Todo ello conduce a una forma de neurosis que H.G. Baynes ha descrito como vida provisional; es decir, la extraña actitud y sensación de que la mujer todavía no es lo que uno quiere, existiendo siempre la fantasía de que en el algún momento futuro llegará lo que se busca. Si esta actitud se prolonga, implica un constante rechazo interior a comprometerse con el momento presente. A menudo esta neurosis va acompañada, en mayor o menor grado, de un complejo de salvador o mesías, con el pensamiento secreto de que algún día uno será capaz de salvar al mundo, de que hallará la última palabra en filosofía, religión, política, arte o cualquier otro campo. Esto puede llevar a una típica megalomanía patológica; o puede haber trazas de ella en la idea de que el momento de uno todavía no ha llegado.
La situación que este tipo de persona siempre teme es el estar atado a algo. Hay un miedo terrorífico de estar atrapado, de entrar completamente en el espacio y el tiempo y ser el ser humano concreto que uno es. Siempre hay miedo de verse cogido en una situación de la que podría ser imposible escapar. Toda situación así es un infierno. Al mismo tiempo, hay algo altamente simbólico una fascinación por deportes peligrosos, especialmente el vuelo y el alpinismo dirigido a alcanzar lo más alto posible; ello simboliza el escapar de la madre, de la tierra, de la vida ordinaria. Cuando el complejo está muy pronunciado, muchos de estos hombres mueren a temprana edad en accidentes de aviación o de escalada. Lo que se expresa de este modo es un anhelo espiritual exteriorizado.
Una representación dramática de lo que el vuelo significa realmente para el puer la encontramos en un poema de John Magee. Poco después de haber escrito el poema, Magee murió en un accidente aéreo:
Altos Vuelos
Oh! Me he escabullido de las hoscas ataduras de la Tierra
y he danzado en los cielos con alas aureoladas de risas;
he trepado hacia el sol, y me he unido al agitado regocijo
de las nubes que el sol separa y hecho cien cosas
que nunca soñaste – revoloteado y remontado y bamboleado
allí en el alto silencio que el sol ilumina. Cernido ahí,
he cazado al viento clamoroso, y he lanzado
mi impaciente nave por los caprichosos palacios del aire…..
En mi vida ya me topé con varios hombres con estas características. Al principio, son hombres que deslumbran, bajo la apariencia brillante de un niño mágico, pero con un distanciamiento de sus sentimientos que los hace duros, fríos…y si, es cierto, abundan en nuestra sociedad. Para mí es importante reconocerlos, pues por mi experiencia es frecuente que las relaciones no lleguen a buen puerto…se enfadan fácilmente y desaparecen sin dejar rastro…