por fernanda | Cuarto Camino - Gurdjieff
La intuición puede ser más fácil de describir que de definir. No es un pensamiento y no es un sentimiento. Quizás es una clase de compuesto químico producto de ambos. Sus resultados toman la forma de juicios rápidos, generalmente sobre insuficiente evidencia para una deducción 1ógica. Donde la razón es pedestre y tiene que caminar paso a paso, la intuición salta, brinca, o vuela hacia las conclusiones. Es un regalo de la naturaleza y emerge donde es escuchada. Algunas personas la tienen, otras no, unas menos y otras más. Y en general, es más común entre las mujeres que entre los hombres. Las conclusiones derivadas de la intuición son a menudo asombrosamente correctas, sin embargo, no son absolutamente ciertas. Aun los mismos intuitivos han aprendido bastante de la experiencia de dudar de sus intuiciones más evidentes. De hecho, las intuiciones son de la naturaleza de las adivinanzas, y, sin embargo, ellas pueden alcanzar un alto grado de posibilidad, y al fin probar ser correctas, pero sólo los más arriesgados podrían confiar en ellas previo a la evidencia.
La afinidad de la intuición y la adivinación sugiere una manera de desarrollar y adiestrar el don. Nos hemos familiarizado con los juegos de adivinación en nuestra infancia; y es interesante resaltar que la adivinación es una cualidad natural en la mente juvenil. Comúnmente nuestros padres y profesores desalientan tanto como les es posible esta tendencia y tratan de sustituirla por el razonamiento. Ellos pueden ser muy sabios al cultivar la razón, pero actúan cuerdamente al hacerlo a expensas del posible desarrollo de la intuición? Suponga que la tendencia hacia la adivinación, manifestada en todos los niños imaginativos, pudiera ser el germen de la facultad de la intuición, y que por el cultivo deliberado de esta manera de llegar a conclusiones, la intuición pueda desarrollarse realmente, no tendríamos dos poderes donde ahora, por regla general, tenemos sólo uno? Si la intuición se compara con la razón como el volar al caminar, no podríamos desarrollar ambos métodos de locomoción sin sacrificar el uno por el otro? Sugerimos el cultivo deliberado de la adivinación en los niños a la par con el cultivo de la razón. Deberían ser estimulados los juegos de adivinación en las fiestas infantiles, e idearse y practicarse ejercicios de adivinación en las escuelas.
Los posibles medios de desarrollar la intuición deben ser necesariamente diferentes para los adultos. Ellos no pueden revivir las tempranas tendencias infantiles, no pueden ser niños nuevamente para regresar hasta donde las dejaron de lado. Al menos los métodos no son los mismos. Por qué medios puede un adulto tratar de reparar los defectos de su educación y ejercitar un don que ha sido ignorado, si no, totalmente muerto?
No puede ser pensamiento en el sentido ordinario de la palabra, tampoco puede ser sentimiento. Hay entonces un proceso que no sea ni lo uno ni lo otro y, al mismo tiempo, que no sea una adivinación infantil, pero que tenga, por lo menos, afinidad con la intuición y sea capaz de producir progresivamente resultados satisfactorios? Creemos que lo hay, y le daremos el nombre de trabajo psicológico para distinguirlo del pensamiento ordinario, el sentimiento y la adivinación.
Usted tiene un amigo con quien ha peleado por algo más o menos intrascendente. Hay un malentendido entre ustedes, que ninguno de los dos parece poder disipar. Usted y él tratan de hacerlo, pero sus esfuerzos sólo empeoran las cosas. Qué se puede hacer? Trate de hacer lo siguiente: escriba una carta, como si fuera de parte de su amigo para usted, la que lo complacería por entero si la recibiera. Ponga en ella exactamente las palabras que le gustaría que su amigo le escribiera o dijera. Descubrirá que este esfuerzo mental no es exactamente pensamiento, tampoco sentimiento ni adivinación, ya que usted tiene medios de verificar su exactitud. En resumen, es intuición deliberada o, como lo hemos llamado, trabajo psicológico.
0 usted duda de lo que cierta gente piensa realmente de usted. Saber la opinión que ellos tienen de usted le sería de un gran valor. Quizás su futuro dependa de su juicio, pero usted no está seguro de cuál es. Nuevamente aquí hay una oportunidad para un trabajo psicológico deliberado. Imagínese que a ellos se les solicita que expresen la sincera opinión que tengan sobre usted. Escriba lo que usted imagina que dirían sobre usted si se les preguntara. Se sorprenderá de cuán diferente es el resultado de las expectativas que ahora tiene usted; y, en segundo lugar, cuán cercana a la verdad resultaría esta prueba. Algo en nosotros nunca se auto engaña, y un esfuerzo como el que acabamos de describir es un medio para llegar a nuestra propia auto revelación consciente de la verdad sobre nosotros.
Una de las experiencias más comunes de la vida es la de ofender y ser ofendidos sin intención. Gente valiosa nos decepciona en algo, haciendo que desistamos de futuras relaciones. Sin saber por qué, nos alejamos. Por otra parte, gente que se interesaba en nosotros deja de hacerlo. No sabemos la causa de su frialdad o indiferencia y lo atribuimos a capricho. En ambos casos un poco de esfuerzo psicológico lograría posiblemente resultados clarificadores.
Si se encuentra en el primer caso, intente deliberadamente descubrir que es lo que lo alejó de sus amistades y, de la misma manera, imagine lo que él o ella debiera haber hecho o debería hacer para recuperar su estimación. No es suficiente que usted sepa que desea ser tratado de forma diferente, usted debe saber exactamente cómo deseaba o desea ser tratado. No es de importancia alguna que su amigo debiera actuar sobre la base de este descubrimiento, usted no necesita decirle lo que debiera o debe hacer. Que usted lo haya comprendido ya tiene suficiente valor en sí mismo.
En el segundo caso, debido posiblemente a haber sido mal interpretado, repase los incidentes de la última reunión con esa persona haciéndose estas dos preguntas: Qué esperaba de mí en ese momento mi amigo, y qué le di yo? El esfuerzo para responder estas preguntas sinceramente no es sólo un ejercicio de intuición, sino que incidentalmente ayudaría en la aclaración de antiguos malentendidos y prevendría nuevos. Varios ejercicios similares se le ocurrirán a quien estudie esto con seriedad, teniendo todos un valor práctico inmediato, retirándolos de la categoría de juegos, y además tendrán un valor de desarrollo personal que incluso trasciende su valor inmediato. En resumen, comparten la naturaleza de la doctrina cristiana tan enseñada y tan poco practicada: Haz a los otros lo que te gustaría que te hicieran a ti. Nunca podremos ser cristianos practicantes usando sólo la razón y el sentimiento. Unicamente por medio de la intuición entrenada podemos llegar a la verdad de cómo quisiéramos ser tratados y cómo debiéramos tratar a nuestro prójimo.
