La segunda se desarrolla a partir de contactos del cuerpo con el entorno y más adelante a partir de contactos con el mundo interior. Se establece paulatinamente la diferencia entre sujeto y objeto y entre dentro y fuera. Esta teoría no puede ser comprendida sin la experiencia del mundo subliminal: lo inconsciente.

En el curso de la evolución de sus vidas, todas las personas desarrollan más alguna de las cuatro funciones adaptativas. la que utilizan en forma predominante. También se puede desarrollar una segunda y una tercera. La cuarta, Jung la llamó” función infravalorada” o función menospreciada. Lo que hacemos con esta función, es en gran medida incontrolado y cae bajo la influencia de la personalidad 2: lo inconsciente. Tanto el yo como el inconsciente son estructuras subliminales. Ambas contienen luz y oscuridad. Jung define al yo como “una personificación relativamente constante del inconsciente”. Cuando protegió la lucecita en su sueño, no reprimió la existencia de lo inconsciente, que es el espíritu que se halla a la altura de la oscuridad del mundo. Lo más patente de dicho espíritu es su carácter histórico, su vastedad en el tiempo, su intemporalidad. El representa el espíritu de los tiempos, colectivo, operante en lo inconsciente del hombre y que se manifiesta y transforma a través de los siglos de historia del espíritu humano.

El Mandala

El radiolario es una imagen arquetípica a la cual Jung denominó “mandala”, palabra sánscrita que significa círculo mágico.

El mandala es el centro y corresponde a la naturaleza microcósmica del alma, es la vía hacia la individuación, es experimentado como el centro interior de la psique. Jung descubrió que la evolución es una circunvalación en torno al Sí mismo, centro de un mandala.

El símbolo del Anthropos cósmico y el mandala tienen un mismo sentido, ambos aluden a una unidad interior y última de la psique. El mandala simboliza en su punto central la unidad última de todos los arquetipos, así como la multiplicidad del mundo fenoménico y que constituye por ello la correspondencia empírica al concepto metafísico del Unus Mundus.