Mover el punto de encaje les da un respeto y temor reverente por la vida en general y por estar vivo en particular.

El capullo de la tierra
Los antiguos videntes vieron que la tierra tiene un capullo luminoso, que encierra las emanaciones del Águila. Ellos descubrieron que la percepción es alineamiento. La llave mágica que abre las puertas de la tierra, está hecha del silencio interno. Ese conocimiento es saber que la tierra es un ser consciente y que puede ayudar al hombre a darle un impulso en el instante que las emanaciones interiores del capullo del guerrero, se alinean con las emanaciones apropiadas del interior del capullo de la tierra. A esto se llama “levantón de la tierra”. Se realiza sólo con las emanaciones ambarinas, y aumenta la consciencia de ser a tal grado que los videntes conocen con esta experiencia la libertad total.

La tierra contiene todas las emanaciones presentes en el hombre y todos los seres orgánicos e inorgánicos. Los guerreros pueden usar ese alineamiento para percibir mundos inimaginables. Los guerreros pueden alinear siete mundos aparte del que conocemos. La porción de las emanaciones que hay en el interior del capullo del hombre, existe allí sólo para evocar la consciencia de ser. La consciencia consiste en alinear porciones de emanaciones internas con las mismas porciones de las emanaciones en grande, que son inmensas.

Lo que no se puede conocer queda fuera del capullo del hombre y dentro del capullo de la tierra. En el interior del capullo del hombre, lo desconocido consiste en las emanaciones no tocadas por el fulgor de la consciencia cotidiana. Cuando las toca, se activan y alinean con las emanaciones en grande que les corresponden. Una vez que ocurre esto, lo desconocido se percibe y se convierte en lo conocido.

El aspecto de la alineación que mantiene fijo el punto de encaje es la voluntad, y el aspecto que lo hace mover es el intento.

El capullo en la parte frontal tiene un escudo, o “placa frontal”, que nos protege de las bolas de fuego o tumbadoras, que tiene que ver con todos los detalles de la vida y de la muerte. Abarca una quinta parte del grosor del capullo total. Son fuerzas que provienen de las emanaciones del Águila, que nos golpean ininterrumpidamente, pero las ignoramos porque tenemos los escudos protectores. Se las llama fuerzas rodantes. Por ejemplo, estamos preocupados de lo que nos pertenece, de nuestra posición frente a otros. Los escudos nos dan una falsa sensación de seguridad.