Mi Sistema de Defensa:
El sistema de defensa empieza muy temprano en la infancia. Aparece cuando uno se siente en peligro frente a alguien. En el niño que empieza a existir según lo que él es, este sistema aparece cuando las personas que son importantes a sus ojos no lo reconocen, o no lo aceptan en lo que él aspira a vivir.
Pueden aparecen dos sistemas de defensas: Uno es frente a los otros que es la que primero aparece, y la otra es frente a uno mismo.
Las defensas se pueden representar como murallas o barreras. Estas pueden ser más o menos altas, más o menos gruesas.
1. Se construye una distancia contra los otros, ya sea como rechazo o como ataque.
2. Se distancia de los otros, sin embargo, permanece en contacto con ellos porque no puede cortar la relación, ya que se los necesita para vivir o para sobrevivir.
3. Se endurece frente a ellos.
4. Se endurece con respecto a sí mismo, contra el propio sufrimiento, es decir el rechazo está vuelto contra uno mismo.
5. Niega sus propias necesidades para no sufrir. Esto significa que la negación puede ir hasta el ahogo de todas las aspiraciones de vivir y de todas las necesidades.
Mis reacciones desproporcionadas y repetitivas:
Dentro de nosotros existen zonas sanas y también zonas heridas, éstas pueden ser conscientes, pero en muchas ocasiones ellas permanecen en forma inconsciente.
Durante nuestra vida diaria nos vemos afectados por diversas situaciones con las personas que nos rodean, frente a las cuales reaccionamos en general de forma normal. Cuando decimos que una reacción es normal estamos diciendo que la reacción es proporcional a la situación que estamos viviendo. Pero muchas veces nos sucede que sobre-reaccionamos a estas situaciones, es decir, la reacción es agresiva y además desproporcionada. Estas reacciones desproporcionadas son la puerta real para entrar en nuestras heridas del pasado, nos revelan la existencia de bolsas de sufrimiento desconocidas, que nos pueden conducir al corazón de nuestro pasado doloroso para revivirlo y curarnos de él.