
Señor de mi vida, concédeme
la fortaleza para hollar el
sendero de la revelación,
cruzar el mar de la oscura
ilusión y enfrentar el camino
iluminado.
La luz de mi Ser se vierte
sobre mi camino como la
de un faro luminoso, y
dispersa toda sombra.
En esa luz percibo la luz que
conduce de regreso
a su Presencia.
Sé que no camino solo.
El Tibetano.- D. K.