El sendero del Misticismo.

El Misticismo Cristiano:

De acuerdo con el pasado, este es un sendero de desprendimiento, de vida ascética, de profunda contemplación u oración; pero ante todo y sobre todas las cosas es un sendero de amor. Tenemos que ver en qué forma estos principios fueron llevados a la práctica por los que aseguran haber tenido dichas experiencias, y podremos comprenderlos y aceptarlos.

Es muy conocido el refrán que dice muchos caminos conducen al centro, y si agrego que esos caminos son directos, sería simplemente una derivación del simbolismo, que actúa desde la circunferencia hacia el centro.

Una de las lecciones prácticas que nos dan la vida y el simbolismo consiste en que no debemos decir que sólo hay un solo camino. Esto debe ser así porque en cierto sentido es verdad. Siempre existe cierta especie de dedicación, una vida santificada, un esfuerzo de la voluntad, una actuación fervorosa, un amor transmutador. De aquí que si todo esto es el sendero como verdadera y seguramente lo es entonces podemos afirmar que el sendero es sólo uno, y que todos los que lo han hollado han adquirido verdadero conocimiento. Pero si se afirma que la vía dolorosa de la vida ascética es el sendero que todos debemos seguir, sostengo que quien lo afirma yerra; mientras que si otros sostienen, por error o entusiasmo, que él está lejos de ser el único, también yerran al condenar un método que ha hecho progresar a muchas personas a través de las épocas y las naciones.

Pasando a un aspecto diferente en el reino de las imágenes, no es correcto hablar en sentido estricto sobre el verdadero sendero, diciendo que es el de la crucifixión, aunque en ello hay un simbolismo viviente, porque el progreso del místico puede ser descrito con gran variedad de emblemas. A pesar de los testimonios gloriosos, nos atrevemos a decir que tal forma de describirlo no es la mejor, porque se presta a una mala interpretación. Es como si dijéramos que el sufrimiento fuera la esencia del progreso, cuando a veces es sólo un accidente. La verdad es que la vida es individual, y que a cada uno se le dará el sendero que merece.

En el catolicismo será uno el sendero, pero en lo particular sus variaciones pueden ser infinitas. El que es lisiado y camina, lo hace distinto de aquel que no lo es o que va a caballo, aunque los tres puedan tomar el mismo camino. Cada hombre admitirá, si está bien orientado, que el sufrimiento se resuelve en gloria, y que la voluntad a cierta altura no conoce la cruz. No obstante, si nos apegamos al simbolismo y hablamos del camino de la cruz, necesariamente llega el momento de la crucifixión y allí comienza el camino. Hay otra fase que es el descendimiento de la cruz y donde la crucifixión termina. Finalmente, si aquello que muere en nosotros al término de la vida crucificada no nos pertenece, hay que comprender que vivir indebidamente en la pasión o en la cruz, es atribuirle demasiada importancia a lo que no nos pertenece, pero que está en nosotros, como si fuera nuestro y muere al liberarnos. Por lo tanto, aplicamos mal nuestra compasión con respecto a los dolores y penas. También es verdad que no existe más cruz que la de la purificación y que la muerte es la depuración final. Algunos se dan cuenta que la cruz la crean ellos mismos, y entonces dejan de cargarla.

Respecto a su naturaleza esencial, el sentido correcto del sendero indica que este es un camino interno. Como tal, es un camino en la consciencia, aceptando la palabra sendero como un proceso que nos conduce a una experiencia. Ella es universal para todas las épocas y pueblos; no está encerrada dentro de los límites de una fe o de un grupo de elegidos. Los desarrollos difieren, pero la naturaleza esencial es la misma en todas partes, aunque no ha llevado a todos a las mismas conclusiones. El campo de la consciencia no se halla limitado en sus experiencias, sino que permanece tal cual es. Ningún hombre se sale de su consciencia en las experiencias místicas, como ninguno vuelve a ella. Es el yo adquiriendo conocimiento de Dios. Cuando la consciencia se pierde por algún accidente físico, se debe a que el cerebro ha sido dañado. La facultad de la consciencia es diferente que el vehículo a través del cual actúa para relacionarse con el mundo externo.

Consideremos en primer lugar el consejo principal que se nos da en el sendero. La preparación del alma para llegar al misticismo se efectúa a través del amor. Respecto al empleo de esta palabra no hay calificativo ni simbolismo, aunque mucho puede decirse sobre el verdadero significado en las elevadas regiones del pensamiento. El Sendero de la Sabiduría Eterna es el de las emociones. Aunque he dicho en otra parte que el verdadero amor no tiene cuerpo de deseos, sin embargo, hay deseo del mismo en el alma. Más allá del sendero existe un estado de paz, un estado de fuego viviente en rescoldo, como si fuera fuego centralizado. Una de las recompensas menores es un estado que se llama un nuevo sabor y dulzura en todas las criaturas, y la manifestación de Dios en todo. Entonces se convierte en un amor nuevo declarado en el cielo y en la tierra. Esto nos hace comprender que el proceso es de lento desarrollo, y que así como el amor en su expresión externa no procede a saltos, así también el amor divino es progresivo.

Se puede definir la meta del místico como la unión que se alcanza por medio del amor. He hablado de muchos senderos, pero todos comienzan en el amor o han de conducir a él. En las tinieblas místicas de Dionisios, es por medio del amor que nos unimos a Dios.

Otras condiciones para esa adquisición, respecto de la cual no hay privilegio posible, se hallan resumidas en la palabra santidad, siendo ésta la corona de aquella. Debemos comprender que la santidad no es cuestión de una hora, de un día, de una novena, como si estuviéramos preparándonos para una fiesta. Es una palabra que representa la vida, con lo que quiero significar que es la dedicación de toda la vida. Así como existen grados, hay también diferencias en sus cualidades. Tenemos, pues, que establecer un canon de crítica a este respecto. El sendero de realización mística se denomina universalmente sendero de contemplación pero es necesario comprenderlo en cierta forma particular.

Tenemos la tendencia, en nuestro lenguaje corriente, de emplear las palabras meditación y contemplación como si fueran sinónimos aplicados a un mismo trabajo mental. Esto es distinto en la vida espiritual. La meditación se considera siempre como un estado inicial. Razona, reflexiona y compara y, como tal, es puramente intelectual. Hipotéticamente se puede alcanzar en forma racional el conocimiento intelectual de Dios practicando la meditación, por lo tanto es comparable a la teología común. La contemplación, en cambio, es una ascensión en el sendero interno que trasciende la razón. Por lo tanto, es comparable a la teología revelada, siendo la anterior la sombra de ella. La meditación es el agua, la contemplación, el vino. El motivo santificado del amor es necesario para la primera, pero la vida de contemplación es la vida del amor mismo. Se advertirá que el sentido general aplicado a la palabra, tiene poca o ninguna analogía con el significado particular. Desgraciadamente, no hay luz en los escritos de Dionisios respecto a su intención al usarla. Lo que él describe es simple y pura contemplación, condición a la que se entrega el aspirante internamente. Pero no da detalles, salvo que es un ejercicio progresivo, mientras que por la definición se deduce que la teología mística realiza la investigación experimental en un mundo fuera del pensamiento. Esto tiene sus límites, pues no puede haber comunicación con lo que no tiene restricciones. Además, la contemplación que tiene a Dios por objetivo, produce necesariamente una imagen que es una forma mental, y lo imaginamos a nuestra semejanza. Por otra parte, hay un postulado que expresa que en estados profundos de contemplación no debe haber forma. Es posible que la práctica, dentro de los límites aceptables, pueda conducir a un punto dado, como si fuera un portal, pero más allá la experiencia es demasiado profunda para seguir adelante. Hay una suspensión de facultades en el proceso, un cierre de los caminos por los que transita la mente, de modo que la inteligencia se repliega en sí misma, tratando de actuar directamente y no como reflejo. No hay búsqueda de objetivos, porque de acuerdo con la antigua máxima: Dios se halla internamente y se revela a Sí Mismo.

