Un “hombre de conocimiento” elige un camino con corazón y lo sigue, luego mira se regocija y ríe; luego “ve” y sabe. No tiene honor, dignidad, familia ni tierra, sólo tiene vida que vivir y en tal condición, su única unión con sus semejantes es su “desatino controlado”. Por otro lado, puede preferir quedarse totalmente impasible y no actuar jamás, como si el ser impasible le importara de verdad. También en eso será genuino y justo, porque eso es su desatino controlado. El desatino controlado se parece mucho al “ver”: es algo en lo que no se puede pensar.

En la vida de un hombre de conocimiento, todo está lleno hasta el borde porque no hay victoria, ni derrota, ni vacío cuando uno ve, porque sabe que nada importa. Un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar. Él sólo se prepara para tener consciencia y la consciencia total sólo le llega cuando ya no queda en él nada de importancia personal.

Según don Juan, mirar es la manera ordinaria con la cual percibimos el mundo. El uso de la mezcla para fumar era un requisito para “ver”. La percepción que producía eran estados alterados de consciencia imposibles de interpretar por medio de nuestra forma cotidiana de ver el mundo. Esta condición de inaplicabilidad de los estados de realidad no ordinaria, don Juan los utilizó para introducir nuevas unidades de significado preconcebidas, que eran el conglomerado básico de datos sensoriales y sus interpretaciones, sobre los cuales se erigía un significado más complejo.

Las unidades de significado se agrupaban en forma específica y cada bloque integraba una interpretación sensible, que es el proceso en virtud del cual un practicante tiene conocimiento de todas las unidades de significado necesarios para realizar deducciones, predicciones, etc. sobre todas las situaciones pertinentes a su actividad. El practicante es un participante que posee un conocimiento de casi todas las unidades de significado, implicadas en un sistema particular de interpretación sensible. Don Juan era un practicante, conocía todas las fases y su objetivo era dar acceso a un proceso de resocialización en el que se aprendían nuevas maneras de interpretar datos perceptuales. Para esto, debía descomponer una certeza particular, la certeza de que el “sentido común” es en nuestro mundo algo definitivo.