La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, a quienes pertenece la adopción y la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas y también los patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne. (Rom 9 4-5), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo.

Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita , y gran parte de los Judíos no aceptaron el Evangelio, más aún no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y le servirán con un solo hombro (Sof. 3,9).

Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue, sobre todo, por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno.

Aunque las autoridades de los Judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en Su Pasión se hizo no puede ser imputado ni indistintamente a todos los Judíos que entonces vivían ni a los Judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, no se ha de señalar a los Judíos como reprobados de Dios y malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.

Además la Iglesia, que reprueba toda persecución contra cualesquiera hombres, consciente del patrimonio común con los Judíos e impulsada no por razones políticas sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los Judíos.