Se puede estimar que ayudar a un individuo psicológicamente, es ayudarlo a aceptar, a metabolizar las frustraciones y los duelos pequeños o grandes que pavimentan la existencia. Frente a una frustración o un duelo en sentido amplio. hay tres evoluciones posibles: la evolución descendente, es decir hundirse en la depresión y los remordimientos; la evolución circular, o buscar un nuevo objeto para reemplazar el anterior, un nuevo par de muletas para reemplazar las que se han perdido. Esto es lo que ensaya hacer la gente espontáneamente, y es lo que aconsejan la mayor parte de los psicólogos; es verdad que es una reacción de mejor calidad que la depresión pura y simple. La tercera evolución es la evolución ascendente: se acepta el duelo en tanto que tal y se ve el vacío que él ha creado como una ventana que se abre hacia el absoluto. Ya no se busca un comodín y la sombra negra de la depresión se transforma en vacuidad luminosa de liberación. Por liberación, yo entiendo liberación de una dependencia por pequeña que ella sea. En este sentido, el mejor aguijón para encontrar la felicidad dentro de sí mismo es el sentimiento de frustración , es una espina incitadora que hace evolucionar sin cesar.

Si el psicólogo tiene una visión puramente pragmática de las cosas, es decir, si se contenta por reemplazar una evolución descendente por una evolución circular, él rechaza la necesidad espiritual. Esta última reaparecerá en otro momento, es el retorno de lo rechazado bajo formas a veces primitivas o mediocres: entrada en una secta de extrañas creencias o interés apasionante por un ocultismo barato. La moda de este género de ocultismo en la ex-Unión Soviética puede ser una buena ilustración del retorno desordenado de
lo espiritual rechazado después de un medio siglo de psicología aplastante. Tanto como el terapeuta, el maestro espiritual no puede resolver los interrogantes existenciales de su paciente o discípulo. Sin embargo, él le puede indicar métodos de trabajo interior; él representa igualmente para un discípulo que desfallece, una luz al final del túnel.