El Misterio de estar Sano

El Misterio de estar Sano

Ninguno de nosotros es indiferente a la salud. Pero, cuando estamos sanos, raramente sentimos la sensación del asombroso dinamismo que significa estar vivos ni apreciamos el hecho de que existir es algo realmente frágil. Cuando este equilibrio se rompe por la enfermedad, nos quedamos conmocionados hasta un punto inimaginable. El poder ser entonces capaces de efectuar el más simple acto cotidiano nos parece un milagro.

Cuando estamos sanos de nuevo, nos encontramos con una identidad renovada, restableciendo todas las capacidades que dan sentido a nuestra vida, Nos sentimos más que agradecidos, palpándonos como si fuera la primera vez que lo hacemos. Entonces hablamos de sanación. Queremos compartir ese regalo con otros. Pero, qué es estar sanos? Consiste solamente en volver a la vida cotidiana en un estado satisfactorio? Considero que no. Se trata de una alquimia dentro de nuestras células. Volver a estar sanos consiste en vislumbrar el proceso universal de encarnación. Nuestra propia carne vibra con una mayor unión a la vida.

Cuando yo ejercía como médico tradicional me alegraba al contemplar el restablecimiento de la salud en mis pacientes. Pero hoy sé que esto es mucho más que volver al estado anterior. La sanación verdadera significa ampliar el círculo de nuestro ser y hacernos más incluyentes, más capaces de amar. Va más allá de nosotros, va hacia toda la humanidad.

Por qué están unidos a menudo el sufrimiento y la sanación? Es el gran drama de la materia ascendiendo hacia el espíritu y del espíritu encarnándose en la materia. Es el sufrimiento el proceso por el cual los viejos recuerdos incrustados en nuestra carne son traídos gradualmente a nuestra consciencia? Quizás, si no hubiera sufrimiento, podríamos dejar nuestro cuerpo atrás en nuestro viaje de transformación. Podríamos salir volando de este mundo como espíritus etéreos, y todo sería placentero y perfecto.

Pero aún más maravilloso es el hecho de que no salgamos volando. Nuestra consciencia crece precisamente porque no puede desligarse de la carne. La consciencia es traída a la tierra como lo es la humanidad mortal. Todas las grandes verdades metafísicas se hacen palpables en la paradoja que significa la vida de todos los días. He aquí un enorme desafío al que rara vez nos enfrentamos. Pero, de vez en cuando, gracias a la enfermedad uno de nosotros se introduce auténticamente en ese drama grande y misterioso que culmina en una sanación. Y cuanto mayor es la sanación, más plenamente nos vuelve a sumergir en la vida.

La creatividad en Personas Autorrealizadas

La creatividad en Personas Autorrealizadas

Tuve que cambiar mis ideas acerca de la creatividad en cuanto comencé el estudio de personas que eran positivamente saludables, altamente desarrolladas y maduras, autorrealizadas. Tuve que renunciar a mis conceptos estereotipados de que la salud, el genio, el talento y la productividad eran sinónimos. Una considerable proporción de mis sujetos, aunque saludables y creativos en un sentido particular que ya describiré, no eran productivos en el sentido habitual, ni tenían gran talento o genio, ni eran poetas, compositores, inventores, artistas o intelectuales creativos. También era obvio que algunos de los grandes talentos de la humanidad evidentemente no eran personas psicológicamente saludables, como Wagner, Van Gogh o Byron. Algunos lo eran y algunos no. Eso estaba claro. Muy pronto tuve que llegar a la conclusión
de que el gran talento era no sólo relativamente independiente de la virtud o de un sano carácter, sino que además sabíamos muy poco acerca de él. Hay, por ejemplo, alguna evidencia de que el gran talento musical o matemático es más heredado que adquirido. Parecía claro entonces que la salud y un talento especial eran variables separadas, tal vez sólo levemente relacionadas, tal vez no. Podemos asimismo admitir que, en principio, la psicología sabe muy poco acerca del talento especial de tipo genio. No diré más acerca de esto, circunscribiéndome en cambio a ese tipo de creatividad más vasta que es la herencia universal de cada ser humano que nace, y que parece tener algo que ver con la salud psicológica.

Además, pronto descubrí que, como la mayoría de la gente, había estado pensando en la creatividad en términos productivos, y que, en segundo lugar, había confinado inconscientemente la creatividad a ciertas áreas convencionales del esfuerzo humano, asumiendo inconscientemente que cualquier pintor, cualquier poeta, cualquier compositor, estaba llevando una vida creativa. Artistas, científicos, inventores, escritores, podían ser creativos, Y nadie más. Inconscientemente había asumido que la creatividad era la prerrogativa exclusiva de ciertos profesionales.

