Henri Tracol.-Editorial Ganesha

Un ser humano que proseguía una búsqueda comenzada desde la infancia, desde pequeñito, y que continuará hasta el final. Así habla Henri Tracol de su maestro G.I. Gurdjieff. Con las mismas palabras pudiéramos evocar su propio caminar interior, entregado a un verdadero trabajo; no, como se podría imaginar, al margen de la vida, sino abriéndose desde dentro a la vida misma, aquí, ahora.

Tras una juventud intensamente implicada en el movimiento intelectual, político y artístico de la época fue crítico de cine, reportero en América Latina, y participó como periodista en la guerra civil española – entre sus más hondas inquietudes se hacía sentir una sed de autenticidad que recibió su orientación decisiva al encontrarse con la enseñanza de G.I. Gurdijeff. Junto a éste, y a su muerte junto a Jeanne de Salzmann, vivió este empeño como una vocación esencial, que había de llevarle naturalmente a contribuir con todas sus fuerzas a la creación, en Francia y otros países, de las condiciones necesarias para la fiel transmisión de una enseñanza íntimamente experimentada como manifestación de una necesidad vital de despertar.

Entrañable velador, su desvelo no ha dejado de llamar a tantos dormidos Del maestro heredó un rigor que no tenía nada de profesoral, pero abría a una exigencia de verdad. Cómo no sentirse ayudado y provocado a la vez por su mirar agudo y luminoso? Cómo no percibir que dentro de su voz, de sus palabras, resonaba una imperiosa humildad que sin cesar llamaba a un cuestionamiento ineludible?

Un trabajo se hace en mí estoy dispuesto para que se haga? Aparente paradoja que venía a desbaratar las ilusiones de un trabajo sin dudas ni sorpresas. La vraie question demeure, reza el título de este libro en su original francés: la verdadera cuestión ha de seguir en pie. Hasta el final de su vida, en 1997, Henri Tracol llevará consigo, incansablemente, esta inmensa tarea interrogativa.