En realidad, todas las distinciones surgen de tales actos. Y la mayoría de nosotros solemos mantenernos inconscientes y aferrarnos a la ilusión hasta el último nanosegundo de nuestra existencia. Contemplamos la frontera que separa el mar y la tierra, que separa el aire, la tierra y el agua. Contemplamos la corteza efervescente de arena, agua y aire, y recordamos las distinciones. Y del mismo modo, vivimos nuestra vidas con la idea tranquilizadora de que existe una membrana invisible que nos separa a nosotros de ese mundo que está allí fuera; de que aquí dentro, en nuestras mentes, en nuestros mundos interiores de la imaginación, estamos solos y a salvo. Ninguna persona o cosa puede entrometerse de ninguna manera en nuestros mundos mentales individuales. Todos los sentidos de nuestros cuerpos nos dicen constantemente que esto es la verdad, que cada uno de nosotros está solo. No tenemos en cuenta ninguna información, ningún pensamiento, ninguna percepción, ningún relato de imaginación, ningún relato de otra persona que se oponga a nuestra presentación sensorial de los mundos separados del allí fuera y del aquí dentro. Miramos con escepticismo a las personas que nos dicen otra cosa, y lo más probable es que las tachemos de necios errados o incluso de locos.

Actualmente, muchos de nosotros, atrapados en este dilema entre la ilusión y la realidad, quisiéramos creer que la separación es una ilusión. En tal caso, tenemos suerte!.

Lo que sabían los alquimistas.

Las distinciones no son reales. Son los susurros pasajeros de una realidad potencial que todo lo alcanza, sutil y no expresiva. El mundo no está hecho de tareas separadas. La mente no está separada de la materia. Y tú no estás separado de ningún otro ser, animal, vegetal, vivo, muerto, o que sea aparentemente materia inanimada. El reino de los cielos y la isla del infierno se encuentran dentro de ti. Todo lo que has querido saber siempre se encuentra dentro de ti. Se encuentra dentro de ti una vasta potencialidad que se incita a sí mismo a levantarse y a convertirse en algo. Dentro de ti, como una serpiente enroscada que espera levantarse de tus sombras más profundas, se encuentra todo momento creativo que existe, que ha existido y que existirá.