Pero estas expectativas fueron destruidas por varios de mis sujetos. Por ejemplo: una mujer poco letrada, de situación modesta, ama de casa y madre a tiempo completo, no hizo ninguna de estas cosas convencionalmente creativas. Así y todo fue una maravillosa cocinera, madre, esposa y ama de casa. Con muy poco dinero, su casa estaba de algún modo siempre bella. Era una perfecta anfitriona. Sus comidas eran banquetes. Su gusto en telas, platería, cristales, vajilla y amoblado era impecable. En todas estas áreas ella era original, novedosa, ingeniosa, inesperada, inventiva. Tuve que llamarla creativa. Aprendí de ella, y de otros como ella, que una sopa de primera clase es más creativa que una pintura de segunda clase, y que, generalmente, la cocina, o la maternidad, o las labores domésticas podían ser creativas y que no necesariamente la poesía lo es. Esta incluso podía ser no creativa.

Otra de mis sujetos se dedicaba a lo que podría ser llamado servicio social en el más amplio sentido de la palabra. Vendando heridas, auxiliando a los despojados, no sólo en forma personal, sino en una organización que ayudaba a mucha más gente de la que ella individualmente podría.

Otro era un psiquiatra, un clínico puro que jamás escribió nada o creó alguna teoría o investigación, pero que disfrutaba en su diario trabajo de ayudar a la gente a crearse a sí mismos. Este hombre se aproximaba a cada paciente como si fuera único en el mundo, sin jerga, expectativas o presuposiciones, con inocencia
y candor e incluso gran sabiduría, al estilo taoísta. Cada paciente era un ser humano único y, por lo tanto, un problema completamente nuevo para ser entendido y resuelto, en una forma totalmente nueva. Su gran éxito, aun con casos muy difíciles, validaba su manera creativa -más que estereotipada u ortodoxa- de hacer las cosas. De otro hombre aprendí que emprender una organización mercantil podía ser una actividad creativa. De un joven atleta aprendí que una maniobra perfecta podía ser un producto tan estético como un soneto, y que es posible aproximarse a ella con el mismo espíritu creativo.

Una vez se me aclaró que una competente chelista, que yo había considerado reflexivamente como creativa -acaso porque la asociaba con música creativa o compositores creativos?- en realidad sólo tocaba bien
lo que otro había escrito, Ella era una intérprete, como lo es el actor o comediante habitual. Un buen mueblista o jardinero o modisto podría ser realmente más creativo. Yo tenía que hacer un juicio individual en cada instancia, ya que casi cualquier rol o trabajo podía ser tanto creativo como no creativo.

En otras palabras, aprendí a aplicar la palabra creativo -y también la palabra estética- no sólo a productos, sino también en una forma caracterológica a la gente, a las actividades, procesos y aptitudes. Y además llegué a aplicar la palabra creativo a muchos productos distintos de los modelos convencionalmente aceptados como poemas, teorías, novelas, experimentos o pinturas.

La consecuencia fue que encontré necesario distinguir la creatividad como talento particular de la creatividad autorrealizante (AR) que emana más directamente de la personalidad, y que se exhibe ampliamente en las actividades habituales de la vida, por ejemplo, en cierto tipo de humor. Aparecía como una tendencia a hacer cualquier cosa creativamente, como ser labores domésticas, enseñanza, etc. Frecuentemente aparecía como que un aspecto esencial de la creatividad AR era un tipo especial de perceptividad -esto lo vemos en el niño de la fábula que captó que el rey no tenía ropas- lo que también contradice la noción de creatividad como productos. Esta gente puede ver lo fresco, lo nuevo, lo concreto, lo ideográfico, tan bien como lo genérico, lo abstracto, lo destacado, lo categorizado, y lo clasificado. Consecuentemente, ellos viven mucho más en el mundo real de lo natural que en el verbalizado de los conceptos, abstracciones, expectativas, creencias y estereotipos que la mayoría de la gente confunde con el mundo real, Esto está muy bien expresado en la frase de Rogers: apertura a la experiencia.

Todos mis sujetos eran más espontáneos y expresivos que la gente promedio. Eran más naturales, menos controlados e inhibidos en su comportamiento, el que parecía fluir más fácil y libremente y con menores bloqueos y autocrítica. Esta habilidad para expresar ideas e impulsos sin obstrucción ni temor al ridículo resultó ser un aspecto esencial de la creatividad AR. Rogers lo ha expresado en forma excelente como persona plenamente funcionante .

