El objetivo de la búsqueda de las leyes naturales por parte del taoísmo, es develar y activar sensibilidades latentes, que permitan al individuo establecer una relación cada vez más íntima, inspiradora y vitalizante con la vida, en todos sus aspectos. La finalidad esencial del libro, independientemente de las formas que pueda adoptar, puede utilizarse para trascender las barreras personales y culturales, sin perder la riqueza de la diversidad.

“La esencia y la vida son el más fino secreto del Tao” Como sinónimo de Tao se emplea la Luz del Cielo. Esencia y vida están contenidas en la Luz del Cielo. La Luz es el equivalente simbólico de la consciencia.
Si se preserva el espíritu original, se vive fuera del Yin y Yang, lo cual sólo es posible si se ve la esencia.

En el hombre, en el momento de la concepción, divergen en forma polar, esencia Sing y Ming. Sing es el asiento de la consciencia emocional, que es despertada al mundo exterior a través de los sentidos, es lo trascendente, lo que permanece. Ming es la vida que no depende de la voluntad consciente y representa para el taoísmo el juego multicolor de la Naturaleza, que no puede eludir las leyes del Tao.

El cuerpo es vivificado por dos estructuras, Hun (Yang, Creativo) o alma superior, luminosa, que reside en su trono entre las cejas, (Ajna) y Po (Yin Receptivo) alma oscura o alma inferior, la que mora en el vientre, (Hara).

La Flor de Oro, es la Luz, y la Luz del Cielo es el Tao. Allí se encuentra la “vesícula germinal , donde esencia y vida son todavía una unidad.

El nacimiento del proceso alquímico tiene lugar, cuando lo oscuro da nacimiento a la Luz. Debe elevarse la consciencia de los opuestos, para iluminar la morada de la consciencia espiritual. Lo primero es tener un firme asidero en la realidad cotidiana. Sólo así se puede cultivar la Realidad y comprender la esencia. Se debe retrotraer la atención a un recinto sacro interno que es origen y meta del alma, y que contiene esa unidad que se tuvo, se perdió y que se ha de volver a encontrar.