La originalidad de Freud, entre otras cosas, influenciaba su manera de “escuchar”. En su casa de Londres visité la habitación en la que tenía su consulta. Se sentaba a la cabecera del sofá donde se instalaba el paciente, apartando su vista de él. No escuchaba de manera distraída; estaba totalmente atento, pero relajado. Podían transcurrir semanas o meses antes de que empezara a tomar apuntes de las sesiones. El hecho de escribir podía aprisionar prematuramente su captación del paciente en suposiciones o moldes condicionados. Dejaba que su comprensión y su relación con el enfermo fueran evolucionando naturalmente. Siempre podía ocurrir un momento inesperado en el que la psiquis se expresara de manera nueva. Había en Freud una apertura, una confianza en que aparecería alguna posibilidad no realizada, la que sería aceptada e incorporada dentro del marco acogedor de la terapia.

ElMisterioDeEstarSanoContrariamente a la mayoría de sus colegas, Freud escuchaba lo que nunca se había dicho en una consulta médica. Su manera de escuchar hacía que el paciente pudiera franquearse como jamás lo había hecho antes. Esta clase de atención es la que todo buen terapeuta, sacerdote o sanador debe prestar al otro. En ese estado de comunión se engendra una energía sanadora. La intensidad de esta atención es el mejor regalo que podemos obsequiar a los demás. Entonces aparece un orden superior de consciencia, una energía que, para la gente sensitiva, es literalmente una presencia. En ella somos transformados sutil y profundamente. Se trata de un estado superior de energía al que se une una mayor consciencia y un incremento de la intuición y de la inteligencia. Es como si el pensamiento, el sentimiento, la acción y la sensación se unieran en un nuevo nivel psicofísico.

Podemos experimentar algo como eso al abrir la Biblia, o un libro de poesías que nos eleva, o un artículo en una revista científica que muestra un cambio de perspectiva. En este nuevo compromiso creativo se libera nuestra energía.

Siempre los nuevos tratamientos de una enfermedad dan mejores resultados cuando se originan que cuando se han vuelto repetitivos. La cualidad creativa espontánea aplicada por sus creadores parece poseer una mayor capacidad de sanación.