El Misticismo Oriental:

Estas son ideas generales sobre la doctrina mística de Oriente, que contribuyen a presentar una diferencia bastante clara con respecto a la enseñanza de la teología occidental. Trataremos de considerar la naturaleza de las hipótesis, los anales y las experiencias de las escuelas orientales. La liberación, según los Vedas, consiste en librarse de las ataduras de la existencia y se alcanza en el sendero del conocimiento. Por existencia debemos entender el estado de separación de lo manifestado, no el hecho por el cual el alma o parte real del hombre cesa de ser o puede dejar de ser, la que al liberarse comprende que es Brahman. En un simple cambio de términos por los aplicados en el misticismo cristiano, como por ejemplo sustituir el de unión por el de identidad, quedaría invariable la condición final, tal como una transposición similar sería posible en el caso contrario. El fin es uno, lo que varía es la definición. La experiencia permanece tal cual es, y no es afectada por explicaciones o doctrinas en relación a ella. Se desprende, pues, que hay un camino oriental hacia Dios, y que con él se alcanza un fin.

La buenaventura de la salvación se logra realizando la unión con Dios, siendo el sendero la meditación continua realizada con todos los poderes del alma. En otros términos, cuando el alma se halla limpia de pecados, ella mora en Dios y Dios mora en ella. Después sigue una afirmación similar a las de Dionisios: no se percibe ninguna distinción entre ella y Dios u otros seres. Tal percepción sería imposible en un estado de meditación y dentro de un límite intelectual. Me parece que esta fecunda frase tiene la virtud salvadora de manifestar una Forma Divina de Ser e inteligentemente da lugar a otros interrogantes.

Añadiré solamente que así como Cristo es el Camino y la Vida para esa gran rama del misticismo que lleva su glorioso nombre, así también en el Oriente es a Él a quien muchos santos adeptos llaman Krishna Eterno, afirmando por experiencia que todos podemos darle cabida en nuestro corazón.

En el curso de mis investigaciones he hallado dos etapas de logros de acuerdo al testimonio oriental. Una es la adquisición directa del autoconocimiento por el espíritu o alma del hombre, previo al conocimiento de Dios. Tal distinción sería ilusoria si ella descansa en la doctrina de la identidad, porque en ese caso la experiencia del uno es la experiencia del otro. Hay una tesis ulterior que dice que al aquietamiento de los sentidos y sosiego de la mente suponiendo que es una mente razonadora sobreviene un estado o condición en el cual el espíritu se conoce a sí mismo y se sabe uno con Dios. Esto significa que la concentración sagrada tiene lugar en la Divina Presencia interna. Comienza con un acto del pensamiento y se convierte luego en un acto de la vida. Debemos recordar, sin embargo, el axioma católico de que si Dios está en nosotros, Él está en la consciencia; que lo que se llama sendero interno es una aventura de la consciencia, realizándose el misterio del Ser Divino en el aspecto autoconsciente. Aunque sujetos a la hipótesis de identidad, la misma noción está expresada en el método Oriental, siendo el autoconocimiento la realización de la unión.

Libres de dudas y con un sentido profundo del lenguaje, las raíces védicas parecen a veces ser reductibles a términos que armonizarían el Oriente con el Occidente. Hay mucho de verdad en la afirmación de que el ser contiene aquello que él concibe y la percepción de Dios aumenta en la proporción en que la idea de Dios nos absorbe hasta convertirse en una preocupación constante en nuestra vida. Lo Absoluto está en nuestra consciencia porque el Eterno existe allí. Somos capaces de concebirlo todo y tenemos el derecho de explorarlo todo para llegar a una mayor comprensión. Mientras imaginamos a Dios como algo externo y fuera de nosotros, aquellos que aún no han despertado no pueden comprender cómo realizar a Dios internamente. Además, el verdadero conocimiento de nuestro Yo es el de Dios. Si Él está dentro del Yo, esto no es identidad sino inmanencia, comprendida tan profunda y vitalmente que parece abrir un camino hacia la Trascendencia Divina, porque no hay entre ellos una línea divisora ni barreras. La Divina Trascendencia es Dios, mientras no lo hemos realizado en nosotros, la Divina Inmanencia es el único y mismo Dios en cuanto hemos despertado en Él. Se ha dicho en la enseñanza oriental que el acto de Dios transforma a su propia semejanza a la mente que lo recibe. Por lo tanto, llego a la conclusión de que ya sea en Oriente o en Occidente los comentarios de los grandes maestros respecto a las grandes realidades de la experiencia son expresadas en términos que dejan mucho librado a la comprensión individual, pero su verdadera interpretación y la armonía en la paz de la santa luz no faltarán si la comprensión está presente.

Por consiguiente, cabe preguntarse si en Oriente o en Occidente algún místico ha dado otro testimonio que el de cierta clase de experiencia, pero todos aseguran que debe haber una preparación para ese estado de abstracción de la vida externa e interna.

De acuerdo con los testimonios existentes dejando de lado puntos discutibles de la doctrina llego a la conclusión que la distinción entre Dios y el alma en el misticismo occidental tiene relación con lo que Dios ha señalado como la finalidad más elevada del ser individual; mientras que la unidad de Dios y el espíritu, de acuerdo al misticismo oriental, se refiere a la reunión final con Dios. Lo estrecha que pueda llegar a ser la unión en esta vida y en el mundo que llamamos eterno nadie puede expresarlo en palabras, aun cuando el lenguaje sagrado de la mente lógica esté unido con las intuiciones que debemos considerar como dones de Dios. Hay un mundo desconocido de experiencia más allá del mundo visible, reconocido pero no expuesto por la teología mística. Tenemos vislumbres de ello en la literatura; encontramos indicios en lo más profundo de nuestros corazones, cuando el sentido del Eterno Ahora se postula a sí mismo dentro de nosotros en un momento de quietud de los procesos mentales. Afirmar que la experiencia mística se alcanza en un estado de amor, que es el fruto del amor en una emoción experimentada en un grado superior, no hay razón para discutirlo. El amor se aquieta en el centro, dice Dionisios. Entonces se puede comparar con el plomo fundido cuando tiene una temperatura que no quema la mano.

Con respecto al Occidente, el camino es el nuestro y el de ellos, también el fin es uno. Pero siempre pensaré que la fórmula del camino según Cristo es la perfección en todo, y que este Maestro es verdaderamente nuestro. El Misticismo Oriental nos demuestra que hay más de una forma velada para realizarlo. Una cosa, no obstante, parece cierta: ni Oriente ni Occidente son de importancia para lograr realizar el sendero, si no llegamos a comprender el verdadero significado que tiene la palabra desapego, distinguiéndola de su significado convencional y ascético. El desapego es la cesación de todo aferramiento a las cosas externas, condición indispensable para alcanzar la meta, tanto según el misticismo occidental como el oriental.

A. E. Waite

Traducido y extractado por Farid Azael de
The Life of the Mystic.- A. E. Waite

La Esencia Viviente

Lo que los místicos desean comunicar antes que todo, es el aspecto profundo y dinámico de su experiencia. No se trata en absoluto de una aproximación filosófica de difícil comprensión buscando aventajar a otras, gracias a una dialéctica más sutil, ni del descubrimiento de una entidad abstracta o concreta, sino de la Realidad misma que vibra, borbotea y se esparce, fuente de toda vida. En esto concuerdan aun los testimonios venidos de diferentes tradiciones. Eligiendo algunos ejemplos, demostraremos cómo hindúes, cristianos y musulmanes, ven al universo surgir de una sobreabundancia de vida, de luz y de amor.

