La guía para la evaluación estaba constituida por todas las partes de la enseñanza que estuvieran a disposición de uno, en un momento dado en que cualquier acto debiera realizarse. A más aprendizaje más cambio de la guía. Estaba implícito, no obstante, que cualquier acto obligatorio, era el más adecuado a la circunstancia. Había por lo tanto falta de libertad para innovar.

La claridad de mente se refería a un sentido de dirección porque, al estar todos los actos predeterminados, la orientación de uno dentro del conocimiento que se impartía, también estaba prefijada. La libertad de buscar una dirección se refería a la posibilidad de elegir entre diferentes caminos de acción, igualmente efectivos y practicables. El criterio para la elección se basaba en la preferencia propia. No se consideraba como oposición para la libertad de innovar. Necesitaba claridad de mente para hermanar sus propias razones específicas para actuar y el propósito específico de cada acción. El conocimiento del propósito específico de cada acción era la guía usada para juzgar la circunstancia para actuar.

La claridad de mente tenía la capacidad de dar poder y transformar al guerrero en alguien cruel. Es por eso que el poder se consideraba un acérrimo enemigo, porque lo inutilizaba para adquirir conocimiento y progresar.

Don Juan insistía en que para lograr ser un hombre de conocimiento, se necesitaba de un esfuerzo dramático con el objeto de obtener eficacia para afrontar el desafío. Al realizar un esfuerzo, él expresaba un profundo estado de fe y no una manifestación histriónica. Los actos que efectuaba parecían definitivos. Así, durante el curso del aprendizaje, la muerte era una posibilidad real, debido a la naturaleza inherentemente peligrosa de los elementos que se debían manejar. El esfuerzo no sólo debía ser eficaz, dramático y conveniente, sino que debía alejar toda posibilidad de aniquilamiento.

Tenía que ser un “guerrero”, porque debía mantener una autodisciplina y un profundo respeto por todo lo relacionado con su conocimiento. Esto significaba haber evaluado sus propios recursos insignificantes al encarar lo Desconocido, en donde él se incluía. Frente al miedo tenía que continuar el curso de las acciones, debía primero enfrentarlo para después derrotarlo. Un guerrero debía buscar la imparcialidad en sus propios ojos, a eso lo llamaba humildad. Lo importante para un guerrero era llegar a la profundidad de sí mismo.