El hombre se torna un Yo a través del . Aquello que lo confronta desaparece, los fenómenos de la relación se condensan o se disipan. En esta alternación la consciencia del compañero que no cambia, del Yo, se hace más clara y cada vez más fuerte. Seguramente ella aparece aún comprometida en la trama de la relación con el ; es la consciencia gradual de lo que tiende hacia el sin ser el . Pero se afirma con una fuerza creciente hasta que el lazo se rompe y el Yo se encuentra, como en el espacio de un relámpago, en presencia de sí mismo, como si se tratara de un extraño; pero pronto retoma posesión de sí y desde entonces se ofrece conscientemente a la relación.

Sólo entonces puede constituirse la otra palabra primordial. Pues sin duda el de la relación ha palidecido muchas veces, pero sin tornarse en el Ello de un Yo, en objeto de una percepción o de una experiencia impersonal, como lo será más tarde. Se ha vuelto en cierto modo un Ello para sí, un Ello, primeramente desatendido, puesto en reserva y que, para nacer, espera que se produzca un nuevo fenómeno de relación. El cuerpo que madura en una persona se distingue ya de su medio en la medida en que se siente portador de sus impresiones y ejecutor de sus impulsos. Pero esta distinción fue simplemente un esfuerzo rudimentario y poco orgánico de orientación, y no una absoluta separación del Yo y su objeto. Mas ahora, el Yo destacado emerge, transformado. Reducido de su plenitud circunstancial a un punto funcional, a un sujeto que experimenta y utiliza, el Yo encara y toma posesión de todo Ello existente en y por sí mismo, para formar la otra palabra primordial del lenguaje.

El hombre que se ha hecho consciente del Yo, el hombre que dice YoEllo, se coloca ante las cosas como observador, en vez de colocarse frente a ellas para el viviente intercambio de la acción recíproca. Inclinado sobre las cosas, con la lupa objetivadota de su mirada de miope, y ordenándolas una a una en un panorama, gracias al telescopio objetivador de su mirada de présbite, las aísla para considerarlas sin ningún sentimiento de exclusividad, o las dispone en un esquema de observación sin ningún sentimiento de universalidad.