Para los místicos hindúes, Shiva, inseparable de su energía, es poder y fecundidad infinitos. Él actúa eternamente. La Realidad se estremece de vida bajo la forma de un Acto vibrante; la energía es, en verdad, una fuente brotando siempre, siempre en acción; vibrando da a conocer lo diferenciado y es vibrando también que ella conduce al reposo en lo indiferenciado. La imagen de la Rueda de las Energías, representa al Todo como dinamismo puro. Al centro de la Rueda habita el Corazón divino, cuya pulsación se propaga en energías irradiantes, que perpetuamente se despliegan hasta los confines del universo, y luego vuelven a reabsorberse al Centro para ser ahí no suprimidos, sino de alguna manera transfigurados.

Comentando la respuesta de Dios a Moisés: ego sum qui sum, el Maestro Eckhart observa que esta repetición del verbo significa el acto divino interior que revela en el movimiento la quietud de la Esencia. Es, dice él, una especie de ebullición o de efervescencia del Ser calentándose interiormente, que se licua y hierve en sí mismo y hacia sí mismo como la luz que se compenetra totalmente. Es así como el Ser vuelve sobre sí mismo y se refleja sobre su propia totalidad.

La Vida es como una especie de surtidor en el cual algo fermenta y se derrama primero en sí mismo, esparciendo todo lo que ella es dentro de ella, antes de diversificarse y expandirse afuera … . Dios sólo es la Vida, pues ni fin exterior, ni causa, ni razón
lo determinan, y vive en sí mismo, brotando espontáneamente sin dependencia, sin concepto y sin por qué.

Así la actividad divina es primero en ella misma bullitio, la Vida antes de la vida, después ebullitio, desbordamiento fuera de sí misma, escurrimiento desde el fondo divino que produce el universo.

Ruysbroek también habla de la actividad divina: La Unidad de las Personas es fecunda y engendra sin cesar la Sabiduría Eterna… Dios actúa sin cesar, pues Él es pura actividad según la fecundidad de su naturaleza; y si Él no actuara, Él no existiría, ni ninguna criatura en el cielo o sobre la tierra; por eso Él está siempre actuando y gozando sin cesar. Como esta Unidad vuelta hacia ella misma es puro goce, y vuelta hacia fuera, fecundidad, la fuente de la Unidad se derrama … . Fuente viva e insondable, dice Ruysbroek. Él compara también al Espíritu Santo con un mar agitado, del cual todo bien procede, permaneciendo, en tanto, reunido sin medida.

Efusión de Poder

Es de una sobreabundancia de la Esencia que surge el universo y, para todos nuestros místicos, la efusión consiste en un desbordamiento de poder, de luz, de beatitud o de amor.

Según Abhinavagupta, el Señor engendra el universo por el exceso de expansión de su energía innata.

Denys, hablando de la Causa Única, declara: Por el desbordamiento de su propia Esencia, ella ha producido todas las esencias. 0 aún más: la difusión infinitamente poderosa de Dios penetra todos los seres, y no hay ningún ser que esté privado totalmente de poder. En efecto, por la sobreabundancia de su poder confiere la fuerza a la debilidad misma.
Dios se esparce por entero en todas las cosas.

Efusión de Luz

lbn ‘Arabi, a propósito del Verbo Adámico, evoca la efusión inagotable de la revelación esencial; el término efusión es referido a estas palabras: Dios ha creado el mundo en las tinieblas, después derramó sobre él su Luz. Existe una doble irradiación o efusión: la una suprema, interior, en la cual Dios se revela de toda eternidad a él mismo, y después, a continuación, la efusión exterior, objetiva, en la cual aparecen las perfecciones, y que se produce en los seres, simples reflejos de la pura esencia.

El Maestro Eckhart afirma: El arte de Dios es llegar a ser perceptible a sí mismo en un resplandor que vuelve a sí. El cita también la palabra del profeta: Yo he derramado mi alma en mí mismo.

Y Denys, antes que él, evocaba este mismo desbordamiento de Dios iluminando el mundo como la Luz inteligible, aquella de la Consciencia del hinduismo. Se llama pues Luz inteligible este Bien que está más allá de toda luz, pues él es fuente de toda irradiación y él derrama la plenitud de su luz sobre todas las inteligencias… Es él quien las ilumina, quien renueva sus poderes intelectuales… quien contiene y conserva en sí el dominio del poder iluminador.

Efusión de Beatitud o de Júbilo

En el hinduismo es de la energía de la felicidad que emana el universo. Desde que la felicidad se despierta – escribe Abhinavagupta – aparece un surgimiento que se despliega hacia la energía de actividad, Pues, precisamente, la energía divina inseparable de Shiva es la toma de consciencia que Shiva hace de Sí, bajo la forma de beatitud cuando él tiende imperceptiblemente a dilatarse al salir de la plenitud indivisa y comienza a vibrar de manera espontánea con el fin de expresarse.

En el Reino de los Amantes, Ruysbroek insiste acerca de la altísima Unidad de la naturaleza divina, a la vez viviente y fecunda. Dios goza y actúa. Anteriormente a esa actividad divina, no reina en la Esencia más que la felicidad a la cual ningún camino conduce.

Efusión de Amor

lbn ‘Arabi define el orden divino como un movimiento liberándose del reposo: El movimiento, que es la existencia misma del mundo, es un movimiento de amor como lo indica la palabra del Profeta, pronunciada en el nombre de Dios: Yo era un tesoro escondido. Yo quise ser conocido, y Yo he creado el mundo, Si no hubiese existido este amor divino, el mundo no hubiese sido manifestado.

Denys no dice otra cosa: Dios es deseo y amor… Es él mismo quien, de sí mismo, se manifiesta a sí mismo… movimiento simple de un deseo amoroso que se mueve de sí mismo y actúa por sí mismo; que preexiste en el Bien y derrama el Bien sobre todo ser, antes de volver de nuevo hacia el Bien. Parece así que el Divino deseo es en sí, sin fin ni principio, como un círculo perpetuo que, gracias al Bien, a partir del Bien, en el seno mismo del Bien y con vistas al Bien, recorre una órbita perfecta, permaneciendo idéntico a sí mismo y conforme a su identidad.

Este mismo Bien cuyo amoroso deseo, a la vez hermoso y bueno, se extiende a la totalidad de los seres por la sobreabundancia de su bondad amorosa, sale también de él mismo cuando él ejerce sus Providencias a la vista de todos los seres, y en cierta manera los cautiva por el sortilegio de su bondad, de su caridad y de su deseo.

Podría evocarse en paralelo el amor mutuo de Shiva y de su Shakti, sus juegos amorosos que crean el universo. Y así como Shiva se da sin medida, llegando hasta ofrecer su Ser, para Denys: Este Dios que es Ser de manera sobre esencial hace don de su Ser a los otros seres y produce toda esencia.

Flujo y Reflujo

Que la efusión sea de luz, de poder o de amor, que la manifestación emane y se reabsorba, sin jamás dejar huella, en el corazón de la unidad, es lo que se esfuerzan por explicar las fórmulas lapidarias que se hacen eco a lo largo de las diferentes tradiciones, Con la misma sobriedad y el mismo vigor intransigente, ellas intentan explicar el misterio de la manifestación y del retorno al Uno, de resolver la contradicción aparente del Uno y lo Múltiple.

