El depresivo, como el meditante, ve el vacío de las formas. Sin embargo, el primero se detiene allí en tanto que el segundo va hacia el Absoluto que él llama el vacío del vacío y que él considera bajo su aspecto de luz y de felicidad. El vacío del meditante viene de un esfuerzo de comprensión del funcionamiento del espíritu, no le sucede automáticamente como ocurre con el depresivo. Shantideva, un maestro budista, decía: Si desde el comienzo no se ha aprehendido el fenómeno construido por el espíritu, su no-existencia no puede ser establecida. El error del depresivo no es el de buscar el reposo del vacío, sino de buscarlo con exclusión de todo el resto. Es de creer que él encuentra entonces que tiene el espíritu invadido por elucubraciones mórbidas. Pierde de vista la verdad convencional del mundo, de ahí viene su sufrimiento. Nagarjuna decía: El dharma enseñado por todos los Budas está bien fundado sobre dos verdades; la verdad convencional del mundo y la suprema y última Verdad.
Tanto como sea posible, el depresivo debe tratar de habituarse a su sentimiento de vacío, a no culpabilizarse. Por lo demás, él puede extraer de allí una gozosa afirmación de independencia al rechazarlo todo para hacer el vacío, como el bebe rechaza a veces todos sus juguetes, tirándolos lejos y disfrutando con ello. El terapeuta a veces, igual que el paciente, podría beneficiarse de una meditación sobre el símbolo del cero: éste representa el huevo cósmico de donde el mundo ha surgido. En alquimia está incluido en los símbolos de prácticamente todos los elementos, él es el común denominador. Desde un punto de vista místico, el vacío es espacio de consciencia. Jacobo Boehme, aquel que ha sido llamado el Padre de la Iglesia del Espíritu, expresaba esto en una fórmula impresionante: La Nada eterna es el ojo de la Visión eterna.
La idea de la muerte, destructora para el depresivo, es liberadora para el filósofo o el místico: Filosofar es aprender a morir, decía Sócrates. En el Zen se recomienda ver la vida desde el fondo de su ataúd. Cuando se planteaban preguntas sobre la muerte a Nisargadatta Maharaj, algunos meses antes de su fallecimiento, él respondía: Yo no les hablaría así si no estuviera ya muerto. Esta muerte del ego causa temor. En otra ocasión, Maharaj había evocado la idea de la liberación desde esta vida y un visitante exclamó: Pero es como la muerte!. Es la muerte! respondió Maharaj. Cuando se está realmente liberado de la angustia de la muerte, y sólo los grandes sabios o santos lo están, se está liberado de todas las otras angustias. Cuando no se tiene nada que perder no se puede sino ganar.