Nada es más común que reclamar que los que nos rodean son aburridos y sin interés. Sin embargo, dichos reclamos son confesiones inconscientes más que acusaciones, dado que la verdad es que el desinterés y el aburrimiento comienzan exactamente cuando se sobrepasa el límite de nuestra inteligencia activa. El aburrimiento comienza cuando nuestra mente se detiene; y el aburrirse fácil o rápidamente sólo indica que nuestra inteligencia es pequeña o torpe. Toda la gente sin excepción es interesante y valiosa. No tenemos otra alternativa que esforzarnos en conocer a la gente porque el propósito educativo de la vida es contactarnos con el misterio de la humanidad. Cada individuo es como si fuera un capítulo del libro humano total. Quien pueda entender todo acerca de una persona tiene la llave para el conocimiento de la raza humana. Por eso una persona es tan buena como cualquier otra persona para interesarse en ella; y aburrirse con una de ellas significa fallar en la búsqueda de lo interesante en la gente.

Esto no quiere decir que no haya gente que provoque nuestro interés y otra que no. De hecho, podemos dividir a la gente que conocemos en dos clases: aquellos que, sin esfuerzo de nuestra parte, nos interesan y estimulan, o, como solemos decir, gente realmente interesante, con quienes siempre es un placer juntarse; y aquellos que no nos provocan ni estimulan interés ni agrado alguno: la gente insulsa y opaca. Pero, como lo sabemos muy bien, una misma persona no puede ser ni interesante ni falta de interés para todo el mundo, dado que no existen los casos absolutos; las personas son interesantes o lo contrario sólo desde nuestra perspectiva particular.

Por qué esto es así?…. Es posible que hagamos a la gente interesante sin que naturalmente lo sea?

Tomemos en cuenta que, en esencia, cada uno de nosotros está compuesto de una colección de elementos químicos (usando el término elemento o componente químico para designar cualquier tipo particular de materia). Entre un individuo y otro no sólo hay diferencia en la cantidad de componentes químicos, sino que los componentes no son todos los mismos, ni están en las mismas proporciones ni en el mismo estado de actividad. Este hecho ilustra y explica la extraordinaria variedad de gente que existe, no hay dos personas exactamente iguales químicamente. Y como somos capaces de ser o de captar sólo lo que nuestros componentes químicos nos permiten, se puede decir que estamos determinados por la química que nos compone.