Abhinavagupta evoca así la Consciencia indiferenciada: Es en ella misma, por ella misma y a partir de ella misma que ella manifiesta todo lo que existe,

Denys cita a San Pablo para mostrar que lo Bello-y-Bien es al mismo tiempo principio, fin y medio: todo es de él, por él, en él y para él. Denys todavía, con una extrema concisión, define de la siguiente manera la Unidad divina: A partir de quién, a través de quién, en quién y por quién existe todo ser, todo orden, toda subsistencia, toda plenitud y toda conversión,

Para los hindúes, el todo no es más que uno con Shiva – Ser cósmico, ser individual, energía que sirve de velo y de obstáculo a la realización del Ser – puesto que Shiva es la sola existencia que se vela y se devela a su voluntad. Es por lo que Somananda se saluda a sí mismo en estos términos: Que Shiva, que no es totalmente inmanente, rinda homenaje a sí mismo. Ser todo expansión, con la ayuda de su propia energía, Shiva por sí mismo se hace obstrucción a sí mismo, obstrucción que no es otra que el Ser!

lbn al-Faridh decía también: Y es de mí a mí que va mi salutación.

A quien le preguntara en qué consisten los estados de emisión, de manifestación y de reabsorción del universo, Abhinavagupta contestaba: Es la proyección del Ser en el Ser y por el Ser. Por el Ser, glosa Jayaratha, es decir, que excluyendo todo recurso de la naturaleza, la emisión tiene lugar en el Ser y no en un lugar o en un tiempo en que estarían separados. Es la obra del Ser, únicamente de él, que es sujeto y objeto de conocimiento. La Proyección es una fulguración, bajo formas internas y externas a través de los variados aspectos de la manifestación. Así sólo la suprema Consciencia, la plenitud perfecta, es la que fulgura … .

Y el Maestro Eckhart: El Señor habla así por la boca del profeta: Yo quiero conducir el alma noble a la soledad y ahí hablaré en su corazón… Uno con el Uno, Uno del Uno, Uno en el Uno y, en el Uno, Uno eternamente.

En su sobreabundancia, la Esencia fluye y se manifiesta; después refluye y se revela en tanto que única. Pero fluya o refluya, ella permanece inmutable como el firmamento, pues todo sucede por ella misma y en ella misma. La Deidad es una fuente, todo
proviene de ella y todo se escurre de nuevo hacia ella, así ella es igual a un mar.

Cuando me pierdo en Dios, vuelvo de nuevo al lugar donde he estado por toda una eternidad, antes de mí, declara Angelus Silesius.

Ruysbroeck dice del hombre que posee el don de la fuerza espiritual: Quiera Dios esparcirse y derramarse como la mar tormentosa con inconcebibles delicias en todos aquellos que son capaces de recibirlo, para después refluir con ellos y atraerlos a las altas olas de su unidad. Ellos no pueden resistirse cuando se les ofrece la unidad; se escurren en este movimiento de flujo y reflujo, llevados por un amor verdadero.

Para expresar el movimiento sobre un fondo de inmutabilidad, los hindúes recurren a la imagen de la ola que se infla, se rompe en la orilla, después refluye mar adentro. Fuente de todo dinamismo – sin ella, no hay movimiento ni vida – ella es también fuente de reposo en lo indiferenciado, pues flujo y reflujo tienen lugar en el lago infinito de la energía consciente, océano de la suprema ambrosía, fuente de donde fluye el universo. Lago transparente del que todo surge y que no se derrama sino en sí mismo.

Este doble movimiento de ir y retornar, que tiene su vertiente en sí mismo, ha sido igualmente explicado por Denys en estos términos: Pero, traigamos de nuevo todas estas potencias a la unidad y digamos que no existe más que un Poder simple, productor de unión y de cohesión, que es el principio espontáneo de su propio movimiento, que va del Bien hasta el último de los seres para volver desde allí de nuevo hacia el Bien, realizando su vuelta cíclica a través de todos los niveles, partiendo de sí hasta sí, sin cesar jamás, idéntico a sí mismo, este girar sobre sí mismo.

Este intenso, este prodigioso movimiento de vida se vuelve a encontrar en el Maestro Eckhart. La imagen de una rueda que gira sobre sí misma expresa la creación eterna, Dios pasa primero de la unidad a la diversidad, del Dios personal a la Trinidad, incluyendo al Verbo, encerrando al mismo tiempo la multiplicidad del universo para retornar a la indivisible unidad. Esta emanación del mundo no debe ser considerada como un simple espejismo sin alcance real; el mundo es al contrario soberanamente positivo. En efecto, el proceso a partir de la unidad indivisa hasta la universalidad diversificada, y después el retorno a la unidad primera – flujo y reflujo – tiende a la plenitud. Dios, dice Eckhart, no descansa ahí donde es el primer comienzo. Al contrario, él descansa ahí donde es el fin y la tregua de todo ser. No es que este ser se vuelva nada; al contrario, él ha logrado su más alta perfección.

La posición de los hindúes es similar: Shiva a través de la energía se manifiesta en el universo y después, a través de esa misma energía, retorna a Paramashiva, es decir, Shiva en su supremacía, que contiene todo en sí mismo y que en ese desplegarse se ha enriquecido.

Ibn ‘Arabi admite que el final es más perfecto que el comienzo: Pues la Esencia ama la perfección; o el conocimiento que Dios tiene de Él mismo en tanto que es independiente de los mundos, no se relaciona más que a Él solo; para que el conocimiento sea perfecto en todos los grados, es necesario que el conocimiento de lo efímero… se realice igualmente. La perfección o Infinitud divina se expresa entonces en que ella manifiesta el conocimiento relativo tanto como el conocimiento eterno, de manera que la dignidad divina del Conocimiento sea perfecta bajo uno u otro aspecto… De la misma manera se perfecciona el Ser…El Ser eterno es el Ser de Dios en Él mismo; el ser no eterno es el Ser divino reflejándose en las formas del mundo inmutable… Él se manifiesta pues a Él mismo en las formas del mundo para que el Ser sea perfecto bajo todos los aspectos, aunque lo relativo no puede agregar nada a lo eterno.

Así, nada puede escapar a la única Realidad, lo múltiple no podría provenir de otra cosa que de la unidad. No hay contradicción sino necesidad; Denys dice: Nada existe si no participa en cierta manera de la unidad de Aquel que contiene por adelantado y en síntesis la totalidad universal, sin exceptuar los opuestos mismos, que en él se reducen a la unidad. Sin la unidad, la multiplicidad no existiría; sin la multiplicidad, al contrario, la unidad permanece posible.

Lilian Silburn.

Traducido y extractado por Viola Fishman de
Lilian Silburn.- Les Voies de la Mystique.-Hermes

Ante el Vacío Existencial

Ante el Vacío Existencial

 

Este breve volumen ofrece al lector un contenido de denso y, a la vez, resplandeciente humanismo, copiosamente documentado, con juicios críticos tan considerados que merece una lectura atenta. Los puntos de vista expuestos por el profesor Frankl en esta obra constituyen en el campo de la psicoterapia la aportación científica más importante después de Freud, Adler y Jung y, estilísticamente, son de más fácil lectura. En ciertos ambientes científicos está todavía vigente la idea de que el psicoanálisis freudiano continúa siendo la palabra definitiva en cuestiones de psicología profunda, de tal manera que se ignora la evolución de algunos discipulos de Freud y la existencia de escuelas como la de Frankl, quien, reconociendo el mérito extraordinario de Freud, se opone fundamentalmente a muchas de sus ideas. Conoce a fondo los sistemas de Freud y de Adler y pretende superarlos.