A. R. Orage.
Traducido y extractado por Patricia Zárraga de
“Psychological Exercises & Essays”
Samuel Weiser Inc.
por fernanda | Cosmología
La Realidad, cualquiera que ella sea, no puede presentarse más que en términos de una totalidad que engloba toda forma de manifestación y de consciencia y, por lo tanto, a todos los seres individualizados así como a nuestro pensamiento que los está concibiendo. Nuestra consciencia habitual, limitada al juego de la mente y del intelecto, nos permite una cierta percepción del mundo. Ella nos permite también elaborar conceptos sobre él y crear la realidad que nos conviene para tranquilizarnos. De todas maneras, esta percepción que calificaremos de “ordinaria”, es siempre estrictamente individual. Cuando la ampliamos o, mejor dicho, cuando cambiamos el registro de percepción no dejando intervenir a la mente reductora, al razonamiento o a la observación clásica, la percepción llega a ser no-ordinaria pero permanece individual. Ella no es solamente la obra de un “yo”, reducido a un personaje por los engaños de la mente y de los sentidos. Ella adquiere una dimensión impersonal, revelando en primer lugar nuestra relación íntima con el Todo y la evidencia de que, sin ninguna autonomía, nuestra individualidad corporal y psíquica, está contenida en el Todo. Más tarde, ella nos revela nuestra identidad con esa totalidad y somos entonces capaces de percibir que contenemos el universo en nosotros. Pero por ahora, no nos engañemos, nuestra percepción se reduce a nuestro pensamiento. Si el pensamiento se detiene, el mundo se desvanece, lo que no quiere decir que sea irreal. El mundo que se dice “objetivo” es permanentemente una creación de nuestro pensamiento; un acto de memoria colectiva que se repite en el individuo.
Hundidos en la ensoñación y en la rutina, no nos maravillamos ni aún con la única evidencia fundamental: “yo soy”. Yo solamente percibo el mundo. Nadie más que yo. Y cada uno percibe el mundo así, aún al más bajo nivel de consciencia. Por su yo, por este “yo soy”. Basta dormirse para que el mundo desaparezca. Pues, cuando duermo profundamente: dónde está el mundo?
Ciertamente cuando despierte, volveré a encontrar en su sitio y lugar todo lo que se había evaporado, la memoria colectiva lo ha conservado. Mis amigos y mis próximos, en fin, los que no dormían en ese momento, me aseguran que todo ha continuado durante mi sueño, qué reconfortante ! no es así?. Pero esos son rumores. Su testimonio, mi despertar y mi reencuentro con el ambiente familiar no pueden constituir pruebas suficientes. En la ausencia de percepción y de pensamiento, el mundo desapareció totalmente. Yo soy el único en hacer la experiencia Real. Sin esta extraordinaria sensación del “yo soy”, todo desaparece.
El nudo y la clave del problema, si es que usted tiene un problema, se encuentran en este punto preciso. La menor sensación, la menor percepción, no pueden ser verdaderamente compartidas. Los que se imaginan que ellas lo son caen en la trampa de la “comunicación”, noción muy de moda, superficial y falsa. Se trata nada más que de consuelos, de cambio de ideas, tal vez reconfortantes pero estériles. No hay comunicación. Porque es imposible. Porque se está irremediablemente solo. Al morir, lo percibiremos.
La Realidad es “lo que es”, es decir, una totalidad sin división, y no una suma de partes; y yo experimento esta inseparabilidad cada vez que pruebo el “yo soy”. Es así como en cada uno de nosotros está contenida la Realidad, enteramente y sin discontinuidad. Pero nuestro estado de aprisionamiento en el sueño de la dualidad – estado necesario para que este mundo sea hecho – crea una distorsión. La experiencia global del “yo soy” se degrada y deviene experiencia del ego. Una experiencia de enfrentamiento, de alteración.
No puedo darles una explicación radical por medio del razonamiento y de la verbalización; pues no hay nada que comprender. Nuestra sola oportunidad es la de despertarnos.
Continuando con los temas “teóricos”, la síntesis Tantra-Yoga permite resolver las oposiciones transcendencia-inmanencia y dualismo-no dualismo. Una cita extraída del Kularvana Tantra va al corazón del problema: “El Brahman único es dos: transcendente e inmanente; absoluto y verbo. Algunos lo comprenden de manera dualista, otros lo perciben de manera no dualista; pero su realidad profunda se sitúa más allá del dualismo y del no dualismo. La realidad suprema sería como una transcendencia inmanente, un orden implícito y el fin supremo de participar en él totalmente”.
Las interrogantes sobre el universo, sobre nuestros orígenes y nuestro destino exigen respuestas formuladas con todo el rigor del que es capaz el razonamiento. Y nosotros no tenemos más que esta sola herramienta para explicar el mundo y le atribuimos un poder desmesurado.
En cierto sentido, el concepto dualista se adapta mucho mejor a la lógica del mundo visible. Es una visión indigente y limitada pero relativamente satisfactoria en lo que concierne a la estricta Manifestación observable. La dificultad resulta ser imposible de superar si se intenta establecer una relación con la Consciencia no manifestada. Los fenómenos se explican, pero su origen informal da lugar a problemas. Cómo unir la causalidad a lo sin-causa? Es así como el sistema Samkya se ve obligado, en su afán de presentarse como completo, a reconocer la emergencia de un principio inmaterial detrás de la energía y sus formas actualizadas, a admitir la existencia de un Ser, de una Consciencia, pero no logra jamás establecer una verdadera conciliación, una interdependencia con la materialidad, con la naturaleza. El imagina una solución desnivelada que conduce a reforzar la antinomia entre los dos principios. Este es el mayor problema de todos los planteamientos dualistas. Cuando ellos se contentan con explicar el mundo fenoménico, puede ser aceptable. Más allá, sus conclusiones se radicalizan para ir hasta la formulación de teorías extremas como el maniqueísmo. El desenlace, entonces, es fatal: el mundo se convierte en un obstáculo para la liberación: él es entonces perverso y gobernado por fuerzas maléficas. La noción del bien y del mal se radicalizan igualmente, también la moral, etc.
Si los dualistas funcionan correctamente en la dualidad que es nuestro quehacer cotidiano , tienen problemas con la transcendencia. Los no-dualistas, los tienen con el mundo fenoménico. La Advaita-Vedanta o el Budismo clásico nos ofrecen una visión no materialista que privilegia al espíritu. Su planteamiento nos parece menos ingenuo, más elevado y más global. A primera vista, “esto lo hace más espiritual” o más serio, pero es muy etéreo; pues, a su turno, se enredan en explicaciones ociosas concernientes a las relaciones posibles entre el uno y lo múltiple. Estos conceptos no son muy convincentes. La solución vuelve a escamotear los fenómenos y la materia declarándolos irreales. La sola realidad es Brahman, un absoluto no creador pero dotado del poder de ilusión, maya, que despliega el mundo ante nuestros ojos como un sueño alienante; una evanescencia sin consistencia alguna que nuestros sentidos y nuestra mente subyugados toman por reales. Si nos gustara polemizar, se podría refutar que en un universo donde todas las formas manifestadas son irreales, formular y sostener el concepto de irrealidad es antinómico y aberrante.
Si se pretende que toda manifestación es irreal, por lo tanto, este concepto, que emana de nuestra mente irreal no podría ser real. Pues nuestra mente, nuestro intelecto y nuestros procesos de pensamientos son seguramente parte integrante de esta manifestación irreal. Se termina así en una suerte de extravagancia que se quiere enmascarar pretendiendo emitir un juicio desde el “punto de vista de la estrella Sirio”, o mejor, desde el punto de vista del absoluto. Pero no existe ningún punto de vista del absoluto. Ningún pensamiento, ningún juicio, ninguna noción, ninguna causa. Hay “lo que es” o lo que no es.
De una manera o de otra, los dos sistemas conducen a una conclusión idéntica: el rechazo del mundo, jamás a una solución integral.
Pero no nos demos por vencidos. “Y si el veredicto está en que cada una de las dos proposiciones representa la media verdad de la otra?”.
Algunas escuelas tántricas, como los Kaula de Cachemira proponen una versión donde el divorcio entre el absoluto y el mundo no es irremediable. Pero estas escuelas son raras. Ellas se fundamentan en un discurso muy coherente y sobre todo en la experiencia de los yoguis que, habiendo logrado la totalidad, ven el Uno en el múltiple y el múltiple en el Uno y viven esta realidad “como un estado natural”.
