El misticismo antiguo y la ciencia moderna.
Podríamos considerar que estos antiguos místicos estaban errados. Quizás lo estuvieran, en el sentido de que no conocían la ciencia moderna. Pero en lo que respecta al principio esencial vida/muerte, daban en el clavo, hablando desde el punto de vista científico. Un mundo imaginal abstracto interior tenía que ejercer un efecto de causación sobre el mundo material exterior, y viceversa. Lo que es abajo es como lo que es arriba. Lo que es afuera es como lo que es adentro. Los estados soberanos de lo imaginal y de lo real están conectados entre sí estrechamente.
Este hecho de la naturaleza, que se sospechaba desde hacía mucho tiempo pero que se dudó y se enterró, vuelve a salir a la superficie en esta era basada en la ciencia a la que llamamos era de la información. Nos conduce a una visión nueva de la realidad; a una visión en que la realidad imaginal, subjetiva o virtual de la ciencia y la realidad física, exterior u objetiva de la materia están vinculadas entre sí inseparablemente. Como veremos en seguida, este vínculo trasciende el tiempo y el espacio.
Dado que este vínculo es exterior al reino espacio-temporal, muchas personas inteligentes creen que la respuesta al acertijo de la relación entre el mundo exterior de la sustancia y el mundo interior del conocimiento no se encuentra en el mundo de la ciencia, sino que debe buscarse únicamente en el mundo metafísico de la espiritualidad. No obstante, y tal como veremos aquí, estos dos mundos están unidos entre sí, fuera del espacio y del tiempo, para constituir una visión del mundo única, constituyendo una unión tan íntima como la del propio espacio y el tiempo en la teoría de la relatividad de Einstein-Minkowski. Están vinculados tan estrechamente como la mente y la materia, como lo real y lo imaginal. La mente no está en el cerebro; el cerebro no está en la mente. Podemos concebirlos, en cierto sentido, como dos países fronterizos, o como regiones o hemisferios del mundo. Desde perspectivas separadas, cada uno puede considerarse como si estuviera contenido por el otro. Desde el exterior, aparecen como una unidad.