Cuando empezamos a seguir un Curso de Crecimiento Personal y nos enfrentamos con nuestras emociones negativas justo aquello que perjudica nuestras relaciones personales nos damos cuenta de lo difícil que resulta corregir nuestros errores. Ponemos todo el empeño en superarlos, pero igual volvemos a caer en un ataque de ira, una crítica destructiva, el resentimiento, la consideración interna, etc.
Al tomar consciencia de lo que cuesta cambiarse a sí mismo, aunque pongamos en juego toda la fuerza de voluntad de que somos capaces, recordamos avergonzados cómo en alguna etapa de nuestra vida intentamos cambiar a otro (amigo, pareja, hijo) para que fuera como nosotros dictaminábamos que debía ser.
Esto sucede con mayor frecuencia entre las mujeres. Conocen un hombre que les atrae y les gusta en digamos un 75%. Hay características de él que no les agradan y con las cuales no están dispuestas a transar. Es fácil piensan – eso yo lo voy a cambiar cuando nos casemos. Las más precavidas comienzan su labor de modelaje durante el pololeo. La consecuencia más común es una ruptura. No los cambió su mamá, cuando eran chicos, y lo van a hacer ustedes, cuando todas esas mañas ya están firmemente ancladas en su estructura.
Es como comprar un traje hecho. Lo vemos en la vitrina y nos gusta. Al probarlo, o nos queda como guante o no. Esos arreglos que ofrece la vendedora de encoger o agrandar, alargar o acortar, no resultan. O aceptas a ese hombre tal como es, o lo dejas pasar.
Esto no significa que una persona no pueda corregir sus defectos de carácter, prueba de ello son nuestros Cursos de Crecimiento Personal. Pero todo cambio es desde adentro hacia fuera y no al revés. Nadie cambia si no está internamente motivado.
Fernanda
una manzana verde puede madurar,pero nunca cambiar…