La pugna de las generaciones se debe a que los jóvenes se identifican con el rey joven y la generación mayor, con el rey viejo. La transformación de uno en el otro, resulta siempre imposible cuando falta el principio femenino o es demasiado débil, o sea, cuando falta el principio de Eros. En el varón se da ésto cuando no se ha desarrollado o hecho consciente su ánima y en la mujer cuando está poseída por su ánimus, lo cual debilita su femineidad. Entonces el dogma religioso queda desvitalizado y la vida psíquica quiere crear nuevas formas, así como ayudar al Sí mismo a encontrar otras formas de expresión.
La función histórica de la evolución arquetípica está determinada por el comportamiento humano que tiene gran importancia y que puede abarcar siglos y milenios y se expresa a través de símbolos. Jung expone que el símbolo que determina el arquetipo de nuestra cultura, es la imagen de Cristo. La ha estudiado detenidamente en su obra “Aion”. Él señala que la figura histórica de Cristo, ha asumido en sí toda la simbología del Anthropos, la Cruz, el Mandala, la cuaternidad y el “núcleo del alma ” y se ha convertido en un símbolo del arquetipo del Sí mismo. También señala que tuvo que haber sido una personalidad de excepcional magnitud, para haber expresado de forma tan perfecta la expectativa general del inconsciente de su tiempo. Personificó sólo el aspecto luminoso de la totalidad humana. La vertiente oscura apareció representada por el Anticristo que conquistaría el dominio, al final de la era cristiana.
Cristo y el Anticristo, fueron identificados con dos peces, que simbolizan la era astrológica de Piscis de la Era Cristiana, y así el Sí mismo fue entendido como algo que se transforma en el curso de la historia. Desde el año 1.000 se esperó el fin del mundo y la llegada del Anticristo y surgieron movimientos religiosos nuevos que culminaron con la Reforma y que después dieron lugar a un racionalismo que era en parte anticristiano.
Dentro de este marco, desempeña un mecanismo compensador el simbolismo de la alquimia, en cuanto aparecen en él mitologemas que unifican en una sola figura los dos peces “enemigos” del eón cristiano. El “pez redondo en el mar se ha de cocer hasta que empiece a relucir”, (relacionado con el radiolario del sueño de Jung), en el que se manifiesta el amor divino. Contiene en su cuerpo la” piedra del dragón ” que muchos buscan. El pez ejerce una gran atracción sobre los hombres, es una piedra animada, con la cual se puede fabricar el elixir de la inmortalidad.