Según Gould, en el siglo diecinueve los europeos favorecían la idea del gradualismo, tanto en geología como en la evolución; se adaptaba mejor a la filosofía dominante, que sentía horror por todo tipo de revoluciones, incluso naturales. Nuestras filosofías delimitan lo que nos permitimos ver, decía. Estamos necesitados de filosofías pluralistas que nos permitan percibir la evidencia desde distintos puntos de vista: Si el gradualismo, más que un hecho natural, es un producto del pensamiento occidental, entonces deberíamos tomar en consideración otras filosofías alternativas respecto del cambio, a fin de ensanchar nuestro campo más allá de los límites de prejuicios sofocantes. En la Unión Soviética, por ejemplo, los científicos utilizan una filosofía muy diferente con respecto al cambio hablan de transformación de la cantidad en calidad. Esto puede sonar a jerga de vendedor callejero, pero es una forma de sugerir que el cambio sucede a grandes saltos, a consecuencia de una lenta acumulación de tensiones sobre un sistema, que sigue aguantando hasta alcanzar el punto de ruptura.
Según recientes hallazgos, la evolución puede acelerarse por determinados mecanismos genéticos. En efecto, se ha demostrado que en las bacterias y en otras formas de vida hay genes y segmentos de ADN que entran y salen de sus respectivos cromosomas, lo que sugiere que los cromosomas están tal vez sujetos a continua modificación. Los investigadores suponen que una reestructuración genética semejante podría darse en todas las formas de vida. Determinados segmentos del ADN no parecen contribuir en absoluto al cumplimiento por los genes de sus funciones ordinarias. El descubrimiento de esas secuencias eventuales, que parecen un sinsentido en el contexto del código genético, fue calificado de espantoso por uno de los investigadores, Walter Gilbert, de la U. de Harvard. Según observaba el periódico británico New Scientist, el mismo concepto de lo que es un gen está ahora en cuestión. Es posible que el ADN no sea ese sólido archivo que habían supuesto los biólogos, sino más bien un flujo, un sistema dinámico en el que se dilatan y contraen conjuntos de genes, con elementos transeúntes que saltan fuera y dentro del mismo.