Otra observación fue que la creatividad AR era en muchos aspectos como la creatividad de los niños felices y seguros. Era espontánea, sin esfuerzo, inocente, fácil, una especie de libertad de estereotipos y clichés. Parecía provenir en gran medida de una inocente libertad de percepción, de una inocente y desinhibida espontaneidad y expresividad. Casi cualquier niño puede percibir más libremente, sin expectativas a priori, acerca de lo que puede o debe ser esto o aquello, o de lo que siempre ha estado allí. Y casi cualquier niño puede componer una canción, un poema, un baile, una pintura, un acertijo o un juego con el estímulo del momento, sin planificación o intento previos.

Era en este sentido infantil que mis sujetos eran creativos. Para evitar malentendidos, ya que mis sujetos no eran niños -todos estaban entre los 50 y los 60- tengo que decir que ellos habían conservado o recobrado al menos estos dos aspectos principales de la infancia: no estaban rotulados, sino abiertos a la experiencia, y eran fácilmente espontáneos y expresivos, Si los niños son ingenuos, entonces mis sujetos habían obtenido una segunda ingenuidad, como la llamaba Santayana. Su inocencia de percepción y expresividad estaba combinada con mentes adultas.

En cualquier caso, esto suena como si estuviéramos tratando con una característica fundamental, inherente a la naturaleza humana, una potencialidad que ha sido dada a todos o a la mayoría de los seres humanos al nacer, la que es a menudo perdida o sepultada o inhibida en cuanto la persona es educada.

Mis sujetos eran además diferentes de la persona promedio en otra característica que hace más probable
la creatividad. Las personas AR no se atemorizan por lo desconocido, lo misterioso, lo enigmático, y a menudo son positivamente atraídas por esto. Lo escogen para escudriñarlo, analizarlo o absorberse en ello. No desdeñan lo desconocido, no lo ignoran, no huyen, ni tratan de creer que en verdad es conocido. Tampoco lo organizan, o dicotomizan o rotulan prematuramente. No se aferran a lo familiar, ni su búsqueda de la verdad es una necesidad catastrófica de certeza, seguridad, delimitación y orden, como lo vemos en
el daño cerebral severo de Goldstein o en el neurótico compulsivo-obsesivo. Ellos pueden -cuando la situación objetiva lo requiere- ser cómodamente desordenados, desparramados, anárquicos, caóticos, vagos, dubitativos, imprecisos, indefinidos, inexactos o incorrectos. Todo esto es, en ciertos momentos, deseable en ciencia, arte, o en la vida en general.

De este modo resulta que la duda, las tentativas, la incertidumbre, con su consecuente necesidad de aplazar decisiones -lo que para la mayoría es una tortura- puede ser para algunos un desafío placenteramente estimulante, un nivel alto en la vida más que uno bajo.

Una observación que hice me ha complicado por muchos años, pero ahora comienzo a entenderla. Era la
que describí como la resolución de las dicotomías en gente autorrealizada. Yo tenía que ver en forma diferente muchas de las oposiciones y polaridades que todos los psicólogos habían considerado como una línea recta continua. Por ejemplo, no podía decidir si mis sujetos eran egoístas o no. Eran muy generosos
en un sentido y muy egoístas en otro. Y estas dos características estaban fusionadas, no como incompatibles, sino más bien como una unidad o síntesis sensible, dinámica. Habían reunido los opuestos de tal manera como para hacerme notar que la consideración del egoísmo y del no-egoísmo como contrarios mutuamente excluyentes, es propia de un bajo nivel de desarrollo de la personalidad. Mis sujetos tenían también muchas otras dicotomías resueltas en unidades: conocimiento versus acción, corazón versus cabeza, deseos versus hechos. Estas se estructuraban tal como el deber se volvía placer y el placer se fundía con el deber. La distinción entre trabajo y diversión llegó a ser imperceptible. Cómo podría, el hedonismo egoísta, ser opuesto al altruísmo, cuando este último se convierte en egoísmo placentero? Las personas más maduras de todas fueron también marcadamente infantiles. Estas mismas personas, los egos más poderosos y más definidamente singulares, eran también aquellos que podían ser fácilmente los más carentes de ego, autotrascendentes y enfocados en los problemas.

Esto es precisamente lo que hace el gran artista. El es capaz de reunir colores antagónicos, formas que luchan entre sí, disonancias de todas clases, en una unidad. Y es también lo que hace el gran teórico cuando junta hechos dispersos e inconexos de modo que vemos que verdaderamente se pertenecen entre sí. Y así también el gran estadista, el gran terapeuta, el gran filósofo, el gran progenitor, el gran inventor. Todos ellos son integradores, capaces de unificar elementos separados e incluso opuestos.