Evidentemente el hombre no se satisface voluntariamente con las paradojas; se encuentra incómodo con ellas y prefiere las simplificaciones engañosas pues ellas están siempre más de acuerdo con el lenguaje de la razón y con la lógica del mundo.
Decir que es posible integrar “lo que aparece” a una consciencia incondicionada y subyacente, – la que estaría a la vez apartada de los fenómenos e implicada en toda la manifestación, desde la energía potencial hasta las formas visibles y a los objetos más compactos – no corresponde a las normas de la lógica clásica. Más que nunca chocamos con las limitaciones del lenguaje; para comprenderlo debemos cambiar de lógica. En una geometría de dos direcciones, la explicación es sin amplitud pero permanece correcta. En una geometría de tres dimensiones, la explicación se amplía pero se vuelve ardua y más incierta. Como el universo está inscrito en una geometría de múltiples dimensiones – pueden ser infinitas – como la describen ya ciertos científicos, todo intento de explicación se revela incorrecto, si no imposible.
La visión global necesita una fase de interrupción de los procesos psico-mentales que permiten sólo el conocimiento de un universo reducido a dos o tres dimensiones. Es necesario que la mente sea desconectada. Esto impone un cuestionamiento de todos nuestros valores y de nuestro funcionamiento habitual. Lo primero consiste en terminar de identificarse con sus procesos mentales, pues de este error provienen todas las falsas certezas, todas las semi verdades que son el resultado de nuestra irreprimible necesidad de clasificar, de operar en dicotomías, de razonar y de aprisionar todo en conceptos.
No podremos jamás integrar cierta materialidad del mundo: la energía, la forma y el espacio al vacío luminoso de la Consciencia, lo condicionado a lo incondicionado, lo personal a lo impersonal, el tiempo, pasado y por venir al intemporal presente; nosotros no podremos jamás ver y vivir la Totalidad – que es a la vez Consciencia inmóvil y este océano de energía en movimiento – por simple adhesión intelectual a conceptos, por brillantes que ellos sean. Esto no cambiará nada en nuestra condición de avasallamiento. Los más bellos vuelos del espíritu nos dejarán siempre prisioneros de nuestros condicionamientos psíquicos y mentales. Y todas estas construcciones mentales, estas argumentaciones vertiginosas, estas tradiciones culturales y religiosas no son más que obstáculos acumulados. Nosotros los fabricamos a nuestro antojo por miedo al vacío y por miedo a la muerte. Pero para el hombre social y para la sociedad, temo que lo que se entiende por realización de la Totalidad, no es finalmente ni tranquilizante ni deseable.
Al utilizar las palabras “orden implicado” inevitablemente pensamos en el físico David Bohm y también en la física moderna. A veces se reprocha a los físicos actuales el que en base a sus descubrimientos de la inmaterialidad de la materia vayan demasiado lejos en el sentido de la irrealidad del mundo y de “juntarse con ciertos ilusionistas metafísicos”. El Advaita-Vedanta así como el Budismo nos invitan a realizar la irrealidad del mundo los llamaríamos “metafísicos ilusionistas?”
Cierto que los descubrimientos de la nueva física invitan, por supuesto, a suponer algo así. Entre los físicos actuales es David Bohm quien tal vez ha tenido la mejor intuición y ha logrado transcribir el resultado de sus ecuaciones en términos corrientes. La expresión “orden implicado” parece una fórmula bastante buena. Pero si los dominios de esta ciencia y los de la metafísica coinciden naturalmente, debemos desconfiar siempre de la mezcla pues sus medios de acercamiento son diferentes. Como lo indica la etimología de la palabra “metafísica”, ella se sitúa “después” de la física a pesar de no ser más que una cuestión cronológica en el orden de los tratados de Aristóteles. Pero el hecho es significativo: debemos cuidar de los abusos del espíritu y moderar nuestros entusiasmos. Si sucede que los físicos desborden en la filosofía, o peor aún, en la mística, sería una catástrofe para la ciencia… Ella arriesga bajar de nivel. Por definición tradicional, su rol se limita a la observación, a presentar modelos, a la experimentación rigurosa, a la búsqueda de pruebas matemáticas, a la extensión de los conocimientos, a ponerlos en orden y a su adición. Por definición semántica, la ciencia diseca, divide y analiza; ella no unifica. Su primera razón de ser es cortar y no saber. Ella no puede entonces pretender el conocimiento, si no sobrepasa sus funciones y ya no es entonces lo que se ha decidido que sea. Pues el verdadero conocimiento no es jamás la suma de los conocimientos.
El Uno no se presenta como la suma de sus componentes, aun suponiendo que ellos sean todos conocidos., No confundamos unificación con suma.
Emplearé algunas analogías que les aclarará un poco el tema de la realidad o de la irrealidad del mundo, sobre sus corolarios, el de la dualidad y la no dualidad, aquel del determinismo o del indeterminismo y sobre todo probarán la vanidad de todos estos discursos, incluyendo el mío.
Notemos que todas las palabras son evocadoras, pero son fabricadas con un alfabeto en el que las letras en sí mismas no poseen ningún sentido. Estas palabras pueden a su turno servir, por ejemplo, para exponer dos teorías contrarias sin por eso cambiar de sentido. Ellas permanecen exactamente las mismas pero se prestan a todas las disposiciones posibles. En orden decreciente, las letras y las palabras serían más verdaderas que las teorías que construimos con ellas? Si colocamos las vocales, las consonantes o aún las palabras al azar o en desorden, no obtendremos nada significativo. Por adición sistemática el resultado ofrece una definitiva confusión… Los constituyentes del lenguaje coherente que son las letras y las palabras pertenecen a un universo de probabilidades donde reina el indeterminismo y lo problemático. No se puede jamás estar cierto que tal o cual signo o palabra será escogido y vendrá a colocarse en tal lugar al lado de tal otro para definir un pensamiento o formar una simple frase correcta; aún menos si se trata de un conjunto representando una construcción mental elaborada, como un sistema. El indeterminismo se amplía además a nivel de los alfabetos y de sus componentes últimos, pues siendo múltiples las lenguas y dialectos, las combinaciones para formar palabras y después frases significativas llegan a ser infinitas y cada vez menos y menos previsibles. Sin embargo, vuelto inteligible gracias a sus constituyentes fundamentales que son las letras y las palabras convenientemente dispuestas, todo concepto y todo sistema va a inscribirse en adelante en un orden perfectamente determinista. Se sabrá de dónde viene y hacia dónde se dirige. Estamos aquí en presencia de una paradoja aparentemente irreductible que se puede poner en paralelo con lo que molesta tanto todavía a los físicos modernos. Pero, en el primer ejemplo, el uso ha desbaratado las contradicciones. La práctica del lenguaje nos ha llegado a ser tan familiar que no tenemos ninguna necesidad de una teoría unificada para establecer la relación entre la expresión y sus constituyentes. El mundo de la física moderna responde a un esquema semejante pero no ha logrado verdaderamente la síntesis. Dos escuelas se enfrentan, aunque, con todas las proporciones guardadas y con las reservas ya mencionadas, podemos ponerlas en paralelo también con el Samkhya dualista y el Vedanta no-dualista. Ellas están de alguna manera, en la búsqueda de su tantra de unificación. David Bohm trabaja ciertamente en este sentido.
