Es solamente a través del amor que se puede por fin ver que todas las prácticas espirituales, cuando son cumplidas con la sinceridad del corazón, llegan a la misma meta y remontan a la misma fuente. Y es otra vez Rumi quien ha ilustrado este punto con su maravillosa historia de Moisés y del pastor:
Moisés, en el curso de uno de sus numerosos viajes a través del desierto, sorprendió a un pastor dirigiéndose a Dios: Oh, tú que comandas todas las cosas imploraba el pastor yo desearía tanto llegar a ser tu servidor para reparar tus sandalias y peinar tus cabellos; besar tus pequeñas manos delicadas, masajear tus piececitos, y barrer el polvo de tu habitación. Oh, tú a quién ofrezco mis cabras en sacrificio, tú, cuyo recuerdo es la causa de mis llantos.
Al escuchar todo ese parloteo, Moisés reprendió al pastor y le hizo saber que estaba dando pruebas de ser un infiel al pronunciar esas absurdidades blasfematorias e irrespetuosas. Después agregó: Las sandalias, los cabellos, y cosas parecidas, tienen que ver con alguien como tú y no con Dios. El quería hacer entender al pastor ignorante: Cómo tales palabras pueden ser dirigidas al Muy Alto? Dios no tiene necesidad de tales servicios. A quién crees que estás hablando? A uno de tu familia? Cumplir tales tareas puede ser valedero y meritorio frente a otro como tú, y no frente a la santidad de Dios, que es el Creador y que no ha sido creado como nosotros lo hemos sido. Oh, hombre ignorante ! tus pseudo plegarias son irreverentes y perjudiciales a la pureza de tu alma.
Cuando el pastor escuchó esos reproches viniendo de un profeta de Dios, profundamente avergonzado, se arrepintió por las blasfemias que había proferido. Luego, con el corazón quemante de dolor, desgarró sus vestiduras y huyó al desierto. Fue entonces cuando Moisés recibió una revelación que venía de Dios: Tú has alejado de Mí a Mi devoto! Has sido enviado para conducir a los hombres a la Unión, o para empujarlos en el camino de la separación de Dios y del desequilibrio? Yo he otorgado a cada uno una manera particular de comportarse y una manera personal de expresarse. Lo que para uno es meritorio, puede ser censurable para otro. A cada cual sus prácticas y costumbres. El amor de Dios está más allá de toda pureza o impureza. Yo no he ordenado la adoración de lo divino para tener un beneficio personal, pues Mi amor es una gracia que concedo a los que me aman. Su glorificación no agrega nada a Mi gloria; son ellos lo que devienen benditos y glorificados por esta gracia. Debes saber que Yo no contemplo la forma exterior de los discursos sino lo que ellos ocultan en su interior. Poco importa que las palabras pronunciadas sean poco respetuosas si el corazón es humilde y puro, pues el corazón es la sustancia que es el solo objeto de Mi atención. Yo deseo un corazón ardiente y no palabras y conceptos. Alumbra un fuego de amor en tu alma, Moisés, y quema toda expresión y todo pensamiento. Porque preocuparse de la forma exterior de las convenciones y de las prácticas es una cosa, privilegiar a aquellos cuyo ser interior arde de amor, es otra.
El credo de amor precisa Rumi está más allá de todas las religiones. Para los verdaderos amantes, la sola religión, la sola fe es Dios. Moisés, presa de remordimientos, pero transportado fuera de sí porque Dios iluminó su corazón con misterios divinos, partió a la búsqueda del pastor para hacerle saber que él podía adorar a Dios como su corazón ardiente lo deseara y que su aparente blasfemia era en el hecho una religión verdadera. Cuando lo encontró y se lo dijo, el pastor exclamó que él había sobrepasado tales preocupaciones y que estaba sumergido desde ahora en el amor divino. El pastor agregó que el impacto de los reproches que Moisés le había dirigido, lo había propulsado más allá del cielo, y que había alcanzado un estado que las palabras no podrían jamás expresar.
