Para un vidente, la razón del hombre común no es más que la “auto reflexión de su inventario”. Si uno pierde esa “auto reflexión” pero no pierde los cimientos, uno vive en forma más variada y plena.

Si el punto de encaje alinea otras emanaciones interiores diferentes a las normales, los sentidos humanos perciben de maneras inconcebibles.

Uno olvida cuando sale de la consciencia acrecentada, porque las emanaciones que permiten mayor claridad dejan de estar en relieve. Aprender a recordar, en tales casos, significa volver a acentuar por sí mismos aquellas emanaciones.

Los videntes ven los estados de consciencia acrecentada como un resplandor más profundo y más intenso dentro de la forma ovoide en la superficie del capullo.

En los niños, los videntes no ven un punto de encaje fijo, sus emanaciones están agitadas. Desgraciadamente, con la educación, quedan en un punto fijo. Es porque sus maestros les enseñan el diálogo interno. Los niños “ven” y los que tienen esa condición, son considerados anormales por la mayoría de las culturas.

Las plantas de poder logran que el punto de encaje se mueva, también lo hacen el hambre, la
fiebre, el cansancio, etc.

Cuando los movimientos del punto de encaje son muy leves, producen visiones que se originan en el “inventario del hombre”, es un movimiento lateral que, si llega a los bordes de la banda, hace surgir una basura a veces muy mórbida.

Si el cambio es mínimo, son consideradas fantasías de la mente, si es considerable, se producen alucinaciones. Cuando uno entra en un silencio interior, se rompen los lazos del punto de encaje al sitio en que está fijo y queda así en libertad de moverse. Sin embargo, siempre vuelve, de lo contrario la persona no puede rearmar su mundo.

El punto de encaje puede quedarse en una posición más baja que lo normal,” el movimiento hacia abajo”, pero no permanece mucho tiempo allí. Ese es el lugar de la bestia. Cuando los antiguos videntes movían el punto de encaje hacia abajo, era para poder adquirir formas de animales, a los cuales llamaban naguales. Suponían que podrían adquirir sus características.