Los constituyentes de la materia bajo todas sus formas: líquida, gaseosa o sólida, no responden a las mismas leyes que ella. A nuestra percepción ordinaria la materia se presenta como compacta y se ordena en un universo previsible en un ciento por ciento. Ella está de acuerdo con el principio de causalidad. Por el contrario, las partículas que son el material fundamental no se inscriben en estas leyes, pues ellas se ajustan más bien al vacío y sus movimientos son problemáticos. Lo infinitamente pequeño responde pues al indeterminismo y concuerda mal con la causalidad; su acceso no puede ser más que probabilístico. Estas razones hacen que los físicos que se pronuncian exclusivamente por la mecánica cuántica, arriesguen caer en la tentación de pensar que la materialidad de un universo, formado por constituyentes de movimientos azarosos, tan inconsistentes y tan vacíos, es algo dudosa. Por cuál artificio las partículas elementales de un universo indeterminista cambiarían de condición combinándose para formar la materia de un universo determinista? Si la primera proposición se revela exacta, el camino natural conduce a orientarse hacia la inmaterialidad de la materia cuya apariencia compacta no sería entonces más que un artificio.
Estos sabios se ven más o menos obligados a razonar así por apremio lógico; es por eso que se sienten a veces tentados de juntarse con ciertos metafísicos ilusionistas. De la inmaterialidad a la irrealidad no hay más que un paso; no reprocho de ningún modo a ciertos físicos por franquearlo, pero señalo que la mezcla de especies lleva más a menudo a la confusión que a la claridad y que las conclusiones extremas resultan casi siempre de un exceso de apresuramiento y de celo.
En fin, existe un segundo aspecto que es la física relativista. La exactitud de los descubrimientos de Einstein en este campo no puede desconocerse, y las teorías perfectamente verificadas de la relatividad limitada y de la relatividad general se llevan muy bien con el determinismo. Ya que las teorías cuánticas nos demuestran ellas también, sin refutación posible, que el universo de las partículas fundamentales es indeterminista, es necesario estudiar y encontrar la relación entre dos aproximaciones verificadas como justas y sin embargo aparentemente contradictorias; entonces se trata de elaborar una teoría unificada, que sea verificable. Esto aun no se ha conseguido aunque se avanza en ese sentido. Pero no intentemos entrar aquí en los detalles de las teorías de los campos unificados o de la medida de las ondas gravitacionales.
La Advaita Vedanta y el Budismo son ilusiones metafísicas? Yo diría que en la medida que nos inviten a “realizar la irrealidad del mundo” son perfectos ilusionistas. Se dan cuenta de la significación de esa frase? Quieren decir volver real la irrealidad?
Repito sin tregua la afirmación del Tantra-tattva: “El problema no está en afirmar que esto o aquello es irreal o no, sino en saber hasta qué punto se posee el verdadero poder de volver inexistente, siquiera una sola brizna de hierba”. No se posee en absoluto este poder verdadero que sería la sola prueba de la irrealidad de las briznas de hierba.
Importa sobre todo comprender bien la significación de las palabras y su modo de empleo: ilusión, apariencia, fantasma, irrealidad, sueño, etc. Si damos al término ilusión (de illudere, burlarse de) el sentido de irrealidad, como es corriente, limitamos la existencia al aspecto transcendente y escamoteamos el mundo de los fenómenos asimilándolos a una especie de alucinación colectiva. La confusión se extiende porque nosotros hacemos de todas estas palabras sinónimos de irrealidad. Si mantenemos el verdadero sentido del término ilusión, estaremos más cerca de la verdad, pues se trata de un juego, lo que los hindúes llaman liláh, que se expresa de una manera engañosa porque es aprehendido ordinariamente por la mente y los sentidos, que son limitados. No caigamos en el exceso inverso sosteniendo la dualidad definitiva, que es el punto de vista nacido de la ignorancia, dando todo el poder al razonamiento, instrumento eficaz pero inadaptado en los dominios que no le convienen.
Los tántricos insisten en el hecho que la energía no tiene morada (anika ), que ella es consciente, que ella contiene implícitas o implicadas posibilidades infinitas de actualización que se “despliegan” y se “repliegan”, combinándose en el despliegue en un movimiento continuo y en una consciencia sin causa, de la que ella no puede ser disociada. Shiva y Shakti no representan más que aspectos, plegados o desplegados, de su Totalidad. Las manifestaciones, los mundos (incluido el nuestro) son “apariencias” desplegadas, formales, ordenadas, pero evolutivas y complicándose en el sentido de la entropía. En fin y, a pesar de todo, paradojalmente completas en cada momento en que se las note u observe. Estas manifestaciones no poseen más de irrealidad que de independencia material. La realidad en el dominio del mundo de las “apariencias” es una perpetua metamorfosis, Y la apariencia es “lo que aparece”; ella puede tomar la consistencia de la roca o tener la evanescencia de un fantasma, ella puede ser más o menos irreal o evolucionar hacia un cierto destino de materialidad cuando la energía se condensa en masa; y después borrarse en el sentido inverso conservando una parte de indeterminismo, un karma no definido, en ciertos planos de su ordenación global. Esto no tiene ninguna importancia decisiva.
Dualidad y no dualidad son dos semi verdades, dos modos de expresión más o menos agradables. La verdad consiste en encontrar lo que estas dos proposiciones tienen en común. Y la realidad se sitúa siempre en el punto común de no importa cuales proposiciones contradictorias. Ellas llegan a ser entonces complementarias. El razonamiento no tiene acceso allí jamás. Nosotros no participamos concretamente en esta realidad, físicamente, en persona. Y todo lo que nos prometía que la alcanzaríamos, la cultura, la filosofía, la ciencia, la religión, nos aleja de ella un poco más.
Jean Papin
Traducido y extractado por Viola Fishman de
Jean Papin.- Tantra et Yoga
Editors Derby Livres.
Más Información:
Bohm, David.- La Totalidad y el Orden Implicado.- Kairós.
Guenón, René.-Introducción General al Estudio de las Doctrinas Hindúes.- Ediciones L. C.
Guenón, René.-El Hombre y su Devenir según el Vedanta.- C. S. Ediciones
Wilber, Ken.- El Proyecto Atman.- Kairós.
por fernanda | Medicina Alternativa
El conocimiento del hombre sobre las manifestaciones de la vida se ha acrecentado considerablemente en el pasado reciente. Desde el paleolítico hasta nuestros días, con la domesticación de los animales familiares y la selección de plantas útiles, el hombre ha hecho genética respetando los fenómenos naturales. Es sólo muy recientemente que el avance del conocimiento de los modos de transmisión de la vida ha roto este equilibrio con la explotación de técnicas que los procesos naturales no pueden en ningún caso realizar.
Para no citar más que algunos ejemplos, la utilización a gran escala de la inseminación artificial en los animales de cría ha permitido superar barreras geográficas o de comportamiento antes insuperables. Del mismo modo, la manipulación genética de las bacterias ha permitido recientemente modificar a voluntad ciertos caracteres genéticos y confeccionar cepas que ninguna selección natural o artificial había sido capaz de producir. Sin extendernos largamente sobre los mecanismos moleculares de transmisión de la vida, y sin entrar en el detalle de las técnicas de laboratorio, es posible pasar revista rápidamente a las aplicaciones previsibles de los medios de que ya se dispone.
La modificación genética en las bacterias
La información genética es transportada, como es sabido, por una molécula particular, el ADN. Según el orden en el que las bases púricas y pirimídicas se suceden en esta larga molécula, se halla instituido un verdadero código químico. Un poco a la manera de la cinta de una grabadora, sobre la cual está registrada toda una sinfonía, los cromosomas, conteniendo este ADN y situados en el núcleo de cada célula, portan la información genética.