Hablamos aquí de la habilidad para integrar y de la capacidad para moverse entre la integración interior de la persona y su habilidad para hacer esto mismo en cualquier actividad que esté desempeñando en el mundo. Tanto como la creatividad es constructiva, sintetizadora, unificadora e integradora, tanto depende de la integración interna de la persona.

Tratando de resolver por qué todo esto era así, me pareció que gran parte de ello podía ser atribuido a la relativa ausencia de miedo en mis sujetos. Seguramente ellos estaban poco socializados; es decir, parecían temer menos lo que otra gente pudiera decir, preguntar, o burlarse. Tenían menos necesidad de otras personas, y, por lo tanto, al ser menos dependientes podían ser menos temerosos y menos hostiles en relación a ellas. Quizás lo más importante, sin embargo, era su carencia de temor con respecto a sus propia intimidad, sus propios impulsos, emociones, pensamientos. Se aceptaban más a ellos mismos que lo que lo hace el promedio. Es esta aprobación y aceptación de su naturaleza más profunda la que hacía más posible el percibir valientemente la realidad del mundo. Es también lo que hacía más espontáneo su comportamiento, menos controlado, menos inhibido, menos planificado, menos predispuesto y diseñado. Eran menos temerosos de sus propios pensamientos aun cuando éstos parecieran chiflados necios o alocados. Tenían menos miedo de ser motivo de burla o desaprobación. Podían permitirse ser inundados
por la emoción. Al contrario, la gente promedio y la neurótica reprime el miedo tanto como se miente a sí misma. Esas personas controlan, inhiben, reprimen y suprimen. Ellas desaprueban su más auténtico Yo y esperan que los demás también lo hagan.

Lo que efectivamente estoy diciendo es que la creatividad de mis sujetos parecía ser un epifenómeno de su mayor totalidad e integración, que es lo que implica la autoaceptación. La guerra civil entre las fuerzas internas profundas y aquellas de defensa y control, dentro de las personas comunes, parecen haber sido resueltas por mis sujetos y por eso están menos divididos. Como resultado, más de ellos mismos está disponible para su uso, para su disfrute y propósitos creativos. Ellos desperdician menos de su tiempo y energía, protegiéndose de ellos mismos.

Por otra parte, lo que sabemos de las experiencias-cumbre sustenta y enriquece estas conclusiones. Son experiencias integrantes e integradas con el mundo percibido, En ellas encontramos incrementada la apertura a la experiencia, la espontaneidad y la expresividad. Asimismo, considerando que un aspecto de esta integración dentro de la persona es la aceptación y mayor disponibilidad de su ser esencial, las profundas raíces de la creatividad se vuelven más disponibles para su uso.

Abraham Maslow

Extractado por Silvia Rodríguez de
La Personalidad Creadora.-– Kairós
El Hombre Autorrealizado.- Kairós

El Misterioso Vacío

El Misterioso Vacío

La única existencia de la Mente Cósmica es un vasto vacío, y cuando la Mente Universal se encuentra entre dos períodos cósmicos, también se sumerge en ese inconcebible e insondable vacío. Este Vacío trasciende toda la relatividad inseparablemente asociada a la personalidad, sólo puede ser captado por una facultad intuitiva interior y superior.


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La Nada es el equivalente de la Realidad de aquel Vacío, es la base sobre la que se levanta toda nuestra experiencia del estado de vigilia, del dormir y del soñar y, si lo captamos profundamente, se resuelve el enigma de la existencia.La mente no puede representarse en absoluto el Vacío, porque cuando cree que lo ha logrado, todavía está allí la mente que piensa en el Vacío, y por ello en ese mismo momento mismo, lo llena. Al decir que todo es oscuridad está afirmando la existencia de su propia luz.

El significado metafísico de los pensamientos estriba en el Pensamiento. Es una ilusión nuestra el que la Mente parezca una “nada” porque ella es la inconmovible realidad que permanece cuando todo lo demás se ha eliminado. La noción de completa inexistencia es, por lo tanto, ilusoria.

El Vacío es algo único, pues ni siquiera podemos oponer la idea de Plenitud, ésta está contenida en aquél. El Vacío carece sólo de las apariencias individuales y separadas, pero no carece de realidad universal, que es su naturaleza original. Un sabio chino expresa: “La misteriosa cualidad de la Esencia de la mente es que, aunque podemos mirar hacia ella, no podemos verla”.

Psicológicamente, el vacío significa la pureza de la mente, en la cual ésta carece de todo colorido de la imaginación creadora, lo que significa la cesación de toda consciencia terrenal, la desaparición de las apariencias fenoménicas, ya que sólo deja el mundo de la Realidad permanente, inaprehensible para las manos o el pensamiento. Las cosas son las “formas” transitorias que la Esencia Mental permanente asume. Como formas están destinadas a desaparecer, pero como esencia, su destino es durar eternamente.

