– Esa es sólo una impresión emocional –dijo-. Una equivocación total. Lo que hayas hecho hace años está sólidamente contenido en algunas emanaciones sin usar. Por ejemplo, ese día en que te hice ver el molde del hombre, yo mismo tuve una verdadera equivocación. Pensé que si lo veías, podrías entenderlo. Fue un auténtico malentendido de mi parte.
Don Juan explicó que siempre creyó que su mentalidad era lenta, sabía que le costaba aprender, pero nunca tuvo realmente la oportunidad de poner a prueba su creencia, porque nunca tuvo un punto de referencia fuera de sí mismo. Cuando aparecí yo y se convirtió en maestro, algo totalmente nuevo para él, se dio cuenta de que a lo mejor no era tan lento como creía. También llegó a entender que no hay manera de acelerar la comprensión, y que desalojar el punto de encaje no es suficiente para comprender. Como el punto de encaje se mueve normalmente durante los sueños, a veces a posiciones extraordinariamente distantes, siempre que experimentamos un cambio inducido todos somos expertos en compensarlo de inmediato. De manera constante restablecemos nuestro equilibrio y la actividad prosigue como si nada nos hubiera sucedido.
Comentó que el valor de las conclusiones de los nuevos videntes no se vuelve evidente hasta que uno trata de mover el punto de encaje de otra persona. Los nuevos videntes dijeron que en este respecto lo que cuenta es el esfuerzo para fortalecer la estabilidad del punto de encaje en su nueva posición. Consideraban que éste era el único procedimiento de enseñanza que valía la pena discutir. Y sabían que es un largo proceso que tiene que llevarse a cabo poco a poco, a paso de tortuga.
Don Juan me aclaró que de acuerdo a una recomendación de los nuevos videntes, había usado plantas de poder al principio de mi aprendizaje. A través de su experiencia y de su ver, ellos sabían que las plantas de poder sacuden al punto de encaje, alejándolo enormemente de su posición normal. En principio, el efecto de las plantas de poder sobre el punto de encaje es muy parecido al efecto que producen los sueños: los sueños lo mueven mínimamente, pero las plantas de poder logran moverlo en una escala gigantesca. Un maestro usa los efectos desorientados de tal movimiento para reforzar la noción de que la percepción del mundo jamás es final.