Después de un fugaz momento de alivio al ver la pared de niebla tuve que estar de acuerdo con don Juan en que era mejor dejar que el período de transición fuera una abstracción incomprensible, pero para entonces me resultaba imposible romper lo que mi consciencia había logrado. Cada vez que era colocado en posición de romper la barrera de la percepción, veía la pared de niebla. En el pasado, en cierta ocasión, me quejé con don Juan y Genaro de que aunque quería verla como otra cosa, no podía cambiar. Don Juan comentó que eso era comprensible porque yo era así tan mórbido y sombrío como los antiguos videntes, y que en este respecto él y yo éramos muy diferentes. Él era alegre y práctico y no adoraba el inventario humano. Yo, por otra parte, no quería deshacerme de mi inventario y de ahí que era pesado, siniestro e impráctico. Su áspera crítica me asombró y entristeció y me puse muy melancólico.
Don Juan me dijo entonces que no importaba que viera la pared de niebla, porque tarde o temprano yo cambiaría. Los ejercicios de alinear emanaciones no usadas normalmente le permitían al punto de encaje ganar experiencia en moverse. Lo que sí debería preocuparme era cómo podría yo, por mí mismo, darme el empujón inicial para desalojar mi punto de encaje de su posición acostumbrada. Recalcó entonces que el alineamiento era la fuerza que tenía que ver con todo, por consiguiente, uno de sus aspectos, el intento, era lo que hacía moverse al punto de encaje. Volví a preguntarle acerca de esto.
– Ahora estás en una posición que te permite contestarte tú mismo esa pregunta –replicó-. Lo que le da el empujón al punto de encaje es la maestría de la consciencia. Después de todo, nosotros los seres humanos, no somos en realidad gran cosa; en esencia, somos un punto de encaje fijo en cierta posición. Si quieres moverlo toma en cuenta primero a nuestro enemigo y nuestro amigo a la vez, nuestro diálogo interno, nuestro inventario. Apaga tu diálogo interno; haz tu inventario y después deshazte de él. Los nuevos videntes hacen inventarios precisos y después se ríen de ellos. Sin el inventario, el punto de anclaje se libera.”