Cuando te ha surgido una nueva manera de sentir acerca de tus pensamientos, empiezas a percibir el mundo allí fuera con ojos nuevos: de manera creativa, informativa, nueva; como un niño. Con el surgimiento de nuevas sensaciones iluminadas, empiezas a tener intuiciones más profundas. Estas intuiciones surgen en forma de ideas, nociones, predicciones del futuro o reevaluaciones del pasado. Aparecen en forma de visiones. Y cada pensamiento nuevo instituye un ciclo. El ciclo recorre unas fases, como las del Sol y la Luna, del pensar al sentir, del sentir al percibir, del percibir al intuir, y ahí vuelve a comenzar el ciclo. La repetición del ciclo forma una energía vibratoria que se repite físicamente en el cuerpo. Si no hay nada que lo interrumpa, constituye un recuerdo al que se puede acceder, como quien acude a un barril de cerveza a llenar su jarra.
De esta manera cíclica se forman todos los recuerdos, se estabilizan todas las impresiones en forma de hechos, se forman todas las opiniones sobre el mundo y todas las opiniones sobre ti mismo en ese mundo. Cuando se interrumpe el ciclo, cuando se disuelve su hábito adictivo, comienza un nuevo ciclo. Como se verá, el ciclo completo tiene todo lo necesario para pasar a formar parte de la realidad: tiene inercia, tiene resistencia y si se alimenta de ciclos energéticos que están en fase con él, se desarrolla y vive. Si se desarrolla y vive sin trabas, se convierte en un arquetipo y posee al usuario con tanta seguridad como un demonio poseería a un filósofo medieval empeñado en penetrar en los secretos de Dios, cueste lo que cueste.
Un secreto así se revelaba continuamente a los antiguos alquimistas y los poseía. Se les aparecía en sueños o les surgía en sus pensamientos cuando ellos revolvían la materia en sus laboratorios. Recibían un atisbo de que lo que pasaba aquí, en la Tierra (en el mundo inferior), estaba vinculado con lo que pasaba en los cielos (el mundo superior), y de que lo que tenía lugar en el mundo interior de la psique transforma el mundo exterior de las estrellas, las personas, los lugares y las cosas. Habían visto cómo podía transformarse la información en materia. Y habían visto lo inverso. Habían discernido el principio de la vida y la muerte. Se habían aventurado en el vacío y habían traspasado la membrana de la inercia.