Puede darse que en este período el individuo se sienta mucho mejor y piense que aún la vida tiene mucho que ofrecerle. Algunos simplemente perciben las corrientes de la parte inconsciente de su psiquis, la que puede emerger en los sueños y desempeñar su parte en la preparación para el difícil aunque creativo y formativo período por el que pasa la persona. Una vez más, ella se enfrenta a la elección de ponerse de acuerdo con su desarrollo interior o retroceder hasta los valores que le fueron de utilidad en épocas más juveniles.

Aunque en las mujeres los síntomas de la menopausia aparecen por término medio alrededor de los cuarenta y siete años, los primeros signos de la crisis se presentan en la psiquis mucho antes, entre los cuarenta y los cuarenta y dos. Estos síntomas mentales no se limitan en absoluto al sexo femenino. Por el contrario, los hombres sufren también de cambios psíquicos entre los cuarenta y dos y los cuarenta y siete años, y en ambos sexos este período merece el nombre de cambios de vida. Hablaremos sobre todo de los cambios de vida psíquicos asociados con esta época de la vida, más que de los detalles fisiológicos de la menopausia.

No todo el mundo experimenta conscientemente estos cambios. Hablando en términos generales, podemos distinguir dos grupos, aunque evidentemente haya numerosos subgrupos intermedios. Los del primer grupo se adaptan gradualmente a otras perspectivas de vida y apenas son conscientes de los cambio interiores, experimentando simplemente este período como difícil. Las cosas no resultan tan bien como de costumbre, pero no se preguntan por la razón de ello. Los del segundo grupo son más conscientes de lo que les está sucediendo y en términos generales sufren por ello mucho más. Sin embargo, se hallan en posición de aprender mucho, especialmente en relación a sus deseos e impulsos interiores. Llegan, o pueden llegar, así a una perspectiva más consciente y armoniosa, lo que es uno de los objetivos del proceso de individuación inherente a la vida.