Del mismo modo que la inserción de un casete en una grabadora en marcha obliga a ésta a reconstituir exactamente la obra registrada, así también el material genético incluido en un núcleo celular dicta a la célula y a sus descendientes un comportamiento particular.
a) Modificación del ADN:
En organismos tan rudimentarios como las bacterias, la molécula de ADN puede ser modificada de forma relativamente fácil. Desde hace algunos años se conocen, en efecto, enzimas capaces de cortar la molécula en lugares estrictamente determinados, de manera que sea posible preparar piezas separadas que puedan calzar exactamente en la rotura así creada. Es así posible sacar un segmento de ADN de un organismo cualquiera e incluirlo en el patrimonio genético de una bacteria . La precisión y la eficacia siguen perfeccionándose, pero el principio está indiscutiblemente logrado. Estos fenómenos son enteramente diferentes a las mutaciones ordinarias.
b) Las mutaciones provocadas:
Desde muy largo tiempo se sabía que las radiaciones atómicas, o ciertas sustancias químicas altamente reactivas tales como los radicales libres, podían modificar localmente la molécula de ADN, produciendo allí un cambio muy localizado, un poco como la errata de imprenta resultante del descuido de un tipógrafo. Estas mutaciones, estables y transmisibles, eran imposibles de prever. Sin importar dónde la radiación golpeara, no se podía anticipar qué gen sería tocado, ni en qué sentido sería modificado. De allí la necesidad de esperar resultados cuya inmensa mayoría se revela desfavorable, y de seleccionar eventualmente el cambio interesante que hubiera podido producirse por azar. De todos modos, estas mutaciones provocadas no podían más que modificar a ciegas un gen preexistente, pero de ningún modo incluir uno nuevo.
c) Las mutaciones dirigidas:
Es posible la inclusión de nuevos genes en las bacterias utilizando como transportador a un virus, un bacteriófago que remolca un fragmento extraño al interior del cuerpo bacteriano. A priori, se podría tener en consideración el fabricar de este modo ciertos productos útiles cuya síntesis es muy delicada (polipéptidos hormonales, medicamentos diversos, etc.), transformando cultivos bacterianos que devendrían así en manufacturas poco costosas y fantásticamente especializadas.
Sin embargo, la inexactitud de las manipulaciones que hace temer la aparición de cepas patógenas no conocidas aún, resistentes a toda medicación, o incluso modificaciones imprevistas, eventualmente cancerígenas, de cepas hasta hoy banales, han impulsado a la Academia de Ciencias de Washington a proponer una moratoria sobre estas experiencias, ya que sus consecuencias son aun desconocidas.
Tal prudencia puede ser muy exagerada. Sin embargo, esta puesta en guardia parece sabia para prevenir riesgos muy poco probables en verdad, pero que nadie puede excluir a priori.
La manipulación de genes en el hombre
Es obvio que el reemplazo de un gen defectuoso sería muy deseable. Ello podría hacerse ya sea incluyendo, en el lugar y sitio del gen anormal, un segmento de ADN tallado sobre medida y portador de la información genética deseada, o ya sea infectando las células con un virus capaz de vegetar allí, sin acarrear desorden, y portador de un factor genético útil.
El interés de estas manipulaciones es evidente. En un gran número de afecciones genéticas , el enfermo
es incapaz de efectuar una reacción química particular y toda la terapéutica substitutiva demuestra que si esta reacción puede ser restablecida, el enfermo es sanado. Este es el tratamiento clásico de la diabetes por la insulina.
Sin embargo, cualesquiera sean las declaraciones de la prensa , esta terapéutica por inclusión de gen está fuera de alcance, por un tiempo que no puede ser estimado. La idea de fabricar superhombres añadiendo caracteres considerados favorables, representa un riesgo aún menor para el futuro inmediato.
Sin querer profetizar, puesto que cada cual sabe cuán rápido evolucionan las concepciones en ciencia, se puede decir que los peligros de la biología desnaturalizada no provienen actualmente de estos métodos,. Para nuestra especie al menos.
Por el contrario, otras manipulaciones son de temer. Estas no pretenden invadir los elementos del código genético en sí mismo sino sistemas ya mucho más complicados: las células reproductoras primero, o el feto luego, y más tarde, el adulto mismo.
Son estos riesgos tan reales – puesto que los métodos están ya codificados – que deben ser discutidos.
La manipulación de células reproductoras
Es relativamente fácil manipular las células masculinas, los espermatozoides, que están justamente equipados para poder sobrevivir fuera de su tejido de formación (los túbulos seminíferos del testículo) y son capaces de soportar y de efectuar por ellos mismos el largo viaje, desde la cavidad vaginal hasta la trompa de Falopio, travesía que los lleva finalmente a contactar con el óvulo y fecundarlo.
a) El frío intenso:
Por colocación en frío intenso (cerca de -180 en nitrógeno líquido) es posible conservar los espermatozoides durante tiempos muy largos, calculándose ya en más de diez años. Teóricamente, la conservación , tan cerca como sea posible del cero absoluto, debería ser casi infinita. A este frío intenso corresponde una detención de toda actividad química y las células son así congeladas en lo que podría ser una suspensión de la duración fisiológica. Si se ha tenido el cuidado de bajar la temperatura progresivamente y de poner los espermatozoides en un medio adecuado que permita a las moléculas solidificarse como un vidrio y no como un revoltijo de cristales, la estructura fina es enteramente respetada. Después de volver a calentarlas, las células pueden ponerse nuevamente en actividad y los espermatozoides recuperan su movilidad y su poder fecundante.
Son posibles muchas utilizaciones y algunas se han realizado.
b) Los bancos de esperma:
Se concuerda fácilmente en que pueda ser valioso conservar el semen de un reproductor, un poco como se haría con la semilla de una planta. En veterinaria , esto rinde enormes servicios, puesto que es posible, después de algunos ensayos, probar la calidad de la descendencia de un caballo, o de un toro, antes de utilizar la inseminación artificial en gran escala.
En nuestra especie, la inseminación es utilizada sobre todo para paliar la imposibilidad de fertilización. La inseminación en sí misma es en efecto un procedimiento relativamente sencillo, puesto que el simple depósito del espermatozoide sobre el cuello del útero, o en la cavidad misma, realiza una de las etapas del proceso natural. Todos estos niños engendrados así son biológicamente legítimos (salvo errores por envasado).
La otra utilización concierne a la infertilidad masculina, siendo entonces utilizado el esperma de un donante. Aquí los niños son adulterinos puesto que el padre biológico no es el marido de la madre.
Parecería que son de temer numerosas consecuencias psicológicas para la madre y el niño, dígase lo que se diga sobre este punto. Sin embargo, biológicamente los niños son enteramente naturales, como los del adulterio o de la ilegitimidad en cualquier parte.
La idea de seleccionar la simiente de ciertos sujetos catalogados como superiores no ha dejado de ser lanzada. Se ha propuesto reemplazar la buena y vieja manera de hacer niños, por una inseminación voluntaria con Premios Nobel como donantes.
Otro riesgo más insidioso es el de los matrimonios incestuosos desconocidos. En una misma pequeña ciudad, si el mismo donante es utilizado para engendrar numerosos descendientes, habría el riesgo de que se produzcan uniones entre medios-hermanos y medias-hermanas que ignoran totalmente su parentesco,
y verdaderamente se han producido ya en los Estados Unidos.
Aquí todos los riesgos ligados a la consanguinidad se vuelven a encontrar, con sus efectos desfavorables sobre la descendencia.
c) La elección del sexo:
Desde la más lejana antigüedad, la aparición en número poco más o menos igual de niñas y de niños ha dado lugar a innumerables hipótesis y a un número aún más grande de métodos empíricos destinados a procrear a voluntad a un sujeto masculino o a un sujeto femenino. Sin ningún éxito hasta aquí.
