El caminar consciente
Como lo indica Vittoz, consiste en caminar sintiendo primero el pie derecho, luego el pie izquierdo, apoyándose sobre el suelo, recibiendo la sensación del suelo, sintiendo las piernas, luego el cuerpo entero, acompañado de un movimiento armonioso de los brazos. Así, una sensación extraordinaria de calma y equilibrio se propaga por todo el cuerpo; uno está absolutamente presente. Y esta sensación se desvanece apenas uno empieza a asociar o divagar.
Cuando un paciente, durante una cura, experimenta movimientos emocionales, algunos minutos de marcha consciente le permiten recuperar su calma: la sensación ha restablecido el equilibrio. Es una manera de caminar que tiene el poder de “descansar, justamente porque pone en reposo el cerebro. Después de correr todo el día con la idea fija de no perder tiempo, de alcanzar el próximo bus, y quedar agotado por la consecuente tensión nerviosa, basta dar 2 o 3 vueltas en una habitación al volver del trabajo, o subir escaleras “en consciencia”, para sentir cómo desaparece el cansancio.
Vittoz recomienda no olvidar que la vista y el oído deben participar en esta caminata. El tacto, la vista y el oído aportan así un conjunto de sensaciones que ocupan el campo de nuestra consciencia, equilibran nuestro pensamiento y nos descansan.
El caminar consciente puede practicarse cuando uno quiera. Pero, para no olvidarlo durante el período de reeducación, es cauto ubicarlo siempre en el mismo momento de la jornada. Puede ser durante un trecho de camino que hacemos cada día, para ir al metro, por ejemplo, o una escalera que tengamos que subir o bajar.
La lectura en voz alta
Esta forma de leer nos aporta la misma sensación de presencia, de estar ahí, de ser uno mismo”. La experiencia muestra que no podemos leer en voz alta pensando en otra cosa, “estando en otra parte”. Al leer sólo visualmente, nuestro pensamiento puede vagabundear, una idea asociarse con otra, y tenemos que volver atrás para retomar el hilo. Durante la lectura en voz alta, por el contrario, nos “sentimos leer, sentimos nuestro cuerpo en una cierta posición, con el libro en las manos, escuchamos nuestra propia voz. La lectura es entonces verdaderamente un acto consciente.
¡Miles de gracias por la publicación de este artículo 🙂