Inmóviles, permanecemos en nuestro mundo personal. En acción, lo modificamos y sobre todo lo ampliamos. El overthinking de los anglosajones, encerrarse en uno mismo, no es eficaz. Apartada de las lecciones de la acción, la autoestima se crispa y enclaustra, se torna cada vez más frágil. Sólo podemos pretender fraguarnos, desarrollarnos, crecer y conocernos a través de un continuo vaivén con la vida. No permaneciendo en la pequeña habitación de nuestro yo. Eludir lo real nos entumece. Ir a su encuentro nos permite crecer. Es la acción la que abre al mundo en lugar de fortalecer sólo el ego.

La acción, no la presión: las reglas de la acción serena
La acción es una oportunidad y una amenaza. Oportunidad de descubrir y de realizarse. Amenaza de fracasar y ser juzgado por ese fracaso. El modo en que cada uno de nosotros se mueve entre ambos polos dice mucho sobre la autoestima. Y el modo en que la acción viene precedida de anticipaciones más o menos realistas, también dice mucho de nosotros.

Cómo actuar sin sufrir?
Actuar es necesario, pero no a cualquier precio y en cualquier estado de ánimo. Evidentemente, lo peor es convertir la evitación en un estilo de vida y un medio para proteger la autoestima. Pero no todo es tan malo: porque existen muchos modos de transformar la acción que engendra dolor. Y muchos momentos en los que nos es posible hacerlo. Me refiero a las acciones significativas para la autoestima: aquellas cuyo resultado o, peor aún, cuyo completo desarrollo está expuesto a la mirada y al juicio de los demás, porque las acciones íntimas, cuyas consecuencias sólo nos atañen a nosotros, no están sometidas a la misma intensidad de la presión emocional.

Antes de la acción: atormentarnos se trata de la ansiedad de la anticipación – hasta el punto de amargarnos. Uno de los más puros mensajes sobre la inanidad e ineficacia de esas inquietudes anticipadas nos lo ofrece la Biblia en las sombrías lamentaciones del Eclesiastés: Si te preocupas por el viento no sembrarás jamás./Si escrutas las nubes no tendrás cosecha. Sin embargo, preocuparse no impide alcanzar el éxito. Cuántas personas socialmente muy asertivas (actores, directivos, músicos profesionales) pasan toda la vida mostrándose muy desenvueltas, vistas desde el exterior, mientras que en realidad viven con un sufrimiento increíble y permanente? El sufrimiento también se extiende a su entorno, pareja e hijos, que pagarán así, al contado, el estrés de la estrella que duda y tiembla y provoca que en la casa reine un ambiente de gran tensión Sólo la importancia de las gratificaciones que obtiene a cambio, sea dinero, prestigio o notoriedad, permite que esas personas continúen. Sólo ellas conocen la distancia entre su personaje público y su íntima fragilidad.