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Como se sabe, el ser humano posee 46 cromosomas, de los cuales un X y un Y están en el varón, mientras que la mujer tiene dos cromosomas X. En el momento de la producción de células reproductoras, sólo exactamente la mitad de los 46 cromosomas se reconocen en el espermatozoide. De esto se desprende
que cada célula reproductora lleva 23 cromosomas , por consiguiente un elemento de cada uno de los pares, un cromosoma N 1, un N 2, y así continuando hasta el N 22, y además un cromosoma sexual, sea un X o un Y, ya que estos cromosomas sexuales no son idénticos. En cada óvulo van también 23 cromosomas, de los cuales siempre uno es X.
Se ve, por lo tanto, que es el espermatozoide fecundante el que determina el sexo del niño. Si aporta un X,
el sujeto es XX, es decir, niña . Si aporta un Y, el sujeto es un XY, o sea, un niño. Por un método de tinción especial se puede reconocer si un espermatozoide porta un X o un Y. Pero esta técnica de investigación produce la muerte de la célula.
La idea de una separación de ambos tipos a menudo ha sido propuesta por los medios más diversos, pero ningún éxito real se logrado aún. Es de suponer, lo que no tiene nada de imposible, que sea descubierto algún día un método eficaz. Entonces la cuestión se centraría sobre si dejar a la pareja esta elección del sexo de los niños. Como lo dice muy bien Jean de Grouchy en Los nuevos Pigmaliones: el Estado debe poner en marcha sus computadores para saber cuál sería el mejor método para satisfacer el deseo de la mayoría de los padres (ellos quieren un niño) a la vez que preservar el equilibrio de los sexos en la siguiente generación . Un simple cálculo entrega en un abrir y cerrar de ojos la respuesta que los grandes computadores no dejaron de afirmar a través de inmensos cómputos: el único medio para evitar todo favoritismo y toda injusticia deliberada es el azar (como antes).
d) La separación de los malos genes:
Una aplicación aún más lejana sería inventar una especie de filtro capaz de detener los espermatozoides portadores de un mal gen para no dejar llegar al final más que a los buenos. Cuando un sujeto porta, en efecto, para la misma función química un gen normal y un gen patológico , transmite indiferentemente el
uno o el otro, es decir, una vez de cada dos. De ahí emana el interés teórico evidente en una manipulación tal que prácticamente reduciría a casi nada la carga genética soportada por cada generación. Se puede contar actualmente con que aproximadamente un niño sobre cien sufra de alguna enfermedad genética.
En relación con esto no se ha inventado ninguna manipulación aún, pero sería presuntuoso negar a priori toda posibilidad de este género.
e) La manipulación de los óvulos:
Las propuestas de intervención sobre la célula femenina, el óvulo, son mucho menos numerosas y mucho más difíciles de realizar en razón del pequeño número de estas células, una en cada ciclo menstrual en promedio.
Sin embargo, se conocen diversos cócteles hormonales para provocar ovulaciones múltiples , y sería posible el obtener de ciertas donantes una decena de óvulos maduros, por ejemplo. A pesar de ello, los óvulos no se guardan en bancos, pues no toleran bien el frío intenso, a diferencia de los embriones y los espermatozoides.
f) Las implicaciones morales:
Como se puede ver, dejando aparte la utilización para el mejoramiento de la raza humana pregonado por algunos, la manipulación de células reproductoras podría ser más peligrosa que útil.
Hasta donde es posible juzgar, los efectos psicológicos podrían ser más graves. La disociación entre la paternidad y el acto de amor, a veces comparada a la sublimación afectiva encontrada en la adopción, es
de hecho muy diferente, puesto que uno de los procreadores, la madre, es un progenitor biológico “bona fide”, mientras que el padre es totalmente lejano a sus hijos.
Por otra parte, la intervención de un científico que procure o manipule los gametos, viene a constituir como la sustitución del marido real, estrictamente hablando , lo que va en contrario no sólo de la naturaleza sino de la función misma del especialista, que es colaborar , facilitar, permitir que lo natural se produzca.
La generalización de estos métodos podría traer la creación de un abismo aún más grande entre las generaciones , con toda la inestabilidad afectiva o racial que puede deducirse.
Continúa en el siguiente artículo…
por fernanda | Jung
Las ideas son el principio motivador que subyace en todas las formas creadas. Cada forma es un símbolo y cada símbolo es, por lo tanto, la expresión externa y visible de una realidad interna y espiritual.
Las citas que vienen a continuación son extraídas de un libro del Dr. C. G. Jung. El Hombre Moderno en busca de su Alma.
Nada influye tanto en nuestra conducta como las ideas intelectuales. Pero cuando una idea es la expresión de una experiencia psíquica, que ha dado sus frutos en regiones del globo separadas y sin relación histórica, como Oriente y Occidente, entonces debemos profundizar el asunto. Tales ideas representan fuerzas que están más allá de la justificación lógica y de la sanción moral, siendo siempre más fuertes que el hombre y su cerebro. El hombre cree que él moldea esas ideas, pero, en realidad, son ellas las que lo moldean y lo hacen su intérprete inconsciente.
En el proceso creador, en consecuencia, debemos reconocer dos aspectos del trabajo: aquello que produce en el hombre un despertar creador mediante el impacto sobre su consciencia de ideas que emanan de alguna fuente superior, y las ideas menores, visiones y conceptos que capta él mismo y a las que da forma. Las formas que crea pueden estar revestidas de belleza, utilidad práctica, color, palabras, sonidos musicales; pero, detrás de la forma se halla la idea percibida inconscientemente a la cual el creador trata de dar expresión. Por lo tanto, el creador es responsable de la forma y no de la idea en sí. Jung hace notar que:
Es muy cierto que las ideas ampliamente aceptadas nunca son de propiedad personal de su pseudoautor, por el contrario, él es sólo el servidor de sus ideas, Las grandes ideas aclamadas como verdades contienen algo peculiar en sí mismas. Aunque vienen a la existencia en un momento determinado, son y han sido, eternas; surgen de esa región de la vida creadora y psíquica donde la mente efímera del ser humano se desarrolla como una planta que florece, da semilla y fruto y luego se marchita y muere. Las ideas emergen de una fuente que no está contenida en la vida personal de un hombre. Nosotros no las creamos, ellas nos crean a nosotros. Al expresar las ideas, inevitablemente confesamos, no sólo lo mejor que hay en nosotros, sino también nuestras deficiencias y errores. Esto sucede especialmente en el caso de las ideas acerca de la Psicología. De dónde pueden provenir las ideas, que no sea del aspecto más subjetivo de la vida? Puede la experiencia en el mundo objetivo salvarnos de los prejuicios subjetivos? No es cada experiencia, aún en el mejor de los casos, en gran medida una interpretación subjetiva? Por otro lado, el sujeto es también un hecho objetivo, un pedazo del mundo. Lo que de él surge proviene del suelo universal, así como hasta el más extraño organismo es nutrido por la tierra que compartimos en común. Precisamente son las ideas más subjetivas las que están más cerca de la naturaleza y del ser viviente y las que merecen ser llamadas verdaderas. Pero, cuál es la verdad?