Rumi termina la historia aconsejándonos no olvidar que la imagen que se contempla en un espejo no es otra que nuestra propia imagen reflejada en él, y no la imagen del espejo.
En lo que a Dios se refiere insiste Rumi -, cualesquiera sean las palabras utilizadas para glorificarlo, siempre serán tan inadecuadas y poco convenientes como las del pastor de la historia. Si pudiéramos ver las cosas tal como son en realidad, lo comprenderíamos inmediatamente. Así, burlarse o rechazar la adoración que otro profesa a Dios, es dar prueba de arrogancia y de ignorancia.
Esta historia es notable en varios puntos: se puede encontrar allí una descripción de la esencia de la búsqueda espiritual del hombre. Rumi nos dice tres cosas: primero, que las solas condiciones necesarias en el camino hacia Dios son el amor y la sinceridad. Segundo, que aquellos que conciben la espiritualidad a través de otro camino que el amor, como Moisés en esta historia, provocan inevitablemente desorden y conflicto en el mundo. Tercero, que el lenguaje del amor es el más profundo y mucho más universal que cualquier otro lenguaje conocido del hombre. Es verdad que Moisés era un profeta de Dios, pero aún para él, le era indispensable estar iniciado a los misterios del amor a fin de comprender el lenguaje del pastor.
Pero cómo alcanzar un tal estado de amor? En relación a esto, los sufíes citan el verso coránico: Dios ama a los hombres, después los hombres aman a Dios (V. 54), para mostrar que el amor de Dios debe siempre preceder al nuestro. En tanto que Dios no ame a un devoto y no se acuerde de él, será difícil para este recordar a Dios y amarlo. Al mismo tiempo, los sufíes citan la tradición sagrada que dice: Mi devoto se acerca más y más a Mí, acordándose de Mí, hasta que Yo lo amo. Y cuando Yo lo amo, él ve con Mis ojos, escucha con Mis orejas, habla con Mi lengua, coge con Mis manos y camina con Mis pies. Es decir, aunque el amor de Dios debe siempre preceder al nuestro, nosotros debemos sin embargo invocar su nombre y recordarlo, tanto como sea posible, si queremos atraer su atención sobre nosotros.
Para los sufíes, los seres humanos aprenderán en último término cómo amar, practicando el recuerdo de Dios. Recordar a Dios es desapegarse del ego a fin de dejar a Dios tomar posesión del ser; desembarazarse del egoísmo y del egocentrismo y servir a la humanidad sin esperar nada en cambio.
Desgraciadamente, vivimos en una época en la que la mayor parte de la gente recuerda más las canciones de moda, las imágenes publicitarias y las seriales televisivas que a Dios. Todos los valores de nuestra sociedad actual están al servicio de la promoción del ego y de sus ídolos. Los hombres ya no son idólatras en el sentido tradicional del término, pero los ídolos antiguos han sido simplemente reemplazados por nuestros bienes materiales y por individuos. Nuestro objetivo no es realizar a Dios en nosotros mismos, alcanzar los atributos divinos, sino satisfacer nuestros deseos y acumular cada vez más. Entonces, no es sorprendente ver cómo se acrecientan los conflictos nacionales, regionales y étnicos en cada rincón del mundo. Es posible que, más que en cualquier otra época, la falta de armonía exterior en el mundo refleje la falta de armonía interior en cada individuo. Esto se deriva del deseo elemental insatisfecho de los hombres que es el de amar y de ser amados. Hemos olvidado como amar y hemos perdido de vista la Unicidad de la Existencia porque en nuestra vida cotidiana nos hemos olvidado cómo recordar a Dios.
Javad Nurbakhsh
Traducido y extractado por Carmen Bustos de Dr. Javad Nurbakhsh.- Sufism and Psychoanalysis
Más información: Shah, Omar Alí.- Sufismo Hoy.- Ediciones Sufí Shah, Omar Alí.- Sufismo en Occidente.- Editorial Sufí