La Ciencia del Misticismo

La Ciencia del Misticismo

He llamado una ciencia al estudio del misticismo; pero probablemente es más correcto decir que se ha desarrollado durante muchos siglos. El autor del Eclesiastés no estaba totalmente errado cuando señaló que no hay nada nuevo bajo el sol, y algunos atisbos de una verdadera ciencia del misticismo – en un sentido rigurosamente cientifico – ha existido en occidente durante dos mil años. El psicoanálisis, el estudio de las ondas cerebrales, los viajes al interior del ser humano y la experimentación con drogas, están dándole una vitalidad renovada a un estudio que tiene profundas raíces en la tradición.

Estamos tan conscientes de la catastrófica grieta entre ciencia y religión que fácilmente olvidamos la armonía que antiguamente existió entre ambas. Los monjes eran los precursores de los cientificos modernos y sus monasterios, hasta el Renacimiento, eran los principales centros de estudio occidentales, en los cuales no se hacía distinción entre la filosofía y la llamada ciencia natural. Fue un monje, el venerable Bede, quien propuso en el siglo VII la noción de que la tierra era redonda. Alberto Magnus y su discípulo Tomas de Aquino, en el siglo XIII, especularon acerca de la naturaleza del universo; Galileo y Copérnico, tan malamente tratados por las autoridades eclesiásticas, fueron educados y nutridos en la vida monástica, Roger Bacon, un fraile franciscano, que es responsable del inicio del llamado método científico, escribió que “el verdadero científico debe someter todas las cosas que halla en el cielo y bajo
él a la experimentación”. Le avergonzaba darse cuenta que no sabía más del mundo que lo que el promedio de la gente sabe. También está Nicolás de Cusa, un matemático, místico y obispo. Y muchos otros que dedicaron sus vidas a la ciencia. Y digo todo esto para enfatizar que el interés científico tiene profundas raíces en el occidente religioso.

Este acercamiento científico también influyó sobre la oración y los estados místicos; así fue que surgió un cuerpo de enseñanza para el desarrollo de la consciencia en la vida contemplativa acerca de los diversos estados de meditación, el éxtasis, las visiones, y cómo manejarlos, la posibilidad de la ilusión, y todo eso. Así fueron elaborados algunos grandes tratados científicos.

Me gustaría decir algo acerca de uno de los grandes científicos del misticismo, el jesuita francés Augusto Poulain (1836-1919), cuyo monumental trabajo Las Virtudes de las Oración, escrito a comienzos de siglo, permanece como un clásico. Poulain insistía en que estaba escribiendo lo que él llamaba misticismo descriptivo, que consistía en la obtención de datos, su análisis riguroso, el examen de la evidencia y la deducción de conclusiones. Para ello leyó meticulosamente los trabajos de los clásicos, entrevistó a cientos de místicos a través de Francia y reflexionó sobre sus propias experiencias místicas, que no eran pocas. Siendo el gran maestro espiritual que era, estaba convencido de que Francia abundaba en gente esforzada, místicos potenciales, que necesitaban un poco de ayuda. Para ellos quiso escribir un manual práctico con su propia experiencia y la de la gente que él guíaba y amaba. En los últimos cuarenta años escribe – he hecho un estudio de estos asuntos. He leído una gran cantidad de tratados, he interrogado a
un gran número de personas que poseen los dones de la oración interior, y a otros que equivocadamente pensaron que los poseían cuando en verdad no era así. El trato con estos últimos también es útil. Esta última frase es típica de la penetración sagaz que mantiene el entusiasmo en medio de la formalidad del saber místico que llena sus páginas.

Para Poulain, el misticismo descriptivo depende de dos tipos de material. Primero las descripciones encontradas en los grandes escritores clásicos, y segundo, la evidencia aportada por la experiencia individual de personas vivas. Ambas son indispensables y cada una echa luz sobre la otra. El insistía en que hay muchos pasajes en los escritos de los místicos que sólo pueden ser entendidos por alguien que haya tenido una experiencia similar, En esta investigación ningún aspecto del misticismo se ha descuidado: las repercusiones físicas, los efectos sobre la salud, la influencia en las relaciones interpersonales, las posibles aberraciones, todo es examinado. También agrega una sección de extractos que escogió de entre sus largas y minuciosas lecturas de los místicos occidentales; estos extractos constituyen una verdadera mina de oro para los buscadores modernos en el campo de la consciencia. En cuanto a la experimentación de laboratorio, parece haber conocido algo acerca de ello, de acuerdo al ambiente científico de su tiempo. Hablando del éxtasis, por ejemplo, señala que el ritmo cardíaco es débil y la respiración tan ligera que es dificil incluso detectarla, como puede verse en los numerosos experimentos hechos con gran cuidado en personas en éxtasis. Lo que estos experimentos fueron, él no lo dice, y yo no me siento capaz de imaginarlo, pero sería algo verdaderamente interesante de conocer. Estos son caminos transitados también por Tomio Hirai, Elmer Green, Joe Kamiya, entre otros, todos buscadores de una larga tradición exploradora en el conocimiento de la meditación.