Viktor E. Frankl es catedrático de neurología y psiquiatría en la Universidad de Viena, así como profesor de Logoterapia en la Universidad Internacional de San Diego (California). Es el fundador de la Logoterapia o, como diversos autores la denominan, la tercera escuela vienesa de psicoterapia.

La Educación de la Mente

El individuo promedio halla muy difícil dominar lo que nunca logró comprender: el funcionamiento de su propia mente. Cuando usted se pone a pensar en lo que es el ambiente – sea bueno o malo – obtiene un resultado que no es más que una imagen refleja del pensamiento humano, el cual crea sus particulares Cielo o Infierno a través de la acción de su propia mente.

Usted podría preguntarse, con el objeto de captar las motivaciones que se extienden detrás de la conducta destructora del hombre, si los males de la civilización han sido los causantes de la incapacidad humana para salvarse a sí misma, por qué no hemos hecho algo para remediarlo durante todo este largo pasado de la Humanidad? La respuesta es que sí lo hemos hecho, pero sólo a medias.

La existencia de tantas religiones en todo el mundo y a través de los tiempos demuestra, con suficiencia, el esfuerzo humano que trata de influir sobre la conducta social en la verdadera dirección. La religión constituye una forma de disciplina social.

No obstante, el hombre necesita de algo más que de una vaga promesa de inmortalidad para obedecer los Diez Mandamientos. A pesar de su fe en la Potestad Divina el hombre continúa cometiendo crímenes contra la Humanidad. Todos los días podemos constatar este hecho.

Los psiquiatras creen haber hallado la razón de porqué la religión por sí sola ha sido impotente para contener las guerras y mucho menos curar las enfermedades mentales del individuo.

Hasta hace unos ochenta años, conocíamos muy poco acerca del aspecto negativo de la naturaleza humana. El psicoanálisis descubrió que la solución del enigma de la conducta del hombre no consiste en el estudio de lo que éste hace ni tampoco en el esfuerzo para convencerle de que sea bueno, sino en hacerle comprender el porqué de su comportamiento.

Actualmente, la mayoría de nosotros estamos convencidos de que la conducta anormal es una enfermedad de la mente y, por lo tanto, de la personalidad. Y aún más, la religión se está dirigiendo a la psiquiatría con sentido de cooperación. Pastores y sacerdotes han estudiado psicología a fin de aunar esfuerzos con los profesionales, buscando un entendimiento psicológico más profundo de los conflictos emocionales. Esto unido a la necesidad del alivio espiritual a través de los sacramentos.

Necesitamos valorar con propiedad la naturaleza de nuestros Instintos y apetitos básicos con el fin de procurar dominarlos, De acuerdo con Freud, la mente humana se divide en tres compartimentos:

1.- El inconsciente
2.- El subconsciente
3.- La consciencia.

El inconsciente es la despensa de nuestros impulsos primitivos, Generalmente se vale de excusas – problemas económicos, impedimentos físicos, frustraciones matrimoniales – para justificar sus manifestaciones en nosotros. La mayor parte de las tendencias destructivas están encerradas en estos cimientos de nuestra mente, Cuando dejamos escapar alguno de estos impulsos cautivos, la sociedad sufre la consecuencias, Alguien es asesinado, ocurre un robo con violencia, una niña es violada.

Pero no siempre acontecen hechos tan graves. La mayoría de nosotros no es tan temeraria como para permitir que sus impulsos desbocados alcancen manifestaciones tan
destructivas. En lugar de ello solemos reprimir los deseos que socialmente son objetables.
No obstante, cuando la lucha se hace demasiado grande, hasta el punto que estos impulsos dificultosos amenazan romper el lazo que los sujeta, nos convertimos en enfermos psíquicos. Los síntomas neuróticos – dolores de cabeza, indigestión, insomnio, etc. – vienen a nuestro rescate, actuando como una defensa contra el mal que íbamos a producir. Por ejemplo, he hallado entre mis pacientes que el temor a la locura que mostraban era, realmente, el miedo disfrazado de cometer alguna acción antisocial.

El instinto sexual está representado por el horno, que se halla en los cimientos, Pero la energía sexual, igual que el calor, podemos regularla con un termostato. Algunos sujetos nunca aprenden a regular su termostato sexual (lo que Freud llamaba líbido o hambre sexual) a una temperatura normal. Como resultado de ello, dejan que se apague el fuego y que sobrevenga el frío, o no se sienten cómodos por el excesivo calor, o bien, por descuido o abuso de alguna clase, se arriesgan a una explosión de la caldera. Esto explica a cuánta desdicha puede conducirnos el no saber comprender la naturaleza de nuestros impulsos sexuales.

Las maneras habituales de actuar se adquieren en el transcurso de la vida, con el objeto de aliviar la consciencia del peso de la decisión. Aprendemos a comer, a caminar, a controlar los esfínteres, a bañarnos, vestirnos, etc., todo esto sin someterlo a la dirección de la consciencia. De la misma forma adquirimos los hábitos mentales. Si hemos aprendido a ser amables y corteses, a aceptar los pequeños problemas y trastornos con una sonrisa o un encogimiento de hombros, a mirar el lado brillante de la vida, entonces tenderemos a continuar esta conducta y maneras de pensar a través del curso de nuestra vida.

Si, por otra parte, nos hemos acostumbrado a no soportar ni una brizna de paja sobre nuestros hombros, ofendiéndonos rápidamente, replicando con descortesía, manifestándonos a menudo suspicaces y rudos, dispuestos a engañar y a mentir, entonces nuestras reacciones tenderán a ser las mismas siempre. Para decirlo mejor, tendremos que mantener una lucha constante con el objeto de reaccionar de manera más educada, y así permitir a la consciencia superar al inconsciente. Este conflicto diario no representa, de ningún modo, una pérdida de tiempo. Al contrario, educa la mente de manera que atienda como corresponde los asuntos más importantes de la vida cotidiana.

Frank S. Caprio

Traducido y extractado por Ester Silva de
Frank S. Caprio.- How to Avoid a Nervous Breakdown.-

Este artículo fue publicado en el N 17 de la Revista ALCIONE

El Funcionamiento de la Consciencia

El Funcionamiento de la Consciencia

Considere su propia consciencia y ponga atención en su contenido. Probablemente encontrará una mezcla de pensamientos, ideas, sensaciones, fantasías. Las imágenes aparecen y desaparecen, las ideas surgen de manera efímera sólo para desaparecer de nuevo. Sube a la superficie un dolor o un sentimiento, después un deseo.

Cómo vamos a conseguir ese contrato? Le veré de nuevo a él, o a ella? Esto tiene buen sabor. Cómo podré ayudar a esa gente? Aparecen estas y muchas otras ideas e imágenes. Aparece un objeto, uno o más árboles, libros, sillas, personas. Nos damos cuenta que otra gente está pasando próxima a nosotros, a medida que se acercan los percibimos como cuerpos individuales, o como voces que flotan en el aire en torno nuestro.

Nos movemos en un espacio tridimensional y manipulamos de manera activa los objetos que percibimos: podemos dar vuelta las páginas de un libro, sentarnos en una silla, hablar a alguien, escuchar a una persona que da una conferencia. Normalmente, el contenido de nuestra consciencia es una representación de la realidad externa y puede ser una realidad lograda en la medida en que sobrevivimos. Existen logros en todos los niveles. En un nivel puede ser: Conseguiré ese empleo?. En otro nivel más inferior podría ser: Atravesaré la calle sin ser atropellado?

