La persona que ha conseguido mantener internamente el paso con los acontecimientos de la vida y, en consecuencia, ha seguido su propio camino hasta los treinta años, puede encontrar que a los cincuenta sirve de ejemplo a otros que no han prestado esa misma atención a su deseo interior de autorrealización. Para el hombre creativo, las tensiones que depara la vida significan que debe trabajar más su propia individualidad. En cambio, los que se han ocultado tras los asuntos rutinarios de la vida diaria, poniéndose una máscara o levantando una fachada, encuentran que nada de eso ha servido como protección contra el creciente abatimiento interno que se presenta en la cincuentena.

La perspectiva a la que se enfrenta a futuro el ciudadano a esta edad es el final de su vida de trabajo y el status de jubilado. Después, un vacío se abre ante él, a menos que haya aprendido a ser él mismo y a llenar su vida con otros intereses además de los de ganarse el sustento o de aumentar su prestigio. Como preludio a los años que van a venir, la persona comprende con gran claridad que está llegando a la fase en que perfeccionará el aspecto externo del proceso de individuación, el que todavía le ocupará un tiempo considerable. Entre los cincuenta y cincuenta y cinco años, las viejas ideas deben dejar lugar a las nuevas experiencias y percepciones. Se ponen a prueba la validez de las opiniones propias para este período de la vida y, también, cualquier tensión que surja exigirá atender a facetas del carácter a las que hasta ahora se le había dado poca o ninguna posibilidad de expresarse. No nos referimos aquí simplemente a factores que habían sido reprimidos, sino a auténticas capacidades y talentos.

A menudo no hay ya grandes cambios externos en las circunstancias de la persona. Sin embargo, interiormente la vida puede verse sometida a considerables cambios y refinamientos. Los que se encuentran muy unidos a los ideales y opiniones que ya no son apropiados para esta época de la vida, y aquellos cuya imagen se haya fosilizado en una fase anterior de su existencia, experimentarán este período como una gran prueba. Incluso permanece una sensación de inquietud producida por las reacciones inconscientes ante actitudes rígidas también inconscientes. La psiquis humana busca siempre el equilibrio, y cuando este se perturba hay un énfasis unilateral en un aspecto en este caso, la actitud consciente – que significa que la persona no está ya completamente tranquila ni siquiera en los períodos de relativa calma. Son estas personas las que pueden ser víctimas de los factores de su propio inconsciente en la etapa de los años críticos.