Estos problemas pueden estar tanto en la casa como en el trabajo. Pueden surgir dificultades en la familia porque los hijos ven poco al padre, que se halla bajo una constante presión de trabajo; continuar con la actividad laboral que se tiene puede traer muchos dolores de cabeza. Hay que hacer un intento para llegar a las fuentes psíquicas de las tensiones y sopesar circunstancias que hasta entonces se han subestimado, buscando alguna esperanza de comportarse mejor en el futuro. Resulta necesario eliminar todo lo que no pueda tener un buen uso en el entorno y todo lo que resulte decadente en la psiquis. En esta época, algunas personas pueden tener una crisis nerviosa. Sin embargo, para muchas otras es la oportunidad de ampliar su gama de actividades.
Se siente la necesidad de un cambio, de romper con lo viejo a fin de saborear lo nuevo y también de poner de relieve la propia individualidad. Jung describe así el proceso de crisis que conducirá a un cambio de vida: Entre los treinta y cinco y los cuarenta años observamos los preparativos para un cambio significativo en la psiquis humana. Al principio, este cambio tiene lugar de un modo inconsciente y apenas perceptible. Incluso síntomas indirectos del cambio se hacen apenas presentes, porque él surge gradualmente del inconsciente humano. Hay a menudo una alteración gradual en el carácter de la persona; en otros casos se exhiben algunos rasgos que se habían perdido en la niñez.
La persona empieza a formarse una posición más influyente en la sociedad. Pareciera como si al final lograra entender las cosas, como si estuviera siguiendo el curso adecuado por la vida con los principios e ideales correctos. El peligro introducido por estas ideas y convicciones personales es que, con gran frecuencia, quien las tiene las considera de aplicación general y, por lo tanto, puede introducirse no sólo una cierta rigidez de actitud hacia sí mismo y los demás, sino también una tendencia a considerar esas ideas como algo irrebatible en este mundo todavía en proceso de cambio. Una nueva consecuencia es que no se siente inclinado a prescindir de estos valores cuando cambia su psiquis. Por esto, en el período relativamente plácido que se produce entre los treinta y ocho y los cuarenta años es posible que sus valores, su actitud moral y sus opiniones se cristalicen de tal modo que interfieran en el camino del nuevo desarrollo, comportándose como un estorbo. Por desgracia, es muy probable que esta persona establezca un esquema de pensamientos y conducta casi inflexibles.