Así, si estamos seguros conformes a nuestra experiencia personal de que nuestro mundo tiene alguna validez, daremos otro pequeño paso. Asumimos de manera inmediata que nuestra propia consciencia personal es el mundo, que de alguna manera una realidad objetiva externa es percibida por nosotros en su totalidad. Al fin y al cabo, hemos sido capaces de cortar un árbol y convertirlo en una mesa, hemos bebido del mismo vino que las demás personas en una cena, hemos conseguido un empleo. La mayoría de las personas no ven ningún problema en todo esto; en lo que concierne a los eventos ordinarios, la realidad que experimentamos transcurre sin cambios.

Muchas personas creen que proyectamos imágenes físicas del mundo en una pantalla ubicada en alguna parte de nuestro cerebro. Pero esta idea ingenua de que en alguna forma nuestra mente refleja directamente el mundo no puede ser verdad. Si existiera en alguna parte una pantalla consciente, quién la vería?, un pequeño hombrecito (o mujercita) dentro de nosotros? Además, a veces experimentamos cosas que no están físicamente presentes. Alucinamos, soñamos despiertos, imaginamos, planificamos y deseamos. Y cada noche, al dormir soñamos que estamos viviendo acontecimientos producidos enteramente por nosotros mismos.

Consideremos también la enorme variedad de energías que contactamos en cada momento de nuestras vidas. El aire mejor dicho, nuestro entorno atmosférico – contiene energía electromagnética: la luz, visible, los rayos X, las ondas de radio, la radiación infrarroja. Por otro lado, el aire vibra mediante las cuerdas vocales, instrumentos musicales, vehículos que pasan, el ruido de nuestras pisadas. Todo ello conlleva energía que se transforma en información sonora. Existe una energía constante que proviene del campo gravitacional: varias presiones sobre nuestro cuerpo, movimiento de la materia gaseosa en el aire, y muchos otros fenómenos allí fuera. También generamos nuestros propios estímulos internos: pensamientos, sensaciones orgánicas, actividad muscular, dolores, emociones, sentimientos y muchos otros.

Y todo esto ocurre simultáneamente, no con la misma claridad con la que lo estamos describiendo, y continúa mientras estemos vivos. Imaginemos que podamos ser conscientes de cada uno de estos procesos en cada momento. Veremos que nuestra consciencia personal nunca puede, ni siquiera por un instante, reflejar la totalidad del mundo externo, y sólo debe contentarse con una fracción muy pequeña de la realidad. Ni siquiera poseemos el equipamiento sensorial para percibir muchas de las energías que nos afectan, como los rayos infrarrojos o los rayos ultravioleta.

Entonces surgen una serie de interrogantes, después que nos hemos dado cuenta de las limitaciones de nuestra consciencia. Por qué está limitada? De qué manera selecciona o excluye los estímulos que llegan a ella? Cómo podemos lograr una mente amplia si lo único que podemos hacer es seleccionar una pequeña parte de lo que está ahí afuera?

Una consciencia individual está en su mayor parte orientada hacia la acción. Evoluciona teniendo como objetivo principal asegurar la supervivencia biológica del individuo, privilegiando la atención al mundo externo como miras a sensibilizarse frente a factores amenazantes y al propio bienestar. Existe un instinto de supervivencia de Yo primero que regula esto. Nuestra herencia biológica determina el hecho que seleccionemos la información sensorial que tiene que recibir el cerebro de entre todas la gran cantidad de información que nos llega. Esta es una tarea delicada y se lleva a cabo mediante una vasta red de filtros y sensores que funcionan en fracciones de segundos. Este proceso de selección inmediata clasifica estímulos relacionados con la supervivencia, a partir de los cuales somos capaces de construir, casi de una manera milagrosa, una representación estable del mundo.

Existe tal cantidad de milagros en este sistema, que el científico queda deslumbrado: una serie de ondas muy cortas en el aire se combinan de alguna manera y producen imágenes en la mente; otras, más largas, se convierten en música; un grupo de moléculas se ajustan correctamente en los receptores del paladar y se convierten en el sabor apetitoso de una comida. Y es dentro de nosotros donde se hace todo, y se hace en cada momento del día.

Si podemos darnos cuenta al principio de que nuestra consciencia ordinaria es algo que tenemos que crear necesariamente para sobrevivir en el mundo, también podemos acreditar, al menos como hipótesis de trabajo, que puedan existir otras maneras de cómo se organice el mundo, si no en nosotros mismos, por lo menos en otros organismos.

Hablemos un poco de la selección sensorial. El proceso inicial del sistema de funcionamiento de la mente capta una parte pequeña y específica del mundo exterior y lo lleva al cerebro. Así, normalmente, consideramos que los sentidos son ventanas del mundo: que vemos con nuestros ojos y oímos con nuestros oídos. Pero aunque dicho punto de vista explica nuestra situación, no es enteramente el caso, ya que la función primaria de los sistemas sensoriales considerados como sistemas completos es el de descartar información que es irrelevante para el organismo, como los rayos X, la radiación infrarroja o las ondas ultrasónicas. Estos sistemas nos protegen de ser sobrepasados y confundidos por esta masa de información. Esto lo hacemos intencionalmente, pero nuestra intención va mucho más lejos.

Los sentidos realizan de manera rutinaria dos milagros. En primer lugar, cada órgano sensorial actúa para transformar una clase particular de energía física las ondas cortas de luz, las moléculas de acidez en diferentes clases de energía. Este es el proceso electroquímico de la excitación neurológica, llamado transducción. Un transductor es un transformador de potencia que se utiliza para ampliar la potencia de una señal o para pasar de una forma a otra de energía. Cada sentido posee receptores especializados que son responsables por la transducción de energía externa en lenguaje cerebral. El ojo transduce luz, el oído transduce ondas de sonido, la nariz transduce moléculas gaseosas. En segundo lugar, en algún punto del sistema cerebral y sensorial se produce otra transformación: los millares de millones de explosiones eléctricas y de secreciones químicas de la excitación neurológica se convierten en árboles y pasteles, peces plateados y risas: todo el mundo consciente de la experiencia humana.

Estos dos milagros ocurren en cada momento de nuestras vidas, y son tan continuos y rutinarios que normalmente no somos conscientes de ellos. Estamos en camino de comprender cómo funciona el primer milagro, pero todo el mundo científico permanece completamente desconcertado por el segundo.

Considere el camino más importante de la experiencia sensorial que es el ojo. Responde a la energía radiante electromagnética en el espectro visible, y nos transmite todo nuestro mundo visual: la riqueza de colores de otoño, la complejidad del cielo invernal, la enorme variedad de los rostros humanos y muchas cosas más. Así, pues, es difícil creer que todo el espectro visible no sea sino una pequeña parte de la amplia banda de energía. Todo el espectro de longitud de ondas abarca desde las que tienen menos de una milésima de millón de un metro hasta las que tienen más de 1.000 metros de longitud. Sin embargo, podemos ver únicamente aquella porción que se halla entre las 400 y 700 milésimas de millón de un metro. La totalidad de este espectro visual es, pues, menor unos 3.000 millones de veces de la totalidad de la energía que llega al ojo en la banda electromagnética. Y además de esta energía, muchas otras llegan también al ojo sin ser invitadas: ondas de presión, materia gaseosa, vibraciones mecánicas del aire, etc. El ojo ignora todo esto deliberadamente.

