En el estado de consciencia más aguda, es posible intentar mover el punto de encaje a mayor profundidad hacia el lado izquierdo a una posición de sueño.

Mover el punto de encaje de su posición habitual y mantenerlo allí es estar dormido. Con la práctica los videntes pueden estar dormidos y, sin embargo, comportarse como si no lo estuvieran.

El molde del hombre
La maestría de estar consciente de ser, es romper por cuenta de uno la barrera de la percepción. Para esto se debe mover el punto de encaje sin ayuda y alinear otra gran banda de emanaciones. Al mover el punto de encaje y alcanzar cierta profundidad, se rompe una barrera y se interrumpe momentáneamente la capacidad de alinear emanaciones. Esto se experimenta como un vacío perceptual. Los videntes llaman a esta experiencia “barro de niebla” y aparece cada vez que el alineamiento da un traspié.

La alineación es la fuerza que tiene que ver con todo. Uno de sus aspectos, el intento, mueve el punto de encaje. Lo que le da el empujón al punto de encaje es la maestría de la consciencia. Al apagar el diálogo interno y eliminar el inventario, el punto de encaje se libera. Esta acción da por resultado “ver” el “molde del hombre” El molde del hombre es un enorme haz de emanaciones en la gran banda del haz orgánico, ellas son las que llenan el interior del capullo. Es la porción de las emanaciones del hombre que los videntes pueden ver sin peligro para ellos.

Romper la barrera de la percepción, es la última tarea de la maestría de la consciencia. Para mover el punto de encaje a esa posición se necesita mucha energía.

La esencia de la maestría del intento, es aplicar el principio de que el comando personal es el comando del Águila.

El molde del hombre es un patrón de energía que sirve para imprimir las cualidades de lo humano, sobre la burbuja amorfa de materia orgánica. Cada especie tiene su propio molde. Se define como todos los atributos humanos que podamos concebir. El molde del hombre es nuestro Dios porque nos acuñó a su imagen y semejanza. Según don Juan la creencia está basada en la fe y, por lo tanto, en una convicción de segunda mano. La creencia en Dios está basada en un rumor que circulaba y no en el acto de “ver”.