El método del chamán
Para conseguir la metamorfosis del aprendiz, don Juan usaba plantas que producen efectos que cambian la forma de percibir la realidad en quien las consume o fuma. Las drogas son parte de una disciplina física y espiritual, como las prácticas ascéticas, los giros del derviche, las maceraciones del eremita cristiano y otras. Cada una de ellas es parte de un simbolismo que abarca al macrocosmos y al microcosmos y cada una se rige por un calendario ritual sagrado.

Las drogas, las prácticas ascéticas y los ejercicios de meditación son medios, no fines. Si el medio se transforma en un fin, se convierte en un agente de destrucción físico y espiritual que conduce a la degradación, la locura e incluso la muerte.

Rota la percepción cotidiana de la realidad, las drogas ya no tienen sentido, porque su función es semejante al mandala del budismo tibetano, es un apoyo para la meditación del principiante, no para el iniciado. El chamán expresa que lo que llamamos realidad consta de “descripciones del mundo” y los prodigios que la droga realiza son medios para destruir nuestros débiles razonamientos, nuestra percepción del mundo ordinario y para ubicar en su justa medida nuestras certidumbres. Él llama “parar el mundo” el terminar con la dualidad del sí y el no. Debemos recuperar esa mirada diáfana con una visión directa y profunda. Así alcanzaremos ese estado al que han aspirado todos los sabios del mundo: contemplativa imparcialidad.

El regalo del Águila
Según esta antigua enseñanza, al poder que gobierna a todos los seres vivientes le llaman el Águila. Esta se les aparece a los videntes como una enorme y negrísima águila, a gran altura, que otorga emanaciones
a todos los seres. Dicha emanación toma la forma de un capullo que envuelve el cuerpo físico.

El regalo que da el Águila a todos los hombres es conservar la llama de la consciencia, a la cual se le ha concedido pasar por una abertura hacia la libertad con el fin de perpetuarla. Para guiarlos, el Águila creó al Nagual. El vidente ve al hombre y mujer nagual, como un huevo luminoso. El Águila los creó como videntes para que “vieran”. Para asegurarse que el primer nagual condujera a su grupo hacia la libertad, sin corromperse, se llevó a la mujer nagual al otro mundo para que sirviera de faro al grupo hacia la abertura. Luego, recibieron la orden de olvidar.