Probablemente, no seríamos capaces de experimentar el mundo tal como existe realmente. Nos separamos de una gran parte antes que nos llegue o se introduzca en nuestro sistema nervioso. Si no poseemos sistemas nerviosos receptivos a una forma dada de energía, si un objeto queda fuera de nuestro alcance, o es demasiado rápido, nunca penetra en nuestra experiencia. Es casi imposible para nosotros incluso imaginar una forma de energía o un objeto que quede fuera de nuestro alcance. A qué se parece la radiación infrarroja, o un rayo X? Cuál sería el sonido de una nota de un solo ciclo? De una manera aproximada, esto es quizás lo que quiere decir el Zen cuando habla del sonido de una sola mano.

Tenemos que considerar que cada especie animal posee una serie especial de analizadores de las características de los diferentes estímulos con que los bombardea su ambiente, eligiendo los objetos y los acontecimientos que son importantes para su supervivencia. Se ha analizado el cortex visual de ranas, gatos y monos, entre otros. Lo que más nos distingue como organismos diferentes de ellos es el hecho que las vías de sensación se han hecho más complejas y múltiples y que aumenta la flexibilidad debido a la complejidad del cerebro y a los sistemas nerviosos sensoriales. Esta posibilidad de volver a seleccionar es parecida a la de un computador, es decir, la capacidad de ajustar los programas en diferentes entornos.

Usted puede experimentar este nivel superior de selectividad. En una reunión en la que haya varias personas hablando al mismo tiempo, cierre los ojos y escuche hablar a una de ellas; después desconéctese de esa persona y escuche a otra. Tal vez se sorprenda de lo fácil que es seleccionar su atención de esa manera. De hecho, tenemos muy pocas razones para sorprendernos por esta capacidad, puesto que continuamente estamos seleccionando para satisfacer nuestras necesidades y expectativas, pero esta sorpresa se produce porque normalmente no somos conscientes de dicho proceso de autoselección.

El proceso de selección es programable, dentro de los límites sensoriales fijados. Con frecuencia se halla dirigido por la necesidad. Cuando transpiramos en verano preferimos alimentos más salados de lo habitual. No nos hacemos conscientemente el razonamiento de que necesitamos más sal y que tenemos que agregarla a nuestra dieta. Simplemente, preferimos los alimentos que en otra oportunidades consideraríamos demasiado salados. Y la gente también difiere en esto: muchos platos están demasiado salados para algunos mientras que otros les agregan sal. Tiene que ver con la presión arterial, estos últimos adolecen de presión baja.

Los procesos visuales

Una visión ingenua del cerebro y del sistema nervioso ha estimulado investigaciones útiles en psicología. Recuerde que los globos oculares invierten la luz de izquierda a derecha y desde arriba hacia abajo. La idea de que hacia arriba es importante presupone que vemos lo que existe.

Puesto que no vemos una realidad externa, la cuestión no tiene sentido realmente. Todo lo que se requiere para que veamos es una relación constante entre el objeto externo y el patrón de excitación en la retina. En los seres humanos este patrón puede ser radicalmente transformado sin que se produzcan demasiadas dificultades.

Si se invierte el campo visual de un pez de colores mediante una intervención de rotación quirúrgica, éste nunca se adaptará a dicha alteración en la recepción de sus impulsos sensoriales: tal vez incluso muera mientras nada en círculo buscando comida. Por el contrario, si el mundo de un ser humano es alterado de esta manera, con frecuencia se produce una rápida adaptación. Puesto que no hacemos experimentos quirúrgicos con las personas, los estudios se hacen sin distorsionar los glóbulos oculares. Tras un período de ajuste, un hombre puede pedalear en una bicicleta en medio de una ciudad llena de gente, llevando lentes especialmente diseñados para una visión invertida.

La consciencia funciona en un continuo proceso mediante el cual un organismo se adapta al entorno inmediato. La imagen de la retina nunca se vuelve hacia arriba. No necesitamos estos giros o correcciones en una imagen; todo lo que necesitamos para adaptarnos al mundo externo es una información constante. La imagen sobre la retina está de hecho invertida, y es oscurecida constantemente por el pestañeo, puntos ciegos y vasos sanguíneos, y, sin embargo, nos adaptamos a todo ello. Las varillas y conos, los fotorreceptores del ojo, están de hecho detrás de los vasos sanguíneos, y actúan a partir de la luz que llega.

A finales del siglo XIX, el psicólogo George Stratton razonaba que si la consciencia es un proceso de adaptación al entorno, entonces sería posible aprender a adaptarse a un ajuste completamente diferente de la información visual en la medida de que ésta fuera continua. Para verificar esta hipótesis, Stratton llevó en un ojo una lente especial en forma de prisma, de manera que veía todo con una inclinación de 180 grados. El mundo estaba patas arriba: lo de arriba, lo de abajo, lo de la derecha y de la izquierda quedaban invertidos.

Stratton tenía al principio una gran dificultad en hacer cosas simples, como llegar a un sitio o agarrar algo. Cuando caminaba, lo hacía de manera vacilante, y tropezando con todo. Pero luego comenzó a adaptarse. Tan sólo a tres días de llevar la lente invertida, escribió Andar a través de los estrechos espacios entre los muebles requiere de mucho menos arte que hasta ahora. Podía observar mis manos mientras escribía, sin titubeos ni incomodidades de ninguna clase. Hacia el quinto día se quitó la lente y escribió: El orden inverso de cada cosa a la que me había acostumbrado durante la última semana proporcionó al paisaje un desconcierto sorprendente que duró unas cuantas horas. Una vez que Stratton se había adaptado a una nueva relación entre la información y la percepción, le llevó un tiempo desaprenderla.

Stratton escribió en 1896, a partir de los resultados: Las diferentes percepciones sensoriales, cualquiera que sea el curso último de su extensión, se organizan en un sistema espacial armonioso. Se descubre que la armonía consiste en hacer que las experiencias externas satisfagan nuestras expectativas.

Más de sesenta años después, Ivo Kohler llevó a cabo experimentos posteriores sobre el reajuste óptico. Sus observadores usaron lentes distorsionantes durante varias semanas. Al principio, todos ellos tuvieron muchas dificultades para ver el mundo, pero en pocas semanas se habían adaptado. Uno de los experimentadores de Kohler fue capaz de esquiar llevando lentes de distorsión. Las personas pueden también aprender a adaptarse a distorsiones de color. En otra de las demostraciones de Kohler, sus experimentadores llevaron gafas con una lente roja y la otra verde. En pocas horas no percibían ninguna diferencia de color entre la lentes.

La experiencia consciente inmediata

Si uno no piensa en ello, nada parece más simple que experimentar el entorno. En este momento puedo ver hiedra y césped, oír música a distancia y ver fácilmente el cielo azul a lo lejos. Puedo entrar en una habitación y ver a mi amigo Dennis. Puedo hablarle, tal vez preguntarle sobre un proyecto en que está trabajando. Es una experiencia corriente que no merece excesivo análisis, o al menos eso parece.

Pero cuesta mucho trabajo hacer que las cosas sigan siendo simples. Esta experiencia simple y común es, de hecho, el resultado de muchas operaciones difíciles y complejas. Podemos ser conscientes de lo que percibimos, pero no somos normalmente conscientes del proceso mental que se halla detrás de la escena y que hace posible la percepción. Para ver a alguien, por ejemplo a mi amigo Dennis, primero tengo que seleccionar información del entorno. Tan sólo unos pocos de los millones de estímulos que alcanzan los receptores sensoriales proporcionan alguna información sobre Dennis y la habitación. Estas informaciones sensoriales en bruto son seleccionadas y organizadas previamente.

Esa extensión de rojo que vemos la percibimos como el sofá, lo gris es su camisa, la voz lo identifica como Dennis, no como Fred. Esta experiencia implica mucho más de lo que encuentra el ojo y los oídos. Una vez que ha reunido a Dennis, va más allá de esa información inmediata. A continuación asume que es la misma persona que era antes, con los mismos recuerdos, intereses y experiencias. El primer componente de las experiencias conscientes – la percepción – implica escoger información sobre el mundo, organizarla y hacer deducciones sobre el entorno en un ciclo continuo.