Además para Poulain el misticismo, lejos de ser una ciencia estática, era algo en constante evolución. Se habría desarrollado lentamente a través de los tiempos, y su evolución seguía en el futuro:

Vemos que en el curso de los siglos las descripciones se hacen más y más precisas. Los autores llegan a distinguir, gradual aunque muy lentamente, los estados de consciencia que habían sido previamente confundidos; y también descubren mejores comparaciones con que describirlos. A este respecto, el misticismo participa en el movimiento de progreso que puede ser observado en todas las ciencias descriptivas. No hay razones para pensar que no habrá más progresos, Nuestros sucesores lo harán mejor que nosotros. Y es en este sentido que el misticismo tiene un futuro.

No hay en todo esto algo de profético? Para Poulain, los escritos de Santa Teresa de Avila, en el siglo XVI en España, son un hito en el desarrollo de la consciencia mística y su estudio científico. El señala qué Santa Teresa fue la primera en analizar minuciosamente los estados de consciencia que preceden al éxtasis; y él constantemente apela al penetrante análisis psicológico de Teresa. Afirmando que hay dos grandes eras en el desarrollo del misticismio, una antes y hasta la muerte de Santa Teresa de Avila y la otra desde su muerte hasta su propia época, él continúa:

Durante el primer período, los místicos dedicaban su atención sólo a aquellos hechos que eran evidentes: éxtasis, visiones de Cristo y los santos, revelaciones del tipo de las de Santa Gertrudis o Santa Brígida. Pero los estados de unión en el camino al éxtasis eran más difíciles de analizar, como sucede siempre con las cosas más rudimentarias. Así sus ideas de estos estados eran muy vagas, sus descripciones fueron breves y confusas, y fallaron en distinguir entre estados de consciencia que eran diferentes. Por ejemplo,
la Beata Angela de Foligno, cuyos escritos contienen bellos pasajes acerca de asuntos como los arrobamientos y visiones, no nos dice casi nada acerca de otros estados de consciencia. Lo mismo es cierto para Dionisio el Areopagita, Ruysbroeck, y otros. Hablando de las primeras fases, ellos quedaban conformes con anotaciones tan vagas como: uno encuentra que ha sido poseído por una indudable dulzura.

Fue Santa Teresa la primera en abordar el problema de estudiar los estados de consciencia previos al éxtasis bajo el microscopio. Su contribución personal es valiosa y, a este respecto, ella provocó una verdadera revolución. Nos ha hecho un gran servicio, porque estos estados de consciencia son los más comunes. Y además de su capacidad de descripción, ella tenía una gran habilidad para la clasificación.

Cuánto sentido histórico tenía Poulain ! Y junto con el sentido del pasado, él tenía sentido del futuro. El misticismo – se lamenta Poulain – no ha hecho casi ningún progreso desde los tiempos de Santa Teresa. Escasamente se han descubierto nuevos hechos, y los autores han estado preocupados explicando y coordinando lo que ya ha sido descubierto.

Poulain escribía a principios de siglo. Poco podía saber acerca de que la ciencia del misticismo. Estaba al borde de un terremoto que la estremecería hasta los cimientos, y que hacía que la revolución Teresiana pareciera un ínfimo temblor. Me refiero al impacto del psicoanálisis, al encuentro entre el cristianismo y las religiones del oriente, al descubrimiento de las ondas cerebrales, a la popularidad de la
bio-retroalimentación y a la investigación con drogas. Cuántos nuevos hechos enmergen ahora para occidente a través de nuestro conocimiento de Ramakrishna, Aurobindo y Dogen! Cuánta contribución se ha hecho a través del creciente conocimiento de la meditación Budista, con sus divisiones y subdivisiones de estados de consciencia, que Santa Teresa no conoció o que, en todo caso, no describió! Y también la nueva luz arrojada por los astronautas y los viajes espaciales. Es verdad que Poulain tuvo algún destello de conocimiento de estudios psicológicos y neurológicos, y que él fue consciente de la existencia del misticismo en oriente. Pero él fue un hombre de su tiempo, limitado por el medio en el que vivía. Muchas de sus observaciones en estas materias son actualmente anticuadas y es claro que él no tenía el espíritu de diálogo que nosotros ahora damos por supuesto.

