4.- El término adaptación se refiere simplemente al acceso constante y permanente a un determinado nivel de consciencia. La mayor parte de nosotros ya nos hemos adaptado (o, dicho en otros términos, ya hemos evolucionado) a la materia, el cuerpo y la mente (y por ello podemos acceder a esos niveles siempre que queramos). También hay personas que han tenido experiencias cumbre de los niveles transpersonales (psíquico, sutil, causal y no dual). Pero la práctica puede permitirnos evolucionar hasta las experiencias meseta de esos reinos superiores que, con la práctica, acaban convirtiéndose en adaptaciones permanentes que nos permiten acceder de manera constante a los niveles psíquico (misticismo natural), sutil (misticismo teísta) causal (misticismo sin forma) y no dual (misticismo integral) de un modo tan habitual como hoy en día lo es, para la mayor parte de nosotros, el acceso a la materia, al cuerpo y la mente. Y esto se manifiesta de un modo palpable en la presencia de una consciencia constante ( sahaja) que perdura a través de los tres estados de vigilia, sueño ( savikalpa samadhi) y sueño sin sueños ( nirvikalpa samadhi). Entonces resulta evidente por qué lo que no está presente en el estado de sueño profundo sin sueños no es real. Lo Real debe hallarse presente en los tres estadios, incluyendo el sueño profundo sin sueños, y la Consciencia pura es lo único que se halla presente en los tres. Este hecho resulta perfectamente evidente cuando uno descansa en tanto que Consciencia pura, vacía y sin forma y contempla la aparición, permanencia y desaparición de los tres estados, mientras permanece como lo Inamovible, lo Inmutable, lo No Nacido, liberado en la Vacuidad pura de la que emana toda Forma y en la Totalidad resplandeciente de Un Solo Sabor.

Estas son algunas de las fases por las que atraviesa el camino de adaptación a los niveles superiores de nuestra naturaleza espiritual: creencia (mágica, mítica, racional y holística); fe (que no es tanto una experiencia directa como una intuición de los dominios superiores); experiencia cumbre (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, aunque no en un orden concreto, porque suele tratarse de situaciones muy puntuales); experiencia meseta (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, casi siempre en este orden, porque para alcanzar un determinado estadio suele ser necesario el estadio anterior) y adaptación permanente (a lo sutil, lo causal, lo no dual, también en ese orden y por la misma razón).