Todos nosotros tenemos miedo a algo, a veces ese algo se nos aparece muy claro: miedo a la muerte, al dolor, a la soledad, al rechazo, al futuro, a la incomprensión, al castigo, a las restricciones, a las dificultades económicas, y en último término, a lo desconocido (ese algo terrible que podría pasarnos en cualquier momento). Otras veces, nuestros miedos pueden ser inconscientes. Podemos pesquisarlos en los sueños, especialmente en los sueños repetitivos que nos están mostrando que algo anda mal en nosotros y que lo tenemos que arreglar.
El miedo y su consecuencia, la angustia, parecen ser parte inherente de la naturaleza humana, basados en la ansiedad, la inquietud y la inseguridad con que el hombre enfrenta su lucha por la existencia desde los albores de la civilización.
También el miedo puede darnos una voz de alerta ante hechos que nos amenazan, ya sea física o psicológicamente, permitiéndonos escapar a tiempo. Pero tenemos que distinguir entre los peligros realmente existentes y los imaginados. Podemos anticipar un futuro catastrófico sin una base real, sólo porque en el pasado no nos fue bien en ese ámbito de comportamiento.
Al sufrir anticipadamente por un daño futuro, pueden ocurrir dos cosas: que suceda o que no suceda. En el primer caso, tenemos que sufrirlo todo entero, nadie nos va a descontar lo que sufrimos por anticipado. En el segundo caso, sufrimos en vano y nadie nos va a devolver ese pago anticipado.