Al mismo tiempo, las investigaciones de Poulain difieren de las de sus contemporáneos científicos en que
él incluye una dimensión profundamente religiosa. En los místicos a quienes guió e interrogó, las dimensiones concernientes a la fe, la caridad y sus motivaciones fundamentales eran de gran importancia, pero era menos fácil ponerlas bajo el microscopio. Aquí hay una total dimensión de misterio que la investigación científica no puede tocar. Para el místico tradicional, el real centro de su práctica es la pureza de motivación y es en ella que busca lo esencial con lo que fue llamado puro y casto amor. Pero no hay una manera humana de juzgar la motivación de otro, por lo tanto, No juzgueis y no sereis juzgados- ni podemos tener certeza acerca de nuestras propias motivaciones. Es por eso que enfrentamos el misterio
en una relación de amor, donde el Amado es las montañas, los boscosos valles solitarios, las islas exóticas, la música silenciosa … No hay forma de medir ni programar ningún amor, mucho menos el divino.

Nuevamente nos limita este sobrecogedor misterio de un ejercicio construído sobre la creencia de que la realidad última es dinámica, que se mueve hacia nosotros y que nosotros nos movemos hacia ella, que nos busca antes de que nosotros la busquemos. Y los místicos dirigidos por Poulain creyeron no sólo que la realidad última es dinámica, sino que además tiene un rostro, un corazón, un nombre, Toda la tradición mística en la que Poulain se sostiene, se basa en la sentencia: Lo amamos (a Dios) porque El nos amó primero (Juan, 4 :19). Es decir que hay una acción previa de la realidad última invitando al hombre a la sabiduría contemplativa, y el camino místico es una respuesta a este llamado. Lo que significa que existe otro actor en el drama y que nosotros debemos contar con la acción de su amor, Esto es llamado, técnicamente, Gracia.

Algo como la Gracia debe ser tomado en consideración en las vidas de todos los grandes místicos, ya sean judíos, cristianos, hindúes o budistas. Seguramente el Budismo Zen rechaza tal ideas y se jacta en su autoconfianza, llamada jiriki en Japonés. Aun aquí los maestros suelen tener pensamientos ambivalentes. En uno de nuestros diálogos zen-cristianos, un maestro anciano muy reputado comparó brillantemente al polluelo saliendo del cascarón. Por mucho que empuje dijo – el débil polluelo no puede emerger hacia la libertad a no ser que la madre picotee la cáscara desde afuera. Esto es equivalente a lo que los cristianos llaman gracia. Algo similar es encontrado en los famosos cuadros de la domesticación de la vaca que describen el trayecto zen hacia el despertar. Aquí el buscador debe ver las huellas y sentir la atracción de la vaca antes de emprender su ardua jornada.

El asunto es que, a no ser que esta misteriosa dimensión religiosa sea tomada en consideración en la experiencia mística y en la meditación profunda, el cuadro será falsificado. Seguramente, este es el caso
en la oración judía y cristiana. Aquí estamos siempre confrontados con un incalculable elemento de misterio porque dos agentes autónomos están de algún modo involucrados.

Preservar el equilibrio entre la dimensión estrictamente científica, por un lado, y la religiosa y teológica,
por el otro, está lejos de ser fácil. Aunque la ortodoxia de Poulain nunca fue cuestionada, existía una escuela rival de teólogos especulativos quienes, mirando con recelo su metodología, se abocaron al misticismo casi exclusivamente desde el punto de vista de las escrituras y el dogma. Aunque este acercamiento tenga gran validez – la que admite explícitamente Poulain – puede tener la desventaja de hablar acerca de lo que los místicos podrían experimentar o de lo que a los teólogos les gustaría experimentar por sí mismos, o sea, no había conocimiento de primera mano, como en el caso de Poulain. Además, los teólogos de esta escuela hablaban un lenguaje y usaban una terminología que otros pobres mortales, incluyendo a los científicos, remotamente podían entender. Lo más desastroso de todo esto fue que esta escuela de teología, que prevaleció en los seminarios y que escribió los libros de texto, obtuvo el “Imprimatur” e influyó en el pensamiento teológico. Cuando la moderna corriente de interés por el misticismo oriental y los estados de consciencia arrasó en occidente, los teólogos místicos ya casi habían perdido contacto. Lo que decían no sonaba muy significativo; y muchos científicos que trabajan en el campo de la consciencia han descartado a los místicos occidentales por triviales o irrelevantes. Ahora los teólogos han sido enfrentados con la poco envidiable tarea de recoger los pedazos.

