Don Juan expresó que él era de los que se preocupan de los demás, jamás había ayudado a nadie. Expresó que si hiciera algo por la gente tendría la sensación de estar imponiendo su voluntad, aunque reconoció sí que, ayudado por el camino del guerrero, había superado ese sentimiento.

Los naguales acechadores pueden conducir a las personas – porque son líderes naturales – a la felicidad o
a la desgracia.

Don Juan dijo que entre los videntes hay dos métodos de enseñanza:
Él prefería el método que explica todo, deja que el aprendiz conozca de antemano el curso de la acción, porque fomenta la libertad, la selección de alternativas y la comprensión.

El método de don Julián era coercitivo, no permitía ni la selección de alternativas ni el entendimiento. Su ventaja era que obligaba a vivir directamente los conceptos de los videntes, sin ninguna elucidación intermediaria. Para don Julián sus actos y sus palabras en determinado contexto tenían que tener el impacto necesario. No fomentaba la comprensión, sino la visión total. En este, caso el punto de encaje sólo requería de un acto catalizador que de un tirón surtía el efecto requerido.

Las cualidades básicas de los guerreros son el esfuerzo sostenido y el intento inflexible. Sus objetivos son: hacer mover el punto de encaje y la búsqueda de ser vidente propiamente dicho.

Don Juan, después de algunos ejemplos didácticos, relacionados con su formación de nagual, expresó que la posición del punto de encaje dicta como nos sentimos y como nos comportamos. Para moverlo hay que tener nuevos hábitos, quitándole toda importancia al aspecto personal. Es la forma de no tener prejuicios, muchas veces basados en la envidia.

Los entendimientos son de dos tipos: uno es simplemente exhortaciones que uno se da a sí mismo, grandes arranques de emociones y nada más. El otro es un producto del movimiento del punto de encaje, que va unido a la acción. Cuando se ha solidificado en su nueva posición, pueden venir los arranques emocionales sin problemas. Esto sucede mucho después.