Para que nos sirvan, nuestras experiencias deben reflejar con exactitud el mundo a nuestro alrededor. Las personas que se acercan han de ser vistas, si queremos evitar chocar con ellas. Tenemos que ser capaces de identificar los alimentos antes de comerlos. Los sentidos actúan como recolectores de información y selectores de la percepción. Seleccionan información sobre el color, sobre el gusto y el sonido, que son relevantes para nuestra supervivencia. Lo que percibe un organismo depende del entorno. Las características de un entorno son descritas por los psicólogos ecológicos.

Dos de sus rasgos son:

1- Capacidad de dar.- Cada objeto del entorno presenta una rica fuente de información. Un poste proporciona información sobre sus verdaderos ángulos; un tomate la proporciona sobre su redondez, su color y su sabor; un árbol sobre su verdor, el color de su fruta y otros atributos.

2.- Invariabilidad.- El entorno externo contiene muchos diferentes objetos. Cada uno ofrece a la persona que lo percibe ciertos rasgos invariables. Cada objeto ordinario, por ejemplo un poste, presenta información inalterable o invariable – sobre sí cuando nos acercamos a él. Existen patrones que son comunes a todos los objetos: se hacen más pequeños a medida que aumenta la distancia de la persona que los percibe; las líneas convergen en el horizonte; cuando un objeto está más cerca, impide la visión de otro más lejano.

El primer nivel de nuestra consciencia implica un organismo que escoge la información ofrecida por el entorno y la utiliza. Pero la información sensorial es en general tan compleja que debe ser simplificada y organizada. El sistema mental operativo está tan especializado para organizar la información sensorial que intenta organizar las cosas en patrones, incluso cuando no existe ninguno. Miramos una nube y vemos formas en ella: una ballena, una daga.

El arte óptico, que se popularizó en los años 60, jugaba con esta predisposición a organizar. Este arte es al mismo tiempo fascinante y perturbador, porque continuamente estamos intentando organizar ciertas figuras que están diseñadas por el artista para que carezcan de organización. Igual ocurre con el test de Rorschach, donde manchas de tinta producidas al azar son interpretadas como formas, según nuestro trasfondo psicológico.

Las leyes de la organización mental son también las bases del enfoque de la psicología gestáltica. Gestalt es una palabra alemana que no tiene equivalente en otros idiomas, pero que significa aproximadamente crear una forma. Una gestalt es la organización inmediata de la forma de un objeto. Recibimos de manera instantánea estímulos como formas completas, no desconectadas. Vemos las líneas de un dibujo como un cuadrado, por ejemplo. No vemos las cuatro líneas individuales; nos damos cuenta que todas ellas forman ángulos rectos con las demás, consideramos que todas ella tendrían que ser de la misma longitud y decidimos que eso es un cuadrado. De inmediato se percibe el dibujo como una totalidad y no como la suma de sus partes.

Interpretación: ir más allá de la información dada

A pesar del hecho de que existe una gran riqueza de información que nos llega, los datos que recibimos en cualquier momento son con frecuencia incompletos. Tal vez captemos sólo un vislumbre del color de la camisa de nuestro amigo Dennis o escuchemos sólo una o dos palabras pronunciadas por él, pero igualmente le reconocemos. Si miramos nuestra máquina de escribir de frente o cualquier artefacto de uso común suponemos existentes todas aquellas partes de su estructura que no están a nuestra vista y la reconocemos como lo que es. Es muy fuerte la tendencia a completar las lagunas. Eso posibilita la lectura rápida. Algunas personas leen en diagonal, otras barren con su vista el centro de la página. En ambas técnicas completamos las partes faltantes. Generalmente esto se justifica como visión periférica. Es que para actuar con rapidez y seguridad en el mundo, damos por sentada gran parte de la información que falta.

Habitualmente somos inconscientes de las operaciones de nuestra mente. No sentimos ni los estímulos aislados ni las leyes de organización que les son aplicadas. En vez de eso hacemos lo que se llama en psicología inferencias inconscientes. Casi sacamos literalmente conclusiones según las sugerencias y claves que llegan a los sentidos. En el siglo XIX, el científico Hermann Helmholtz comparaba esto con el proceder del astrónomo que está obligado a completar las lagunas de su información.

Un astrónomo llega a conclusiones realmente conscientes del tipo que estamos analizando cuando computa las posiciones de las estrellas en el espacio, sus distancias y otros datos, a partir de las imágenes en perspectivas que ha obtenido de ellas en varios períodos de observación diferentes desde distintos puntos de la tierra. Sus conclusiones se basan en un conocimiento consciente de las leyes de la óptica. En los actos habituales de visión, falta ese conocimiento científico, y, sin embargo, igual existen conclusiones inconscientes en la percepción ordinaria, pudiendo hacerse una cierta distinción entre ellas y las conclusiones llamadas conscientes en el área científica.

El mundo asumido.

Para actuar con rapidez, presuponemos un montón de cosas sobre el mundo que percibimos. Si les digo que Dennis está en una habitación, inmediatamente dan por sentado que esta tiene cuatro paredes, un suelo, un techo, y, probablemente, algunos muebles. Al entrar en la habitación, no la inspeccionamos inmediatamente para determinar si las paredes forman ángulos rectos o si la habitación está todavía donde la dejamos. Si inspeccionásemos constantemente todas las cosas de nuestro entorno, no habría tiempo de hacer nada más. Si gran parte de nuestra experiencia es asumida de antemano, se deduce que si cambian nuestras presuposiciones, también cambiará nuestra conducta.

Otros elementos determinantes de la experiencia son los valores y las necesidades. Cuando se les pide a niños pequeños que dibujen a sus padres, dibujan de mayor tamaño al padre (o madre) que aman más. Se ha estudiado la influencia de los prejuicios en la percepción de partidos de futbol. Los hinchas del equipo perdedor dirán que los contrarios se portaron en forma violenta y agresiva, cometiendo faltas que el árbitro pasó por alto. En cambio, los hinchas del equipo ganador dirán que el juego fue duro, pero correcto y que, en definitiva, ganó el mejor.

Así, pues, la mayoría de nuestras experiencias de lo que existe fuera de nosotros son en realidad transposiciones de diferentes grados de estimulación en el mundo externo. Y esta caracterización de la consciencia es con frecuencia sorprendente para muchas personas: no existen colores en la naturaleza, ni sonidos, ni sabores. Fuera de nosotros existe algo frío, tranquilo y sin color. Somos nosotros quienes creamos los sonidos a partir de las ondas de aire; somos nosotros quienes creamos colores a partir de vibraciones similares, aunque de frecuencia menor; y somos nosotros quienes transformamos moléculas que concuerdan en ajustarse a espacios en nuestra lengua como filete de ternera o salsa boloñesa. Todas estas cosas constituyen dimensiones de la experiencia humana, no dimensiones del mundo externo.

Para concluir: nosotros no experimentamos realmente el mundo externo; sólo captamos una porción muy refinada del mismo, una porción seleccionada para sobrevivir. Esta selección humana de la realidad nos mantiene a salvo de perturbaciones, nos proporciona suficiente información para manejar nuestro cuerpo, para mantenernos saludables y, lo que es más importante, para reproducirnos y sobrevivir.

Robert Ornstein

Traducido y extractado por Carmen Bustos de
Nature of Human Consciousness.- Robert Ornstein
Viking Press Inc.- USA.