Es evidente que cuando el hombre trata de vivir en contacto con su alma y en estrecha relación con el aspecto creador de su propio ser, tiene que aprender a penetrar en esa región subjetiva de donde emanan las ideas verdaderas y reconocerlas antes de poder darles forma. Mucho de lo que se produce hoy, en los diversos campos del esfuerzo creador, no encierra una idea verdadera; la forma no encarna algo raro, original o real, y la razón de ello no hay que buscarla muy lejos. El hombre que crea estas frívolas expresiones del arte, no está en contacto con el mundo de las ideas. En realidad nada expresa, excepto la vaga ambición de hacer algo que llame la atención para satisfacer un anhelo innato de ser reconocido o una necesidad interna de expresar algo, un algo tan nebuloso e indefinido que el impulso no es adecuado para construir la forma. Primero debe dominar el secreto del contacto, luego penetrar y resolver el misterio del mundo de valores y significados. El hombre debe ser un creador, porque ha forzado su entrada al reino subjetivo de pensamiento y visión, que encierra en sí el espíritu creador. Jung dice:
La facultad creadora, igual que el libre albedrío, contiene un secreto. El psicólogo puede describir el proceso de estas dos manifestaciones, pero no puede hallar solución a los problemas filosóficos que ofrecen. El hombre creador es un enigma que podríamos dilucidar de varias maneras, aunque siempre sería en vano. Esto es una verdad que no ha evitado que la psicología moderna se ocupe del artista y de su
arte.
Freud creyó que había encontrado la clave en su método de relacionar la obra de arte con las experiencias personales del artista. Respecto a esto es verdad que hay ciertas posibilidades, pues es concebible que una obra de arte, como una neurosis, podría achacarse a esos nudos de la vida psíquica denominados complejos. El gran descubrimiento de Freud fue establecer que la neurosis tiene origen causal en la zona psíquica y que surge de estados emocionales y experiencias de la infancia, reales o imaginarias. Es innegable que la disposición psíquica del poeta compenetra la raíz y los derivados de su obra. Nada hay de nuevo en la aseveración de que los factores personales influyen en gran parte en la elección del poema y en el empleo de los materiales. Sin embargo, debe reconocérsele a la escuela freudiana el mérito de demostrar el gran alcance de esta influencia y la forma curiosa en la que se expresa.
Toda persona creadora es una dualidad o una síntesis de actitudes contradictorias. Por un lado es un ser humano con una vida personal, mientras que por el otro es un proceso creador impersonal. Así como un ser humano puede ser sensato o morboso, así debemos observar su constitución psíquica para determinar su personalidad. Pero sólo podemos comprenderlo en su capacidad de artista observando su realización creadora. Cometeríamos un grave error si tratáramos de explicar la forma de vivir de un aristócrata inglés, un oficial prusiano o un clérigo, en términos de factores personales. Ellos actúan como tales en forma impersonal (roles) y su constitución psíquica está cualificada por una objetividad peculiar. El artista se asemeja en algo a los tipos mencionados porque la disposición específicamente artística encierra un exceso de vida psíquica colectiva en oposición a la personal. El arte es una especie de impulso innato que se apodera de un ser humano y lo hace su instrumento. El artista no es una persona dotada de libre albedrío que busca sus propios fines, sino que permite al arte realizar sus propios fines por su intermedio. Como ser humano podrá tener caprichos, voluntades y objetivos personales, pero como artista es un hombre en el sentido más elevado, un hombre colectivo, aquel que lleva y moldea la vida psíquica inconsciente del género humano. Para realizar este difícil destino es necesario sacrificar a veces la propia felicidad y todo aquello que hace a la vida digna de ser vivida para el ser humano común.
Siendo así, no es extraño que el artista sea un caso especialmente interesante para el psicólogo que emplea un método analítico. La vida de un artista sólo puede ser una vida de conflictos, porque en su interior hay dos fuerzas en pugna, por un lado el anhelo natural de felicidad, de satisfacción y seguridad en la vida, por el otro una pasión avasalladora de crear, que puede ir muy lejos, hasta sobrepasar todo deseo personal. La vida del artista, por regla general, es altamente insatisfactoria – por no decir trágica -en el aspecto humano. Difícilmente hay excepciones a la regla de que una persona debe pagar caro el don divino del fuego creador.
La imagen arquetípica del sabio, del salvador o redentor, está enterrada y dormida en la inconsciencia del hombre desde los albores de la cultura; se despierta en las épocas tumultuosas. Estas imágenes primordiales son muy numerosas, pero no aparecen en los sueños o en las obras de arte hasta que vienen a la existencia por la perspectiva general descarriada. Cuando alguien se desvía, siente la necesidad de un guía o instructor, e incluso un médico. Cuando la vida consciente se caracteriza por la unilateralidad y una actitud falsa, entonces entran en actividad estas imágenes, podría decirse que instintivamente, y surgen a la luz en los sueños y visiones de artistas y videntes, restaurando así el equilibrio psíquico de la época.
En esta forma el trabajo del poeta viene a llenar la necesidad espiritual de la sociedad en que vive, y por esta razón su trabajo significa algo más que su destino personal, se dé cuenta o no de ello. Siendo esencialmente el instrumento para su trabajo, está subordinado a él y no podemos esperar que lo interprete para nosotros. Ha tratado de darle forma lo mejor posible y debe dejar que los demás y el futuro lo interpreten. Una buena obra de arte es como un sueño: a pesar de su aparente realidad, no se explica por sí misma y siempre es verídica. Un sueño nunca dice: usted debe creerlo o esta es la verdad. Presenta una imagen en la misma forma que la naturaleza deja crecer una planta, debiendo llegar nosotros a nuestras propias conclusiones. Si una persona sufre una pesadilla puede significar o que es muy miedosa o que está exenta de temor; si sueña con un anciano sabio, puede significar que es demasiado pedagoga o que necesita un instructor. En forma sutil ambos significados llegan a lo mismo. En el caso de una obra de arte, debemos dejar que ella actúe sobre nosotros así como actuó sobre el artista. Para comprender su significado debemos permitir que nos moldee como lo moldeó a él, entonces comprenderemos la naturaleza de su experiencia. Vemos que la ha extraído de las fuerzas curadoras y redentoras de la psiquis colectiva que subyace en la consciencia humana con su aislamiento y errores penosos; que ha penetrado en esa matriz de vida en la que todos los hombres están incrustados, la que imparte un ritmo común a toda la existencia humana y permite al individuo comunicar sus sentimientos y luchas a toda la humanidad.
El secreto de la creación artística y de la efectividad del arte reside en el retorno al estado de participación mística, ese nivel de experiencia que vive el hombre y no el individuo, y donde la felicidad y el dolor de un solo ser humano no cuenta, sino la existencia humana. He aquí por qué toda gran obra de arte
es objetiva e impersonal y, sin embargo, nos conmueve profundamente, y también por qué la vida personal del artista no puede considerarse esencial para su arte, sino a lo sumo una ayuda o un obstáculo a su tarea creadora. Podrá seguir el camino de un filisteo, de un buen ciudadano, un neurótico, un ingenuo o un criminal. Su vida personal puede ser inevitable o interesante, pero no explica al artista.
Estos pensamientos de Jung son materia para reflexionar, considerando que los candidatos a discípulos deben captar el hecho de que el objetivo de la meditación y su dedicación al servicio activo es la creatividad. El discípulo debe imponerse la tarea de demostrar la efectividad de su contacto con el Ser en una obra creadora de cualquier índole. Puede ser creación de una obra de arte (pintura, escultura, etc.), literatura, o alguna realización en el campo de la música o la ciencia. Puede ser el impulso creador demostrado al participar en el trabajo de los servidores del mundo – despertar las almas dormidas a la Enseñanza de la Sabiduría Eterna – o el cuidado del hogar y la educación de los hijos. Tiene que haber un resultado tangible, alguna expresión del tercer aspecto de la Divinidad, el de la creatividad.
