Un individuo espontáneo está liberado. Escoge y acepta la responsabilidad por sus propias selecciones. Se libra a si mismo de la obligación de vivir un estilo de vida predeterminado. En cambio, aprende a enfrentarse con situaciones nuevas y a explorar nuevas maneras de pensar, sentir y responder. Incrementa y reevalúa constantemente su repertorio de posibles comportamientos,

El individuo espontáneo usa o recaptura su capacidad para decidir por sí mismo. Adopta sus propias decisiones en vez de permanecer a merced de su suerte. A menos que una persona adopte decisiones, aunque éstas no sean siempre correctas, su poder de voluntad permanece sin dirección y su ética es confusa o inestable. La falta de decisión es mala, según Martin Buber. Malo es el remolino sin dirección de las posibilidades humanas sin las cuales nada puede conseguirse y por las cuales, si éstas no toman dirección, sino que permanecen atrapadas en ellas mismas, todo sale mal. En este sentido, la persona autónoma es la que adopta decisiones que proporcionan una dirección determinada a sus propias posibilidades. Dentro de limitaciones reales, la persona es responsable de su propio destino, y ella lo sabe.

Decidir conscientemente por uno mismo es ser libre, a pesar de las características heredadas o de las influencias del ambiente. Viktor Frankl escribe: El hombre, ciertamente, tiene instintos; pero esos instintos no le tienen a él. Nosotros no tenemos nada en contra de los instintos, ni en contra de que el hombre los acepte. Pero mantenemos que tal aceptación debe presuponer también la posibilidad de su rechazo. En otras palabras, debe haber libertad de decisión.

En cuanto a lo heredado, la investigación sobre la herencia ha mostrado lo elevado que es el grado de libertad humana contra la predisposición. Por ejemplo, mellizos idénticos pueden estructurarse vidas diferentes basadas en predisposiciones idénticas.

En cuanto al ambiente, sabemos que no hace al hombre, pero que todo depende de lo que el hombre haga de él, de su actitud hacia él