La energía que se necesita para moverse en el sueño, surge del área ubicada 3 o 4 cm. bajo el ombligo. A esa energía se la llama voluntad. En la mujer viene de su vientre, porque es su centro. Cualquier situación del no-hacer propicia el soñar. Ayuda a conseguirlo sentarse con las piernas cruzadas. Los hombres pueden sentarse con las plantas de los pies juntas y los muslos tocando el suelo, lo ideal es tener los muslos apegados al suelo. Debe evitarse las miradas de otras personas.

La atención que se requiere en los inicios del soñar, hay que forzarla a permanecer en un determinado detalle del sueño.

Don Juan explicaba que la segunda atención hace el papel de señuelo, mientras más se ejercita más existe la posibilidad de obtener lo que se desea. Otro de los métodos para entrenar la segunda atención era encontrar las manos en el sueño: mirarse las manos al soñar.

El cuerpo de sueño
El efecto del soñar parecía ser un incremento del tiempo de vigilia debido al uso de un supuesto cuerpo extra, el cuerpo de sueño, que también se llama el doble o el otro, porque es una réplica del cuerpo del soñador. Es la energía del ser luminoso, una emanación blancuzca que es proyectada, mediante la fijeza de la segunda atención, en una imagen tridimensional del cuerpo. La segunda atención es impelida a enfocar nuestro ser total, como campo de energía, en cualquier cosa apropiada.

El hombre debe concentrar su atención en la punta del esternón y la mujer en el vientre para empezar a soñar. La mejor hora es en el amanecer y en el atardecer.

Un ejercicio que hacía don Juan para enseñar a usar el cuerpo de sueño, era inmovilizar la segunda atención firmemente en los movimientos de volar en sueños. Se debe enfocar la segunda atención en los detalles y en la sensación de volar.

Otra forma de usar el cuerpo de sueño consistía en escoger un sitio y luego soñar en pleno día y averiguar si en verdad se pudiese ir allí. Primero se debe pedir a una persona allegada, del sexo opuesto, que permanezca en el lugar.