Entonces, es necesario enseñar al cerebro a controlar sus asociaciones de ideas, a fin de poder rehusar aquellas que, imponiéndosele con un carácter obsesivo, se volverían patógenas. Éste aprenderá así a no “vagabundear, a no deslizarse mecánicamente en las asociaciones de ideas, si no lo estima necesario.
Este aprendizaje – “amaestramiento” lo llama Vittoz – se lleva a cabo mediante ejercicios que requieren tiempo y buena voluntad. Se trata simplemente de hacer el ejercicio y tenerle confianza. Este actúa por sí mismo, y tiene éxito allí donde el razonamiento fracasa !
La terapeuta indica entonces a la señora B. dos ejercicios basados en el principio de la concentración, antídoto del vagabundeo cerebral y la distracción.
El ejercicio de sensaciones
Se comienza con el ejercicio de relajación psico-sensorial, que se desarrolla en tres tiempos.
En el primero, se invita a la persona, que está tendida sobre un diván o sentada en un sillón, a tomar consciencia de su cuerpo, mediante la sensación. Comienza con las sensaciones profundas de su propio cuerpo, que le permiten sentir y localizar sus diferentes partes: la cabeza, los brazos, las piernas… Luego, las sensaciones que vienen del exterior: los ruidos, los colores, la textura de una tela, los olores, la frescura del aire que inhala. El conjunto de estas sensaciones, internas y externas, nos da la consciencia del yo corporal y, por consiguiente, permite afirmarlo en su realidad material (cosa muy importante para quienes dudan de sí mismos).
En un segundo tiempo, se pide al paciente que se relaje, que se suelte, haciendo desaparecer el estado de contracción muscular. A este puede suceder entonces la sensación de pesadez de los miembros, y luego del cuerpo entero. Si conoce algún método de relajación puede emplearlo con toda libertad. Este descanso del sistema nervioso periférico logrado con la relajación muscular, facilita la etapa siguiente del ejercicio: la toma de consciencia de las sensaciones.
Se le sugiere ahora al paciente que tome la decisión de “no pensar” ( es decir, dejar de asociar ideas ), al proponerle que permita a su cerebro percibir libremente las sensaciones: para hacer más fácil y eficaz el ejercicio, se le propone que acoja la sensación de su pie, de su tobillo, de su pantorrilla, y así sucesivamente para todas las partes del cuerpo, del lado derecho y luego del lado izquierdo, diciéndole: Sienta la planta del pie, la pantorrilla…, la palma de la mano, la muñeca… ” Para facilitar más aún esta toma de consciencia de la sensación, se le puede aconsejar al comienzo que imagine que se frota la parte del cuerpo en cuestión, incluso realizándolo físicamente un par de veces. La sensación del cuerpo polariza así toda la atención del cerebro y preserva el campo de la consciencia de las intrusiones asociativas. De esta manera, se establece el condicionamiento de la detención de las asociaciones de ideas: es el control cerebral en acción.
¡Miles de gracias por la publicación de este artículo 🙂