Poulain fue un hombre claramente adelantado para su tiempo. Si se me pidiera definir su papel, yo no lo llamaría un científico sino más bien un teólogo místico abierto al diálogo con la ciencia y con el mundo de
su tiempo. Lo llamo un teólogo porque su interés primordial se centró en la acción divina sobre la vida de aquellos a quienes conducía. En otras palabras, su primer interés fue trabajar en la gracia y en la comunicación de Dios con el hombre, materias que aprendió de las escrituras, de la tradición, de los escritos de los místicos, de las íntimas revelaciones de sus dirigidos, y de la acción del Espíritu sobre su propio corazón. Pero también él percibía atentamente la importancia vital de lo que ahora llamamos neurofisiología y psicofisiología. Fue suficientemente sagaz como para ver que tanto como el teólogo moral no puede rechazar la psicología, la economía y las otras ciencias cercanas a su especialidad, así también
el teólogo místico tampoco puede rechazar las ciencias tangentes a su campo. El vio la necesidad de un acercamiento interdisciplinario; en este sentido abre el camino a lo largo del cual la futura investigación en misticismo debe caminar. Este es el camino del diálogo.

El futuro del misticismo bien puede estar en la balanza. Podría ser brillante o un tanto oscuro debido al enorme potencial espiritual que será desatado a medida que la raza humana se vuelva progresivamente
más mística. Déjenme mirar el lado brillante. El misticismo puede ser un factor unificador en un mundo que busca la totalidad. Ya se ha hecho mucho en relación a reunir las grandes religiones. Hoy vemos que hindúes y cristianos, budistas y judíos, pueden dialogar y entenderse mejor el uno al otro a nivel de la experiencia mística que a nivel de la filosofía. Pero el misticismo puede ser un motivo de encuentro no sólo para los creyentes de las diversas religiones sino también para los científicos y los estudiosos de caminos espirituales. Estos últimos acceden al problema a nivel de misterio, de importancia última, de transcendencia; y ellos pueden dialogar con aquellos que se aproximan al mismo problema, como psicólogos, psiquiatras, neurólogos, físicos, biólogos y demás. Quién puede dudar de que tenemos una gran necesidad de alguna ciencia unificadora? Y el misticismo puede muy bien ser la respuesta.

William Johnston S. J.

Traducido y extractado por Silvia Rodríguez de
William Johnston.- Silent Music
Harper & Row, Publishers
San Francisco

El Misticismo Judío

El Misticismo Judío

Provengo de una tradición mística Hasídica, y en ella uno está muy consciente del hecho de que el mundo ha sido creado en armonía, y que el objeto y propósito de cada ser humano es conservarlo así. Y a menos que estemos armonizados con el día, el día nos ignorará. Este es el motivo de todas las frustraciones, ansiedades y tragedias.

De ese modo, cada mañana al despertar, cada niño – desde el instante en el que comienza a aprender a hablar – aprende una oración de afirmación. Algunos de ustedes que tengan antecedentes judíos – y que no los hayan negado aún – lo pueden recordar. Es una simple oración de agradecimiento porque mi alma me ha sido devuelta, y con esta afirmación, soy parte de la armonía de este día.

Pienso estar en armonía esta noche, y me gustaría pedirles que se me unan en una oración tomada de los Salmos, diciendo conmigo: Este es un día de luz y de gozo, un día de perfecta realización. Algo parecido se hace también en Yoga. He estado practicando Yoga por más de doce años.

Como una preparación para los estudios místicos, tenemos presente además la unidad del ser total. Y en atención a purificar el cuerpo – no a limpiarlo – los místicos realizan un baño ritual especial con este objeto. Bañaré los dedos porque ellos representan al cuerpo completo. Es aquí donde todo comienza y todo termina. Más aún, los diez dedos son símbolo de los diez atributos de Dios en la Kábala. Si me siguen, ustedes deberían sentir la frescura del agua en todo el cuerpo. Y así preparamos el cuerpo para el estudio de la Kábala.

Ahora tenemos que preparar la mente. Ella es símbolo de luz, como está dicho en la Biblia. Necesitamos
luz. Ustedes conocen la frase usada cuando dos personas tienen una discusión, o un así llamado diálogo,
y uno trata de convencer al otro, y finalmente el otro dice: Oh, sí, ahora lo veo. Y entendemos, comprendemos. La luz viene. Esta es parte de la luz eterna en cada uno de nosotros. Por eso encendemos velas en nuestras sesiones. Encendemos dos, como lo hacen en cada casa judía en los días de fiesta, y aquí en el misticismo, y en la Kábala las dos velas son simbólicas de las dos inclinaciones en cada uno de nosotros.