Estos son sólo algunos de los numerosos acontecimientos que se producen más o menos repentinamente en esta época de la vida. Si se han experimentado pocas dificultades en la crisis de la pubertad, hay buenas posibilidades de que a los cuarenta y dos años la persona pierda totalmente el equilibrio. Es decir, cuando el ego está poco desarrollado tendrá la sensación de que sus actividades se hallan sometidas a impulsos arbitrarios e incontrolables, a pesar de ser bien consciente de toda la situación. Por el contrario, si el ego está firmemente anclado en la psiquis, la persona descubre en este período que todos los factores reprimidos del inconsciente personal se combinan para formar una única y significativa contraparte a la psiquis consciente desequilibrada. Esto puede producir perturbaciones psíquicas que en algunos casos serán muy graves. En esta fase de la vida se paga el precio de haber elegido una identidad negativa o de haberla elegido en una época muy temprana de la adolescencia.
Los síntomas de la crisis pueden mostrarse durante varios de los años siguientes. Los arquetipos del padre y de la madre empiezan a desempeñar un nuevo papel internamente. Lo ideal es que en esta época de la vida ya no se unan a los padres reales. Sin embargo, no es así, Jung ha encontrado una y otra vez a personas que se identifican mucho más con la juventud que se les escapa cuando sus padres están vivos que cuando están muertos. Cuando los padres viven aún, hay mayor probabilidad de que se reproduzcan en una etapa tardía de la vida los procesos psíquicos retrasados. He observado principalmente esta situación en los casos en que el padre sobrevivió durante mucho tiempo. Después de la muerte del padre, se produjo una transición precipitada y casi catastrófica hacia la madurez, escribe Jung.
Los arquetipos del padre y de la madre, que contienen en esencia la dualidad de la vida en la propia psiquis, han exigido una transformación gradual en los años anteriores. Sin embargo, esta transformación sólo puede producirse cuando uno sabe cómo encontrar un objetivo equilibrado en la segunda mitad de la vida: problema que parece resumir la crisis. Los cambios psíquicos que han estado produciéndose interiormente surgen ahora a la consciencia con trastornos nerviosos asociados, inclinaciones destructivas, reducción de la actividad y sensación de que nada sirve para nada. Los síntomas típicos son las depresiones, el aumento de la inestabilidad, la ansiedad y en el hombre problemas por la potencia sexual, todos los cuales empeoran cuando no se está preparado para enfrentarse al hecho de que los ideales juveniles no se ajustan ya con las condiciones de vida.