Jung estaba convencido que la integración de lo femenino en el mundo del Logos masculino, es necesaria
en la actualidad para atenuar el comportamiento agresivo. Es preciso un poder superior “un arquetipo constelado” – el principio femenino – que por el momento no se encuentra suficientemente integrado en nuestra visión religiosa del mundo.

El admitía que en el estrato inferior del inconsciente colectivo nos encontramos con un sector desconocido de la naturaleza, el cual “contiene todo y por lo tanto también lo desconocido, incluyendo la materia”. Allí estaría el aspecto preconsciente de las cosas en un nivel animal e instintivo de la psique. En el hombre, cuando se activa ese estado, se observa que con mayor frecuencia se producen acontecimientos de sincronicidad. En este estrato, la materia aparece como un aspecto concreto de la psique y la psique como una cualidad de la materia, pero debido a lo ineludible del fenómeno psíquico, no puede haber tan sólo un único camino al misterio del ser, sino que ha de haber por lo menos dos: el acontecer material por una parte y la imagen subliminal psíquica por otra, sin poderse saber quien refleja a quien.

El Sí Mismo.

A este aspecto del inconsciente, Jung lo llamó: Selbst, Self, Ser, Sí mismo, en equivalencia al Atman de la filosofía hindú. La consciencia del Sí mismo, en la religión hindú, tiene una importancia extraordinaria. Entre nosotros existe una infravaloración del alma que impide que ésta se despliegue y se revele.

El Sí mismo abarca todos los aspectos de la psique, incluso al yo. La personalidad 2, que descubrió Jung
en su juventud, corresponde a este Sí mismo. Con frecuencia es representado como un símbolo matemático circular o cuadrado, en el cual destaca más el dador de orden y sentido implicado en el centro de la personalidad, que el aspecto humano.

El Sí mismo implica algo eterno e indestructible, el yo experimenta una proximidad de un estado así. A través del sufrimiento, se hace consciente el yo del Sí mismo. Entonces, no se considera ya como un hombre aislado sino como uno que vive en todos. Tan sólo está aislada la consciencia subjetiva. Cuando ésta se encuentra referida al Sí mismo, el centro interior se siente contenido en el todo y descubre en medio del dolor un lugar de calma más allá de toda complicación.