Alice A.Bailey
Extractado de Apuntes de Clases por Correspondencia de la
Escuela Arcana> de Buenos Aires.
por fernanda | El Tibetano, D.K.
Podemos definir la forma de muchas maneras. A continuación expondremos algunas de ellas: la forma es el cuerpo de una idea o pensamiento; es la vida de lenta vibración que encierra una vida que vibra más rápidamente; es la vida en proceso de expresarse; es el símbolo objetivo de una energía animadora central inteligente; es el cuerpo, habitado por una idea, su alma, detrás de la cual reside la energía dinámica plena de propósito, el espíritu. Por lo tanto, cada forma es la trinidad cuerpo, alma y espíritu. La forma es el Uno, la Unidad en su aspecto de Diversidad, es el Uno convertido en muchos. Es el instrumento o medio de contacto entre el espíritu y el aspecto materia del Logos, tratando de expresar Su voluntad, plasmándola en un aspecto diferenciado del Logos, adoptando la forma de acuerdo a la etapa de evolución y a la consiguiente receptividad del aspecto u objeto que se debe plasmar.
La forma es una idea, incorpórea en sí misma, concretada en el plano objetivo. Es el Principio de limitación, condición y privación, que permite hacer comparaciones con el Absoluto; es un aspecto de lo infinito hecho finito en espacio y tiempo; es la envoltura externa de un complejo espíritu interno. La forma es un velo ilusorio que oculta, confina y aprisiona un pensamiento proyectado por alguna energía central dinámica, responsable de la actividad subjetiva y de su resultante expresión objetiva en la materia o forma pasiva.
La forma tiene por objeto ayudar a la evolución para que la vida evolutiva logre la auto consciencia inteligente en grado y dimensión cada vez mayores, debido a la experiencia adquirida en repetidas encarnaciones durante su ciclo evolutivo. La meta de esta evolución a través de las formas es la comprensión de la Unidad Absoluta. La Doctrina Secreta dice: “La idea de Unidad Absoluta quedaría totalmente destruida en nuestro concepto si no tuviéramos ante nuestros ojos algo concreto que contenga tal unidad”.
Muchas y muy variadas son las formas utilizadas por el Plan para estimular y guiar a las unidades evolucionantes de la Vida Una, y cada forma se adapta al propósito de un cabal desenvolvimiento, plenamente comprensivo de todos los aspectos y atributos de la Vida Una, dentro de cada parte componente.
En la familia humana se enseña al hombre, por medio de la forma, la dualidad esencial de la existencia en el universo manifestado. Observando la forma, el hombre percibe oportunamente la vida activa dentro de ella
y aprende a considerar la vida interna como la realidad o yo, y la forma externa como el no-yo. Por medio de la forma, ya sea la forma de su propio cuerpo, la de los cuerpos de sus hermanos, individualmente o en grupo, como miembro de una familia, de una sociedad, de un orden social, cultural, político, comercial, religioso, ético, industrial, científico, racial, nacional o internacional; como dirigente o uno de sus seguidores; colaborador consciente o receptor inconsciente de fuerzas modeladoras buenas o malas, el hombre aprende la lección que le corresponde, según el grado alcanzado en la universidad del universo evolucionante.
Así el hombre aprende su lección, es decir, equilibra los pares de opuestos y sabe que con cualquier nombre que se le designe: espíritu o materia, bien o mal, placer o dolor, vida o muerte, crecimiento o decadencia, construcción o destrucción, amor u odio, atracción o repulsión, Dios o Demonio, liberación o prisión, todas son manifestaciones mutables del aspecto materialista fenoménico de la inmutable Realidad Una que es la Vida Eterna.
Es interesante observar como las diferentes formas hacen surgir distintas maneras de responder, proporcionándole al hombre la adaptabilidad a las variadas demandas del medio ambiente, como las influencias geográficas y climáticas, comunidad o soledad, paz o guerra, refinamiento y valores artísticos o pobreza, bestialidad y crudeza.
Desde un punto de vista personal, el servicio más importante que la forma puede prestar es hacernos conscientes de los defectos y virtudes de nuestro carácter. Nuestros vicios y virtudes se reflejan fielmente en la forma – para observación del verdadero hombre interno – por medio de deseos, sentimientos, impulsos y pensamientos generados por el triple yo inferior que compone nuestra personalidad, la cual actúa o entra en actividad por los sonidos, los colores, las formas, los olores, etc., que nos llegan a través de los sentidos. Cada uno de estos contactos, accidentalmente o no, es una nueva oportunidad para fortalecernos y ayudarnos en nuestra propia evolución, o absorber nuestra fuerza y así obstaculizar la evolución. La victoria y la derrota tienen su raíz en la misma simiente; lo importante no es lo que nos ocurre, sino el beneficio que extraemos de los acontecimientos. Hemos permitido que se conviertan en un obstáculo o los hemos superado y convertido en peldaños? Tales revelaciones de la personalidad nos permiten formular planes prácticos e inteligentes, fomentar y cultivar las cualidades necesarias para convertirnos en perfectos y eficaces instrumentos de servicio.
La observación de Tolstoi sobre el empleo de la forma es iluminadora: “Si quiero exponer mis pensamientos empleo palabras; si quiero exponer mis sentimientos utilizo el arte”. El arte es, en verdad, uno de los más grandes sacerdocios de la vida espiritual.
Igualmente iluminador, para hacer resaltar la superioridad de la realidad interna sobre la forma externa, es el bien conocido epigrama de Emerson: “Lo que tú eres, habla tan alto que no puedo oír lo que dices”.
La cualidad que diferencia la forma de un ser humano de las demás formas es la mente. El hombre es un pensador. Manas, el principio mente, no lo dota de consciencia – pues esta existe desde el comienzo del ciclo evolutivo en todas las formas inferiores a la humana – sino de auto consciencia, atributo de la divinidad. Gracias al poder de fusión de la mente, el hombre vincula en sí mismo los dos polos de la manifestación divina, abarcando y reflejando todo el ciclo evolutivo desde el átomo al universo, desde el hombre a Dios.
Según Annie Besant: “El hombre es el ser en quien el espíritu más elevado y la materia más inferior están unidos por la inteligencia”, haciendo de la inteligencia – manifestación del principio mental – la cualidad característica del hombre. Este principio mente, esta inteligencia o relación, entró en actividad en el hombre en el momento de la individualización, llevándolo de lo animal a lo divino. La mente trasmuta la sensación en deseo, el deseo en emoción y la emoción en amor, siendo el amor humano la simiente del amor divino. En el mundo de las percepciones sensorias el hombre es el único ser que puede amar como ama Dios, no para beneficio propio, sino para beneficio del ser amado. Ruskin dice: “Podemos amar a las rocas y a las montañas por el bien de las rocas y de las montañas”.
La mente permite al hombre adquirir perspectivas, observar y valorar los senderos y las formas a través de las cuales ha llegado; aprovechar los frutos de la experiencia, desarrollar la capacidad de adaptarse al medio ambiente y más tarde crearlo. La mente puede captar y retener el conocimiento, requisito para comprender la complejidad de las formas y aplicar la ley a las formas, a fin de que actúen armoniosamente con el único propósito de ayudar en el plan de evolución y “cumplir la voluntad del padre”. Félix Adler lo expresa con las siguientes palabras: “Haz tu trabajo en el mundo para que los demás trabajadores hagan mejor el suyo”.
Regina Keller
Extractado de Apuntes de
Clases por Correspondencia de la
Escuela Arcana de Buenos Aires.