Luz y Vida es Tao, su manifestación es la “luz blanca” que reside entre los ojos, es la evidencia del “punto creativo”, una intensidad inextensa, pensada junto con el espacio. Es una manifestación que se exterioriza como “liberación”, porque refuerza la lucidez de la consciencia en forma intensa y abstracta y conduce a la solución de las complicaciones anímicas.

El curso circular se refiere a fijar y concentrar, vivificar todas las fuerzas lúcidas y oscuras de la naturaleza humana, que conducen al “no hacer”, lo periférico es subordinado a lo central. Significa llegar al auto conocimiento. Todos los factores externos y psicológicos influyen en la mente y producen el efecto que la energía no se malgaste. Su voluntad de vida es dirigida al estado de consciencia sin contenido que, no obstante, deja existir todos los contenidos.

El “movimiento” retrógrado ascendente (el descendente es la unión de Po y Hun, que condenan a una muerte definitiva) de las fuerzas vitales, produce liberación de las cosas externas que no se codician, con esto se produce la pérdida de la ilusión. Las fuerzas Po son dominadas por Hun, con este resultado se supone que el “yo” permanece viviente después de la muerte. Al internalizarla, ha impedido el desgaste de la energía.

La generación del “cuerpo diamantino”, debe ser precedida de una elevación de la consciencia y de la vida. La unión de ambas produce Vida Consciente, sólo así se consuma el Tao.

El nacimiento de tal personalidad, crea una actitud invulnerable al conflicto emocional. La unión de los opuestos sobre un nivel más elevado, se consigna en símbolos llamados Mandalas. Ellos son imágenes plenas de expresión y efecto que dan un presentimiento de la esencia individual y permiten evitar la distracción por lo externo.

Se ha creado un centro de vida independiente de la existencia corporal, que existe mientras dure la rotación interna. Los seres de esta condición están sometidos aun al espacio y al tiempo. Son mortales.

Al desligarse internamente de toda obligación con las cosas, superando este peldaño, hace transponer el “yo” y lo hace penetrar en el Tao, el Uno. La Luz, ha retornado sobre sí misma, es la Flor de Oro. Se debe asir el espíritu primordial, cuando esto sucede, la Luz se ha cristalizado, y forma un cuerpo espiritual.